por Darío Gadea
Cuando se trata del universo de Warhammer, es difícil pensar en un género en el cual no pueda encajar. Pero, si hay uno que le sienta a la perfección, aparte de la estrategia en tiempo real, es el de los disparos en primera persona. Hace aproximadamente un año llegaba a nuestras manos Warhammer 40,000 Boltgun, un boomer shooter que es lo que debe hacer un juego del estilo para acaparar la atención de los más exigentes, tanto a nivel jugable como técnico. El trabajo de Auroch Digital cosechó numerosos halagos que lo posicionaron como lo mejor del año. De hecho, logró convertirse en una de las entregas más llamativas del universo creado por Games Workshop. Y antes de que el cañón del bolter llegase a enfriarse por completo, aparece Forges of Corruption, un contundente DLC que vale su peso en balas.
Forges of Corruption nos lleva nuevamente a la superficie del planeta forja Graia. En esta ocasión, las fuerzas del caos invadieron el sector Gamma 75B del Manufactorum, corrompiendo la maquinaria para explotarla en su retorcido beneficio. Una ves más nos ponemos en la piel de Malum Caedo, un veterano Sternguard elegido por el emperador, que oficiará como el ángel de la purificación que repartirá plomo a diestra y siniestra para evitar que el mundo caiga en desgracia. Premisa simple, acción desenfrenada. No hay fallos.
Este DLC suma cinco nuevos niveles a Boltgun que se traducen como unas cuatro horas de puro caos y sanguinolentos regueros de sangre pixelada. También incorpora dos armas y un puñado de enemigos que, en combinación con los del juego base, se llegan a sentir como una piedra en el zapato. El arsenal se expande con un lanzamisiles (algo que se echaba de menos en el juego base) y el Multi-Melta, una versión más pesada del arma de rayos térmicos. Ambas poderosísimas bestias de destrucción masiva que harán las delicias entre los hijos del emperador, sedientos de una purga sin parangón.
Al igual que en Warhammer 40.000: Boltgun, en Forges of Corruption la acción desmedida resulta sumamente satisfactoria. No solo por las dos potentes armas que cuentan con un nivel de detalle en sus animaciones visualmente espectaculares (sobre todo el lanzamisiles), sino porque también arriban nuevos enemigos del caos. Las filas enemigas se enriquecen con el Chaos Havoc, un marine espacial traidor que carga con lanzamisiles; la variante Chaos Terminator, vista en el juego base con bolter pesado sólo que ahora con garras relámpago; y el Helbrute, un Dreadnought que, gracias a su poderoso armamento y una coraza difícil de penetrar, funciona como jefe en esta nueva campaña.
Si bien la variedad se antoja un tanto escueta, la incorporación de estos tres enemigos marca una diferencia notable, especialmente en términos de dificultad. Los marines espaciales del caos pueden llegar a volverse un verdadero dolor de cabeza durante las purgas. Lo mismo que el Dreadnought Helbrute que puede aguantar cantidades groseras de munición más pesada, y por si fuera poco, es un titán capaz de restaurar su salud. Por este motivo cada enfrentamiento se siente como una guerra de desgaste en la que tendremos que evitar dar respiro al contrincante. Su coreografía de ataque y arsenal puede hacernos tambalear casi hasta ponernos de rodillas, incluso en el nivel de dificultad más bajo. Y la verdad, no esperaba menos de tal adversario.
Los nuevos escenarios respetan el universo de Warhammer, donde todo es descomunalmente enorme. Dan gusto ver la genialidad visual que cada uno despliega, con una apariencia industrial caóticamente hermosa, cuya decoración se verá enriquecida gracias a las vísceras de miles de herejes y demonios. Además, conforme progresa la campaña, el diseño de los entornos se vuelve cada vez más abominable, exhibiendo enfermiza la podredumbre de las legiones del caos. Sin embargo, hay que mencionar que no se aleja de la fórmula ya establecida en el título original. Se siente que se ha optado por lo seguro antes que arriesgar un poco en brindar dinamismo o algún aspecto de diseño novedoso. Como resultado, son geniales, sí, pero también notoriamente enlatados.
Indistintamente de esto, los enfrentamientos siguen siendo un deleite. Durante las purgas, los enemigos nos asedian sin misericordia y, en la recta final, la experiencia culmina con una mega batalla que no da un segundo de respiro. El inevitable objetivo recae en destruir la maquinaria del Manufactorum, tarea un tanto sosa, pero exigente. Especialmente porque tendremos que medirnos con lo mejor del bestiario del caos, y en cantidades estúpidamente grandes. Aquellos jugadores que quieran un desafío que ponga a prueba la velocidad y resistencia, esto es lo que están buscando.
Si bien el diseño de niveles es más sencillo, por así decirlo, junto con Forges of Corruption, Auroch Digital lanzó una actualización con dos interesantes novedades. Por un lado, una herramienta muy útil para los despistados: El Sistema de Navegación. Básicamente se trata de un marcador de objetivo que dibuja una línea en el suelo indicando la ruta a seguir. Algo similar a lo que podemos encontrar en Bioshock Inifnite, por poner un ejemplo. Por el otro, un Modo Horda, donde Malum Caedo comienza con la espada sierra y, a medida que despedazamos oponentes, desbloqueamos armas cada vez más potentes. Esta modalidad de juego registra nuestro tiempo en pie y la cantidad de enemigos derrotados. Un añadido infaltable que pondrá a prueba nuestras habilidades.
Forges of Corruption es una cita obligada para todos aquellos que deseaban continuar con la pixelada purga de Graia. La duración y variedad resulta más que asequible para una breve campaña que entretiene y divierte en partes iguales evitando caer en rutas rebuscadas o caminos que nos hagan perder el tiempo. La adición de las dos nuevas armas mencionadas son un acierto y relucen entre el equipamiento disponible gracias a unos efectos visuales asombrosos. El daño en área que provocan los convierte en los nuevos controladores de masas y la pesadilla de los Campeones del Caos. Sólo resta decir que este DLC solo me hace fantasear con la posibilidad de una secuela mucho más grande, brutal y frenética.
Sobre Darío Gadea
Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II
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