Los juegos de lucha cambiaron drásticamente en los últimos años. No tanto en cuanto a mecánicas -que sí-, sino en la percepción que se tiene de ellos. Esto se debe, en gran medida, a lo complejo de sus elementos particulares, a la progresiva profesionalización, y a la habilidad que demandan los entornos online que, de forma orgánica, lograron intimidar (e incluso expulsar) al jugador casual. Luego de un año donde importantes títulos dentro de la escena vieron la luz, Bandai Namco hace lo propio con Tekken 8. Y más allá del impacto que pueda tener en la escena competitiva, donde ostenta uno de los nombres más importantes, nos preguntamos: ¿Está justificado el miedo al fighting game o se trata de una reacción natural ante la complejidad que presenta?, y ¿Es lo suficientemente amigable como para traer de regreso a un jugador casual?
Tomando en cuenta el planteo inicial, Tekken 8 permitió a alguien relativamente ajeno al género poder regresar a casa. Al fin y al cabo, Tekken 3 fue en su momento, ‘el juego de pelea’ para quien escribe. Alguien que pese a contar con una gran cantidad de horas en dicho título, se sigue percibiendo como un jugador casual. Entonces, a partir de lo mencionado, podemos decir que sí, que la octava entrega de la saga, más allá de las mejoras a nivel técnico y de todas aquellas sutilezas que cuestan identificar puesto que para ello se debe manejar una terminología muy concreta, se siente como un viaje en el tiempo. Y no es que el título se sostenga en la nostalgia. Por el contrario, avanza notablemente respecto a entregas anteriores.
Cuando decimos que Tekken 8 es un viaje en el tiempo, es desde un punto de vista muy personal. Uno donde el juego de lucha se aborda con la idea de pasarlo bien, ya sea en solitario o con amigos. A una visión que posiblemente sea ajena a la del jugador hardcore o competitivo. Porque aquí podremos pasar horas disfrutando de distintos modos y un amplio repertorio de personajes, sin la necesidad de meternos en las matemáticas específicas del juego, o de vernos obligados a practicar de intensivamente para ver nuestro nombre en el ‘Partenón’ de la escena competitiva. Y lo mejor es que el título lo consigue de diferentes formas.
Una de ellas es la acción. Tekken 8 simplemente se ve y se siente espectacular, pero no sólo en cuanto a su calidad gráfica, sino porque no teme a los excesos. Cada vez que tocamos un botón, nuestros personajes hacen algo genial y maravilloso. De este modo, los combates se convierten en una sucesión de movimientos que parecieran estar coreografiados, aderezados por efectos que hacen que aun, cuando no sabemos qué está sucediendo, todo se vea terriblemente entretenido. Eso, sumado al diseño de personajes y escenarios, a cómo se siente la acción, lo fácil que resulta hacer piruetas y movimientos increíblemente vistosos con muy poco esfuerzo, lo convierten en un juego muy disfrutable.
Esta entrega suma un modo de control llamado «estilo especial», con el cual se simplifican los movimientos de los personajes, permitiéndonos hacer combos o movimientos complejos sin necesidad de memorizar y aprender a utilizar interminables listas de comandos. Así, la acción de Tekken 8 no solo es espectacular si no también muy accesible. Consigue que hasta el más casual de los jugadores pueda sentir que está haciendo algo imposible. Un añadido sencillo que hace que la experiencia sea increíblemente satisfactoria desde el primer momento, permitiéndonos ver el potencial de cada personaje sin tener que dedicar horas de práctica.
Otro de los aspectos con que Tekken 8 consigue atrapar al recién llegado es la gran cantidad de modos de juego disponibles fuera del competitivo. Por un lado, disponemos de un modo ‘episodios’ para cada uno de los personajes, con una pequeña historia coronada por una cinemática final. Por el otro, con una campaña que, si bien es breve, resulta ser suficientemente intensa y variada como para mantenernos enganchados en su totalidad. Concretamente, 15 capítulos que giran en torno a la rivalidad de Jin Kazama y Kazuya Mishima. La típica narrativa de ‘el bueno contra el malo’ que no busca reinventar la rueda, pero que no decepciona en absoluto.
Conforme avanza la trama, saltaremos de un personaje a otro para enzarzarnos en sucesivos combates a través de una amplia variedad de escenarios. También presenta cambios drásticos en la jugabilidad. Ejemplo de ello son los Quick Time Events que se disparan a lo largo de la historia, que por cierto puede llegar a ser un tanto absurda y confusa, a pesar de que se incluyen videos de recapitulación para poner al día al jugador novato. De cualquier modo, la campaña es lo suficientemente espectacular y sumamente entretenida tan solo por lo excesivo de la acción.
A lo mencionado, se suma el modo ‘Misión Arcade’ (o Arcade Quest, según se prefiera), donde podremos crear y personalizar una avatar para avanzar en una suerte de ranking, pero contra oponentes controlados por la IA. Podría decirse que es una modalidad que nos permite experimentar algo muy parecido a una modalidad competitiva, pero sin el estrés que puede suponer enfrentar a otros jugadores.
Este modo es particularmente interesante y uno de los grandes aciertos en Tekken 8. Es una buena forma de aprender lentamente los pormenores del sistema de combate, especialmente si nos interesa explorarnos en profundidad. Lo interesante es que la forma de introducir los conceptos, desde los más básicos a complejos, es mediante misiones de progresiva dificultad. Un añadido realmente útil para el jugador novato que quiera mejorar poco a poco y que funciona como un muy efectivo tutorial que más juegos del género deberían adoptar.
Fuera de eso, Tekken 8 por supuesto también tiene para ofrecer todo lo que se puede esperar de la experiencia online. En lo personal, recomiendo comenzar a medirse contra otros jugadores una vez hayamos experimentado con los modos para un jugador. Un detalle que cabe mencionar, es que el sistema de control simplificado, también puede usarse aquí. También disponemos de herramientas como el ‘Replay Analyzer’ para analizar partidas e identificar de forma automática errores o mejoras en nuestro estilo de juego. Pero mejor aún es la posibilidad de revivir manualmente un momento concreto del combate. De ese modo, podremos experimentar que movimientos de ataque o defensa podrían resultar más efectivos en determinadas circunstancias.
Para cerrar, tenemos los típicos modo arcade y el Tekken Ball, para relajarnos en la playa. Pero por si fuera poco, también disponemos de un sinfín de cosméticos desbloqueables para personalizar la interfaz, nuestro avatar y los personajes. El contenido abunda y cualquier jugador casual, ya sea que quiera volver a disfrutar de la saga o que desee iniciarse en ella, sin enfocarse en el aspecto competitivo, se encontrará como en casa.
Lo importante es que Tekken 8, más allá de ser un referente en el ámbito competitivo, brinda una experiencia inusualmente amigable. Un título con abundante contenido y modos de juego, que además ofrece las herramientas necesarias para todo aquel que busque dominar las complejidades de un sistema de combate visualmente espectacular. Sin lugar a dudas, una propuesta que recibirá con los brazos abiertos a todo jugador, sea veterano o casual, que desee volver al género. O al menos por un rato, a tiempos más simples.
Sobre Mariano Daneri
Me gustan las milanesas con fideos.
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