SALT AND SACRIFICE – Análisis

SALT AND SACRIFICE – Análisis

Más allá del santuario

Salt and Sacrifice es la secuela de Salt and Sanctuary, el aclamado souls like en 2D de Ska Studios, la cual busca reinventarse a si misma mediante la adición de nuevos sistemas y mecánicas


En 2016, Ska Studios dio a luz a Salt and Sanctuary, una experiencia souls like que -en ese entonces- parecía improbable poder adaptar con tanta maestría a un mundo 2D. Dicho juego se sentía como una suerte de ‘demake’ cuya atmósfera oscura era el lienzo sobre el que se pintaba una brutal aventura RPG que no tardó en volverse un gran referente en el género. Debido al éxito obtenido, la secuela no se hizo esperar y finalmente Salt and Sacrifice llegó en 2022 pero como exclusivo de la Epic Games Store y PlayStation. Ahora, a un año de su lanzamiento, el trabajo del equipo liderado por James Silva hizo su desembarco en Steam y Nintendo Switch. La pregunta aquí es ¿Valió la pena tanta espera?

Salt and Sacrifice nos lleva a las vastas tierras de Alterstone, un reino donde los criminales pueden optar entre dos vías de castigo: la muerte rápida o una vida de servicio eterno. No son pocos los que escogen la pena capital, aunque también están aquellos eligen servir. Estos parias de la sociedad quedan sentenciados a servir como Inquisidores Marcados tras someterse al «Rito del Martirio Mágico», teniendo como objetivo derrotar a una legión de magos que, desquiciados de poder, causan estragos en el mundo. La cacería no será fácil, puesto que tendremos que lidiar con bestias invocadas por los magos y con el propio terreno, lleno de puntos inaccesibles y trampas que causarán más de un problema en nuestra travesía.

De más está decir que la condena va más allá de la muerte, haciendo que el descanso eterno se desee tanto como una cerveza fría en verano. Cuando el protagonista muere resucita para continuar con su penitencia. Y he aquí el motivo por el que muchos otros optan por el camino rápido de la ejecución. Al igual que en los títulos de FromSoftware, la historia es críptica y se transmite a través del entorno o de interacciones con los NPC. Gran parte del argumento queda a nuestra libre interpretación y a hipótesis que formaremos gracias a ir atando cabos a lo largo de la aventura. Por lo tanto, descifrar más acerca del mundo, de quienes somos o de si existe un modo de poner fin a la penitencia que cargamos sobre nuestros hombros, dependerá enteramente de cuanto dediquemos a investigar y leer.

Salt and Sacrifice Análisis

La aventura inicia con nuestro protagonista reviviendo en el Valle del Absolutor, una suerte aldea poblada por comerciantes que nos proveerán de equipo y mercancías. A medida que avancemos en la historia comenzarán a aparecer no sólo nuevos diálogos, sino también equipamiento y habitantes con los que comerciar. En este mismo campamento es también donde podemos subir de nivel haciendo uso de un altar o acceder a las diferentes zonas del juego mediante un portal, utilizando una combinación específica de runas.

Al igual que en la primera parte, la moneda de cambio es la Sal, que también representa los puntos de experiencia obtenidos. Mediante el empleo de la misma, podremos subir el nivel del personaje que recibirá algunas mejoras mínimas en sus estadísticas. Gracias a ello, también obtendremos orbes que podremos invertir en un enorme árbol de atributos a través del cual desbloquearemos nodos para definir una clase con la que estemos a gusto. Salvo este último detalle, no hay demasiadas novedades en términos de progresión. Pero ojo, que ello no quiere decir que Salt and Sacrifice no tenga nuevas características.

Salt and Sacrifice Review

Esta segunda entrega presenta una mecánica principal sobre la que gira la acción: la cacería de los jefes principales al mejor estilo de Monster Hunter. Nuestro personaje tiene un claro objetivo que es buscar y capturar a los dichosos magos. Al hacerlo recibiremos interesantes recompensas con las que podremos volvernos mucho más poderosos. Sin embargo, este sistema resulta ser bastante fastidioso. Y quizá se pregunten ‘¿Por qué?’. Principalmente se debe a que cada escenario tiene un puñado de magos sueltos rondando por ahí. Es decir, no se encuentran en un lugar específico, lo que nos obliga a explorar, lo cual está muy bien. El inconveniente radica en que al atacarlos, los magos buscarán huir teletransportándose a otra zona. Esto hace que el backtracking se sienta forzado puesto que estaremos obligados a recorrer áreas exploradas con anterioridad.

Estas persecuciones son molestas porque nos toparemos con criaturas que estarán obstaculizando el paso generando situaciones un tanto engorrosas. Sumado a ello es menester mencionar que poco o nada varían las técnicas de combate de los enormes magos en una situación u otra. Entonces ¿Cuál es el sentido de perseguir a un enemigo poderoso por el escenario si al fin y al cabo la coreografía de combate va a ser idéntica durante todo el proceso de cacería? Cierto es que el desgaste del adversario se hace notorio y sus ataques se vuelven más erráticos. De todos modos, no se justifica el hecho de que debamos realizar travesías que en más de una oportunidad se antojan extensas y algo tediosas. Notoriamente es un aspecto que faltó pulir para evitar caer en momentos repetitivos.

Es una suerte que, a pesar de lo mencionado, el juego goza de unos escenarios amplios y bien trabajados. Además, existe una suerte de progresión tipo metroidvania ya que podremos acceder a ciertas zonas luego de obtener determinadas herramientas. De este modo, conseguiremos desbloquear escaleras y puertas que funcionan como una suerte de ruta alternativa o atajo. También existen entradas protegidas por magia, las cuales sólo pueden atravesarse al derrotar un número concreto de Magos.

Por contraparte, hay una serie de elementos derivados de este aspecto que entorpecen el desarrollo de la aventura. Los escenarios son geniales y muy grandes, pero al no disponer de un mapa resulta muy fácil perderse o dar muchas vueltas. Conforme avancemos encontraremos checkpoints en forma de obeliscos que nos permitirán reabastecer los consumibles y recuperar vida. También marcan el punto de partida en caso de morir, aunque no funcionan para subir de nivel o realizar viajes rápidos. Sólo nos permiten volver al campamento principal, pero aunque ya se hayan descubierto, al regresar a la zona en que están ubicados, apareceremos en el principio del escenario. Por lo tanto, sí, nos veremos obligados a recorrer una vez más los mismos territorios.

Quizá pareciera que Salt and Sacrifice es una de cal y otra de arena. Pero la realidad es que se trata de un título bastante sólido a pesar de sus criterios de diseño. La jugabilidad es bastante ágil y ofrece un arsenal más que satisfactorio. La variedad de armas y elementos consumibles permiten adaptar nuestro estilo de juego a cualquier circunstancia. También disponemos de un sistema de crafteo que resulta esencial para mantener, mejorar y fabricar nuevo equipo. De hecho, es de este modo que podremos conseguir las mejores piezas de equipamiento del juego, fabricada a partir de la materia prima recogida de los entornos y de los restos de enemigos eliminados, o comerciando con los proveedores de cada facción.

Otra característica que suma mucho a la experiencia en general es el juego en cooperativo. Esta es otra de las grandes novedades que se incorporan respecto de la entrega anterior. Tal y como sucede en los juegos de la saga Souls, podremos solicitar asistencia a otros jugadores y trabajar en equipo, o invadir sus partidas y atacarlos. Las recompensas se reparten por igual, por lo que no tendremos que estar preocupados de que nos roben el botín. Eso sí, sólo podremos sumarnos a partidas de jugadores que estén en aquellas zonas descubiertas previamente, lo cual ayuda a que las partidas se mantengan niveladas.

Visualmente dista en cuanto a la paleta de colores aplicada en Salt and Sanctuary, cuyos entornos super apagados aportaban una sensación de opresión extremadamente oscura y tétrica, y nos sumía en un ambiente turbio que solo brindaba refugio a las atroces bestias sedientas de sangre. Para esta secuela, Ska Studios optó por una representación apenas más colorida y la utilización de un filtro que profiere un aura de reciente asolación del hábitat que se explora. La primera entrega daba a entender que las zonas ya se veían inmersas en una corrupción total. Un cambio que casi pasa desapercibido, pero que mantiene la esencia estética original pese a su nuevo tinte.

En cuanto al apartado sonoro, la cosa es diferente. Aquí es notorio el valor de producción en relación a Salt and Sanctuary. Las melodías de Salt and Sacrifice están bien trabajadas, resultando en canciones agradables de oír, aunque no logran volverse lo más destacado del juego. En esta clase de videojuegos considero que bandas sonoras épicas o incluso el silencio absoluto en el que el entorno tenga el protagonismo, resultan ideales para calar en los tímpanos de los jugadores. De cualquier modo, y a pesar de no alcanzar lo memorable, tampoco flaquea y desentona en absoluto.

Salt and Sacrifice es un videojuego muy interesante que incluso logra innovar en algunos aspectos. Sin embargo, no termina de dar en el clavo con ciertas mecánicas, lo cual lo deja un par de escalones por debajo de su predecesor. Aún así, logra sostenerse sólidamente dentro del género, gracias a experimentar con elementos o sistemas que destacan en otras franquicias de renombre. El mayor acierto es la adición del multijugador que brinda más dinamismo a la experiencia y aporta motivos para mantenerse dentro de su mundo. La dificultad es asequible y la jugabilidad se nutre de la variedad de posibilidades provenientes del arsenal, del enorme árbol de atributos y un backtracking que -aunque obligatorio- premia a quienes decidan explorar hasta el último rincón del mapa.


FICHA TÉCNICA:

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Sobre Darío Gadea

Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II


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