ION FURY: AFTERSHOCK – Análisis

ION FURY: AFTERSHOCK – Análisis

Simplemente, más Ion Fury

Voidpoint busca dar vida a su boomer-shooter con Ion Fury: Aftershock, un DLC que mantiene lo bueno del juego original, pero deja pasar la oportunidad de evolucionar en ciertos aspectos


Corría el año 2016 cuando 3D Realms publicaba Bombshell, un título que iba a marcar el regreso de Duke Nukem. Sin embargo, al verse imposibilitados a usar dicha licencia, los planes cambiaron aunque la esencia se mantuvo intacta. Si bien el lanzamiento no estuvo a la altura de las expectativas, la editora no bajó los brazos y en 2019, junto a Voidpoint, dieron forma a Ion Fury. Es un videojuego que muestra todas sus cartas rápidamente. No intenta ocultar sus influencias ni por un segundo, siendo un retro-shooter que no solo consigue plasmar la jugabilidad típica de los ’90, sino que se siente como un bonito homenaje al bueno de Duke. Ahora, a 4 años de que el juego viera la luz, sus responsables presentan Ion Fury: Aftershock, un DLC que pese a sentirse continuista, ofrece un puñado de horas de diversión.

Ion Fury es un shooter en primera persona al que podría encasillar dentro del ¿género? ‘Boomer’. Es un juego que no trata de ocultar lo que es y, en reiteradas ocasiones, más que influenciarse parece que está rindiendo homenaje a una época. Esto no se queda solamente en cuestiones estéticas: la acción constante, el movimiento ligero y la intensidad están presentes. Desde el primer nivel, en los callejones de una gran ciudad infestada de enemigos, se puede sentir ese aura a Duke Nukem. Incluso en detalles tan puntuales, como por ejemplo la frecuencia en que nuestra protagonista -Shelly Harrison- suelta latiguillos latiguillos mientras revienta a todo lo que se pone en su camino a punta de pistola. Sin lugar a dudas, una carta de amor tanto para los fanáticos, como para un clásico que marcó una época.

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El problema con el trabajo de Voidpoint no se encuentra en la acción, en su protagonista, o en las referencias, si no en su propia ambición. Ion Fury peca de tener problemas de ritmo, expandiéndose en cuanto a duración más de lo necesario, haciendo que la experiencia pierda intensidad y por momentos se vuelva un poco frustrante y tediosa. Los niveles, diseñados con lujo de detalles, se tornan laberínticos haciendo que sea fácil perderse en ellos. Todo esto hace que completarlos a veces lleve más tiempo del que quisiéramos por estar dando vueltas por pasillos completamente vacíos. Y ni hablar si queremos descubrir todos los secretos que en ellos se esconden, los cuales son demasiados aún para los más complecionistas.

Pero ¿Qué sucede con Ion Fury: Aftershock? Siendo sincero, no mucho. O quizá demasiado, pero acarreando los mismos problemas de antaño. El DLC comienza justo cuando termina la aventura original y nos ofrece 15 niveles completamente nuevos. Todos los puntos fuerte del juego base -es decir su combate intenso y ágil- siguen estando presentes, pero se ven diluidos por los mismos factores. Esto también hace resaltar otras falencias, como la falta de variedad de enemigos, y la complejidad de los niveles que hace que sean difíciles de ver, ocasionando más de una muerte injusta aún en dificultades bajas. Y sumado a lo espaciado de los checkpoints, hacen que la experiencia sea, al menos por momentos, muy frustrante.

Sin embargo, hay algunos añadidos cuanto menos interesantes. En primer lugar, se amplia un poco el arsenal a nuestra disposición. Uno de los inconvenientes del juego original es que la carencia de munición obligaba a estar la mayor parte del tiempo alternando entre las mismas dos o tres armas. Ahora se añade un lanzamisiles, granadas de gas y una especie de escopeta con munición explosiva. No es que haya un cambio totalmente radical en este sentido, pero al menos ahora hay una ligera variación. A todo esto, también se incorporan varios powerups, lo cual siembre es bienvenido.

Ion Fury: Aftershock Shotgun Explosive

Lo más interesante de Ion Fury: Aftershock es posiblemente una de las mecánicas en las que Voidpoint ha hecho más hincapié: los segmentos en que conducimos una motocicleta. Eventualmente podremos subirnos a bordo de dicho vehículo y recorrer algunos niveles. El inconveniente con ello es que los mismos problemas con el diseño de los escenarios siguen estando presentes. Es como si el juego quisiera que vayamos rápido, haciendo explotar cosas y aniquilando enemigos, pero también pretende que busquemos secretos y exploremos. Y la verdad es que es que son dos vertientes que no terminan de encajar muy bien.

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Todo esto no hace más que acentuar la sensación de que Ion Fury es, en esencia, un juego de altibajos. Uno que pone una cucharada de cal y otra de arena, para crear una superficie áspera e incluso irritante, trasladando todo ese sentimiento al DLC. Aún así, no deja de ser una expansión bastante robusta que intenta (aunque no logra) subsanar los problemas de raíz. La nostalgia no siempre es motivo suficiente para pasar por alto ciertas cosas.

Ion Fury: Aftershock Flying Bike

Ion Fury: Aftershock es un DLC que difícilmente logre evangelizar a quienes estaban en dudas pero que, sin lugar a dudas, dejará satisfechos a los fans que quieran un poco más de lo mismo. Todos los puntos positivos del juego base se encuentran aún presentes y brillan más que nunca. Lamentablemente lo mismo se puede decir de sus puntos negativos, ya que muchas de las falencias del título de 2019 siguen estando presentes y, pese a sus añadidos, esta expansión no hace mucho por subsanarlas. Por lo cual, aquellos que se hayan visto repelidos por sus elementos frustrantes no encontrarán aquí la panacea o, tan siquiera, un cuento de redención. No obstante, es totalmente recomendable para quienes hayan disfrutado de la experiencia original en su momento y estén con ganas de pegar unos tiros más.


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Sobre Mariano Daneri

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