Historia de Dragon’s Dogma: Resumen, trasfondo y finales
¿Cuál es tu auténtico propósito?
por Ulises Corrales
por Ulises Corrales
Falta muy poco para la llegada de Dragon’s Dogma 2 y a fin de estar debidamente preparados para sumergirnos en la nueva aventura de Capcom, regresamos a la primera parte con el objetivo claro: Dar un repaso a la historia de Dragon’s Dogma. A lo largo de estas líneas analizamos algunas piezas clave, como qué significa ser un Arisen o qué simboliza el Dragón. Y si bien es cierto que la trama no era uno de los puntos particularmente fuertes de la primera parte, conocer los eventos del pasado nos permitirá hacernos una idea de a dónde nos dirigiremos en el futuro.
Aún a pesar de algunos altibajos, la historia de Dragon’s Dogma está impregnada por una épica que nos lleva a preguntarnos ¿Cuál es el propósito de la vida?. Al fin y al cabo, nuestro protagonista es tan sólo una pieza más que se mueve por un gran tablero de ajedrez, donde todo parece estar destinado a repetirse. Pero hay mucho más que eso, puesto que introduce ideas, conceptos y valores que aluden a la fragilidad de la naturaleza humana, a la vulnerabilidad del corazón y a los sentimientos. Antes de proseguir, un aviso: A partir de ahora abundan los spoilers acerca del primer juego.
Dragon’s Dogma nos lleva a un mundo atrapado en un ciclo interminable de traspaso de poder y vida, donde el destino de los hombres se encuentra en las manos del ente más poderoso del universo: El Senescal. Dicho ser, también llamado dios, es quien elige a un sucesor de voluntad férrea y persistente, capaz de dirigir el destino de la humanidad. Elegir a este mortal no es una tarea fácil y por ello él mismo el Dragón, la criatura más temible de todas las culturas, pueblos, lenguas y reinos, es la que pondrá a prueba a quien tomara el lugar como el nuevo administrador.
Arisen, es el nombre que recibe el elegido por el Senescal. Estos nacen cuando el humano da un paso firme hacia un objetivo; cuando el espíritu da pie a una acción. El dragón reconoce de forma instintiva a aquellos cuyo camino lo conducen a él. Y es así la sierpe podrá reclamar su corazón dejando en el pecho una cicatriz que atestigua que el órgano que representa la vida, los sentimientos, la voluntad y los deseos, ya no se encuentra ahí. Nuestro protagonista es como una vasija vacía, que puede llenarse con cualquier basura o con un verdadero tesoro.
La historia de Dragon’s Dogma comienza a orillas del pueblo pesquero de Cassardis, en reino de Soren. Allí encontramos a nuestro protagonista, un huérfano que perdió a sus padres en el mar y que no tiene la más mínima idea de lo que el destino tiene preparado para él. De repente, una voz quebradiza se escucha a lejos lejos. Cansada, angustiada y temerosa grita ‘¡Dragon! ¡Dragon!‘. El día que todos temían ha llegado, y así como Smaug consumió la Ciudad del Valle, Grigori lo envuelve todo en llamas y destrucción. Pero ahí está el elegido; el único con valor para enfrentar a la poderosa bestia y, tomando una espada, tontamente se lanza a la batalla.
Tal como ocurre en cada ciclo, el dragón arranca el corazón del elegido y se lo come. Es entonces cuando el destino de los hombres se pone en juego, puesto que ahora nuestro protagonista está maldecido por la bestia. Ahora, devenido en Arisen, emprende un viaje por recuperar su humanidad. Todo aquello que lo une a los mortales yace en las entrañas de la sierpe. Aquí cuando la voluntad del elegido por el Senescal se pone a prueba. Hablamos de actos, pensamientos, intenciones, deseos, secretos, verdades y mentiras que forjarán el mazo que romperá el ciclo y dará descanso al agotado administrador actual.
Actos insignificantes, como dar una limosna a un desamparado, hasta otros tan importantes como cumplir con tareas solicitadas por el mismísimo Duque Edmun Dragonsbane, definirán si el Arisen merece la oportunidad de regir al mundo y sus habitantes. Las decisiones que tome serán las que le darán a los hombres una nueva oportunidad de continuar en este mismo ciclo o iniciar uno nuevo. El elegido protege a los indefensos, exhorta a los pretenciosos y abusadores, confronta a los inquisidores y castiga a los hacedores de maldad. Pero también escucha a los sabios. Entre ellos, Dragonforged, un antiguo Arisen encargado de transmitir conocimiento a lo largo de las eras.
Después de mil años, de incontables tareas cumplidas, innumerables favores, de haber enfrentado a bestias y monstruos. De hacer frente incluso al mal más grande del universo, manifestado en la avaricia, ambición de poder, lujuria, glotonería, mentiras, y un lista interminable de pecados, deslices y faltas, perpetradas por la humanidad, finalmente un Arisen otorgará al Dragonforged, un descanso eterno. Sin embargo, antes deberá hacer frente a una última prueba; la más duradera, peligrosa y letal. El Arisen se enfrenta a su propia concupiscencia y maldad. Porque fácil es ayudar a los demás, pero corregirse a uno mismo requiere la más fuerte de las voluntades y la más férrea determinación.
Finalmente, el Arisen se encuentra frente al dragón, ante la bestia destructora de mundos que tiempo atrás robo su corazón. El órgano vital que llevó a un insignificante humano a jugar a ser el héroe y salvador del mundo. Pero también a uno que tiembla ante su propia debilidad y secretos. Un ser que huye de sí mismo y que no tiene camino o dirección, sino que se deja arrastrar por el viento como una hoja seca.
Grigori ofrece fortuna, vida eterna, poder y riquezas al elegido, pero sólo si este olvida su misión. El dragón lo ofrece todo a cambio de que el mundo siga a como esta. Al fin y al cabo, ¿Por qué destruir el equilibrio actual solo por recuperar un corazón?, ¿Acaso la vida del Arisen vale mucho más que la vida de todos los demás?. La muerte del dragón traería consecuencias. El estado del mundo lo estipuló el último Arisen, Edmun Dragonsbane, que escogió no luchar contra el dragón y convertirse en duque.
En este punto debemos hacer un gran paréntesis, puesto que la mencionada es una de las grandes revelaciones de la historia de Dragon’s Dogma. Descubrir dicha verdad significa sellar un pacto con Grigori. El mismo implica sacrificar a alguien cercano para que, al igual que hiciera Edmun, convertirse en el nuevo duque de la tierra, atribuyéndose atribuye el mérito de la victoria. Dicho de otro modo, se traduce como un final malo, con nuestro legado cimentado en mentiras.
Matar a la sierpe significa dar comienzo a un nuevo ciclo, quitar la vitalidad del Duque y dar paz al Dragonforged. Si decidimos seguir adelante y no ceder, recordando todo aquello por lo que luchamos, nuestro héroe en compañía de sus peones, finalmente enfrentarán el momento decisivo. Tras una larga batalla, el Arisen sube al pecho del dragón y tras un tajante espadazo corta su corazón, poniendo fin a la vida de Grigori y recuperando aquello que le pertenece. En ese momento el Dragonforged puede empezar a descansar, el previo Arisen pierde su poder, y la sierpe exhala su último aliento, transformándose en cenizas.
Ahora que el Arisen demostró ser digno de vencer todas las concupiscencias humanas y debilidades carnales, está listo para su audiencia con el Senescal. No obstante, antes deberá zanjar cuentas con el Edmun Dragonsbane que acusa a nuestro protagonista de haberle lanzado una maldición a través del dragón. El Duque de Soren, preso de la locura cae ante el filo de la espada del Arisen, que acusado de alta traición, debe huir. Es entonces que se adentra a las profundidades de la tierra, en la morada del administrador del mundo.
El Arisen está casi listo para heredar el mundo, pero su determinación y entereza se pondrá a prueba una vez más. Ahora, es el propio Senescal el que ofrece un trato ¿Convertirnos en dioses o vivir en paz?. Optar por la segunda opción regresará al elegido a Cassardis, con el aliciente de que el ataque del dragón nunca ocurre. El senescal estará decepcionado, pero el Arisen podrá vivir en paz.
Asumir el manto de un dios implica derrotar al propio Senescal. El Arisen debe demostrar que es mucho más que solo una cáscara vacía movida por fuerzas invisibles. Que nada en el mundo determina lo que él cree o quiere. Caer ante el Senescal significa que nuestro protagonista no es lo suficientemente fuerte como para administrar el mundo. Por lo tanto, su destino es convertirse en el dragón que pondrá a prueba a un nuevo elegido. De todos los finales, este es el que parece haber tenido mayor influencia en serie animada de Netflix.
Por contraparte, si el Arisen logra derrotar al Senescal, este le entrega el único artefacto que puede poner fin a su vida: Una espada llamada El Azote de Dios. Tras aceptar la afilada hoja y liberar al Senescal de su interminable destino, el Arisen se convierte en el nuevo Administrador del mundo, que guiará y cuidará de la humanidad hasta que decida la aparición de un nuevo sucesor. Un digno elegido que deberá ponerse a prueba mediante los Dogmas del Dragón.
En su forma de Senescal, el Arisen puede visitar Gran Soren y Cassardis, pero es invisible y no puede interactuar con nada ni nadie. Sin embargo, el destino no está sellado y así como el Azote de Dios puso fin a la vida del antiguo Senescal, también puede usarse para poner fin a la de nuestro protagonista. De este modo, el ciclo de los Arisen se rompe. La diferencia es que ahora, el fiel peón que siguió al Arisen durante toda la aventura, queda atrapado en el cuerpo de su antiguo maestro.
La historia de Dragon’s Dogma resulta realmente interesante, aunque alcanza su esplendor durante las instancias finales. Por otra parte, no está claro, pero Dragon’s Dogma 2 podría partir comenzar en dicho punto. Es decir, con el ciclo de los Arisen roto y un mundo destinado a morir lentamente. Aún queda por ver si el protagonista de la secuela será el antiguo peón u otra entidad. Sea como sea, recuerden que nuestra vida no le pertenece a Nadie. No la hemos ganado por derecho y el próximo 22 de marzo podremos emplearla a favor de la virtud o desperdiciarla en banalidades, según consideremos adecuado.
Sobre Ulises Corrales
Soy un apasionado de la fantasía oscura medieval y fanático de los soulslike. Cuento historias con voz sensual en cada hoguera en la que paro a descansar.
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