DOOM: THE DARK AGES – Análisis

DOOM: THE DARK AGES – Análisis

Picante suave

DOOM: The Dark Ages llega con la obligación de mantener en lo alto una franquicia muy importante con una entrega muy distinta a sus dos predecesores pero que cumple con lo que promete


Mirando hacia atrás, resulta difícil encontrar dos títulos dentro de la saga DOOM que sean totalmente similares. Ya desde DOOM II es muy fácil darse cuenta como cada entrega busca darle una vuelta de tuerca a la fórmula proponiendo algo nuevo. Eso sí, siempre moviéndose dentro de ciertos parámetros, entre los cuales tenemos esa primera entrega de 1993 que -estimo- todos conocemos y experimentos como DOOM III. Esto es importante remarcar, ya que teniendo en cuenta este punto de partida, es complejo analizar DOOM: The Dark Ages de forma cuantitativa, poniéndolo junto al título de 2016 o a Eternal, como si la evolución fuera totalmente lineal. Todos son iguales y a la vez diferentes, al punto de que podemos haber disfrutado muchísimo de uno, pero no tanto del otro.

He de reconocer que soy fan de la serie. Jugué desde el primer al último título de la saga, e incluso disfruté de la polémica tercera entrega. Aun así, intentaré hacer el pequeño ejercicio de comparar a DOOM: The Dark Ages como un sucesor de DOOM: Eternal, puesto que considero que dicho título marcó el punto de entrada desde el que un buen puñado de jugadores está encarando esta nueva entrega. Si partimos desde esa base debo ser franco: Aquellos que vienen de la segunda parte de esta trilogía -una minoría entre la que me incluyo- posiblemente se sientan un tanto decepcionados. Sin embargo, los que comenzaron con DOOM (2016) -de los que también formo parte- se encontrarán como en casa.

DOOM: The Dark Ages baja un par de cambios respecto a su predecesor. Profundiza en algunos elementos de Eternal, expandiendo opciones de movilidad y ciertos sistemas de combos con herramientas que fomentan un estilo de juego agresivo. También da un paso atrás en cuanto a lo estructurado que es a la hora de hacer uso de estos elementos, abandonado el planteo de combates al estilo puzzles. Y esto es importante, dado que podemos hacer uso de todo el arsenal del Doom Slayer de manera mucho más libre, como si fueran juguetes con los cuales podemos dejar fluir nuestra creatividad a la hora de tirarnos de cabeza a la carnicería.

En este sentido, DOOM: The Dark Ages es mucho más flexible y relajado que Eternal, pero más complejo e intenso que la versión 2016. Dicho de otro modo, funciona como una entrega que queda en un término medio. Casi como si diera un paso atrás en ciertos aspectos, pero paralelamente uno adelante profundizando en varias cuestiones clave. Y es que buscando cierta maleabilidad, por momento s se siente un tanto más sencillo de lo que uno esperaría. Porque, al fin y al cabo, cuando el juego nos ofrece todo un arsenal de armas para desatar el caos y la destrucción, tranquilamente se puede superar la aventura usando una o, a lo sumo, dos.

Lo mismo sucede con el sistema de combos y parrys. Si bien estos otorgan el beneficio de adquirir munición y salud como recompensa abogando por un enfoque agresivo, también es posible conseguir dichos recursos por la arena dada su abundancia. De nuevo, los elementos están ahí, pero se siente menos la necesidad de hacer uso de ellos. Al menos así se siente fuera de las dificultades más altas, dando como resultado una experiencia no tan restrictiva como la de Eternal, y un tanto más relajada, menos intensa y, hasta por momentos, incluso monótona. Parece como que el juego tiene miedo de exigir demasiado al jugador.

Doom: The Dark Ages Análisis

Ahora, saliendo de las comparaciones y hablando específicamente de lo que DOOM: The Dark Ages pone sobre la mesa, el parry y el sistema de combos conforman los dos ejes centrales sobre los cuales gira el juego. Esto se materializa en el escudo, que nos permite cubrirnos de los ataques enemigos. Esto hace que nuestro protagonista se sienta más resistente y nos permite pasar a la ofensiva rápidamente, pudiendo lanzarlo a lo Capitán América y acabar así con grupos grandes de enemigos débiles o aturdir a enemigos más poderosos. No obstante, el punto fuerte es que también podemos desviar ciertos ataques desencadenando poderosos contraataques potenciados por runas y reventar a los demonios con la interpretación que esta entrega hace de las ‘glory kills‘.

Es algo que resulta obligatorio dominar y perfeccionar si queremos convertirnos en una eficiente máquina de destrucción en cada combate. Esto se debe a que dicha mecánica de cobertura y contraataque es lo que a su vez articula muchos de los sistemas y encuentros. El mejor ejemplo de ello son los combos, implementado por la habilidad de ataque cuerpo a cuerpo, ahora atada a un cooldown que podemos reiniciar desviando ataques o matando enemigos. Por que ahora, además de hacer un gran hincapié en las armas de fuego, esta entrega de DOOM nos pide que interactuemos con los sistemas de parry/combo ya que consiste en la única forma de estar constantemente a la ofensiva. Y si algo no queremos hacer acá es resguardarnos detrás de una pared.

Doom: The Dark Ages Review

Las otras dos estrellas de DOOM: The Dark Ages son Serrat y Atlan. Quienes hayan seguido el juego desde su anuncio entenderán a quienes me refiero, ya que son quienes se llevaron todas las miradas en los trailers. Estoy hablando, claro está, del dragón y del mecha gigante, respectivamente. No voy a negar que esto es algo que me entusiasmó mucho cuando lo ví. Lamentablemente, estos dos aspectos del juego son bastante pequeños y no muy profundos. Apenas hay un par de niveles dedicados a cada uno y en ninguno de los casos la jugabilidad llega a sentirse lo suficientemente profunda.

Por el lado del Atlan, sus niveles consisten en avanzar hacia adelante haciendo uso de un básico sistema de combate cuerpo a cuerpo y ya. En el caso de Serrat, lo podemos utilizar como montura en niveles donde funciona más como un medio de transporte que otra cosa. Por supuesto que la aparición de estos elementos se agradece como un cambio de ritmo cada tanto. Y lo cierto es que nunca se abusa de su estadía, por lo que no se terminan haciendo tediosos. Aún así, siento que les faltó una vuelta de tuerca para hacerlos interesantes en cuanto a jugabilidad o, al menos conar con niveles más espectaculares a nivel visual, pero lo cierto es que terminan siendo más bien olvidables.

Doom The Dark Ages Reseña

Uno de los grandes puntos a favor de DOOM: The Dark Ages se encuentra en su ritmo y duración. DOOM (2016) sufría de una campaña que se volvía un poco larga de cara al final, mientras que Eternal contaba con unos niveles demasiado grandes aún con todo su frenetismo y velocidad. En esta ocasión, estamos frente a un juego que puede extenderse tanto como queramos ya que cada nivel cuenta con muchísimos secretos, o volverse breve y conciso si simplemente nos dedicamos a completar los objetivos principales. Por contra, esto hace que los niveles tal vez se sientan un tanto menos memorables.

De cualquier modo, ahora tenemos mucha más agencia a la hora de avanzar por cada nivel. Además, la campaña en general, con una duración de 22 capítulos en total, llega a su final antes de comenzar a estancarse. El título mantiene un buen ritmo entre niveles lineales o abiertos y otros a bordo del Atlan o montando a Serrat. A esto debemos sumar a algunos jefes que marcan algunos de los momentos más sobresalientes de la experiencia. Esta entrega también juega con la exploración, permitiéndonos volver sobre nuestros pasos si queremos descubrir secretos o completar desafíos.

Por contraparte, uno de los mayores puntos negativos que tengo con DOOM: The Dark Ages -y aquí hablo como un defensor a ultranza de DOOM: Eternal– reside la baja intensidad y en lo poco que exige al jugador. Además, sus niveles abiertos y breves, sumados a una postura algo relajada, contribuyen a que la experiencia se sienta menos memorable. La sensación general con la que me quedo, es que falta cierto condimento, punto picante, o como se quiera llamar. La música, las cinemáticas, los niveles, tienen fuerza pero nunca llegan al nivel de intensidad que esperaba. Es como si el juego tuviera miedo de dar ese paso que siento que quiere dar. No estoy seguro de porqué, pero estimo que por miedo de llegar a intimidar o abrumar, tal como lo hizo la entrega anterior.

Esto es particularmente evidente en el apartado narrativo y la música. En cuanto a lo último, si bien es decente, no destaca y nunca explota. Que no se mal entienda: Acompaña y crea clima, pero nunca termina de llegar a los puntos álgidos que marcaron sus predecesores. En cuanto a la trama, si bien tiene algunos momentos muy interesantes, tampoco llega a desenvolverse con fluidez. Las cinemáticas parecen ausentes por momentos, o cortan antes de lo necesario. Tal es así que más de una vez empecé una misión sin tener muy en claro que estaba haciendo ahí ni cómo había llegado.

DOOM: The Dark Ages es muy bueno. Es único. Trae su propia propuesta y la ejecuta de manera magistral, pero al mismo tiempo se siente extraño. No es que le falte un toque de horno, pero carece de condimento; de un toque picante. Se siente contenido, con miedo a dar todo lo que tiene para ofrecer. Es DOOM, pero a media asta. Porque sí, es divertido y frenético, tiene acción, gore, y heavy metal, pero nunca llega a estallar. De cualquier modo, aun para aquellos con un paladar más duro -entre los que me incluyo- que buscamos ir a mil todo el tiempo, esta entrega ofrece lo que esperaríamos de esta saga y ofreciendo diversión y muy buenos momentos.


FICHA TÉCNICA:

Suscríbete a nuestro Newsletter

Compartir artículo:

Cebanos un Matecito

Sobre Mariano Daneri

Me gustan las milanesas con fideos.


Artículos más recientes

Buscar