Los magos y brujos son figuras míticas dentro del medievo fantástico. Son seres capaces de realizar proezas inimaginables para el humano promedio. Viajar por diferentes planos o detener a una gargantuesca criatura al grito de ‘You shall not pass’ son tan solo algunas de ellas. Sin embargo, en Wizard With a Gun las cosas se sienten algo diferentes. En lugar de ver al típico señor de barba blanca con una varita en sus manos, tenemos a una suerte de Clint Eastwood que realiza magia disparando una pistola. Apreciaciones al margen, en el título de Galvanic Games podremos vivir la fantasía de ser una suerte de mago-cowboy. Uno que, a base de convertir en colador a quien se ponga en su camino, deberá salvar al mundo de su inminente final.
Wizard With a Gun es un roguelite con un control estilo twin-stick shooter y toques de supervivencia, pero que no cae dentro de lo convencional. No hay que preocuparse de comer, de aguantar el crudo invierno o siquiera de crear una granja. Tampoco hay un sistema de progresión que dependa de la muerte o la experiencia obtenida en cada run. Por el contrario, se recolectan materiales pero para investigar y fabricar mejores armas con las que destruir a nuestros enemigos. Además, su estructura tipo sandbox ofrece libertad para explorar el mundo casi con total libertad y de cumplir con los diferentes objetivos planteados en el orden que deseemos. También es un título pensado para ser jugado con amigos, puesto que el factor diversión se incrementa notablemente. Sin embargo, es también su propio diseño el que hace que la experiencia se sienta reiterativa y, en cierto punto, lineal.
El juego comienza con la tierra Shatter sumida en el caos. Nuestro deber como ‘Cañonmante’ consiste en restaurar el orden, pero ¿Cómo podemos hacerlo teniendo en cuenta que ya todo está perdido? Bueno, que el fin del mundo haya llegado, no significa que no exista una oportunidad de salvarlo. Gracias a una herramienta mágica conocida como la Rueda del Cronomante (ubicada en una torre erigida en los confines de una dimensión alterna) podremos retroceder el tiempo para llegar hasta el génesis del cataclismo y detenerlo. El único problema es que necesitaremos una serie de engranajes, los cuales tendremos que arrancar de las frías manos de nuestros enemigos. Recuperarlos no solo es indispensable para cumplir con dicho cometido, sino también para acceder a nuevas zonas del mapa.
Un detalle importante, es que la Rueda del Cronomante puede retroceder el tiempo, sí, pero de forma limitada. Concretamente, 5 minutos antes de que se desate el cataclismo. Eso significa que además de que solo tendremos disponible una pequeña parte del mundo, dará inicio a una carrera contrarreloj. Por lo tanto, además de buscar las codiciadas ruedas dentadas, también tendremos que reunir diversos recursos. Estos nos permitirán construir varias herramientas indispensables para investigar nuevos poderes y habilidades que nos permitirán llegar más lejos en cada incursión. Y este es el loop de juego que propone Wizard With a Gun: volver atrás en el tiempo, buscar engranajes, mejorar nuestro equipo en la torre y repetir. Eventualmente, luego de cuatro o cinco retrocesos podremos enfrentar a uno de los jefes y, tras su derrota, acceder a nuevos biomas.
Si bien el mundo, la narrativa e incluso el bucle jugable puede que no ofrezcan una profundidad extrema, Galvanic Games ha dado vida a un título interesante y divertido. No solo porque artísticamente es muy llamativo, colorido y con mucha personalidad. Sino porque es un testimonio de lo mucho que se puede hacer con tan poco. El gancho que ofrece la historia y la forma en que se cuenta, ayuda a que uno como jugador se sienta involucrado. Ese deseo de conocer qué es lo que dio inicio al apocalipsis, resulta ser un excelente incentivo para seguir adelante, al margen del sinsabor que ofrece el desenlace. Además, que nuestro Cañonmante se vuelva más poderoso no es algo complicado debido a que todo está atado a un sistema de crafteo e investigación muy intuitivo.
Acceder a los diferentes bancos de trabajo tampoco es difícil, aunque primero será necesario conseguir los planos para construirlos. Es por esto que contamos con un libro especial llamado ‘Primera Edición’ que puede ‘escanear’ prácticamente todo lo que vemos en el mundo. Esto incluye también a los enemigos, NPC y estructuras que encontremos en nuestras andanzas. Cada vez que escaneamos algo, se agrega una nueva entrada al glosario, obteniendo información detallada del objeto o criatura en cuestión. Esto habla de cuanto se preocuparon en Galvanic Games de crear un trasfondo sólido para su título. Además, es una forma práctica de realizar un seguimiento y saber qué cosas hemos visto, cuáles nos faltan por ver y de cómo funciona todo.
La simpleza de sus mecánicas es lo que hace que Wizard With a Gun destaque, pero también es lo que por momentos le juega en contra. El juego tiene una duración de alrededor de diez horas, pero termina de introducir todas sus mecánicas en tan solo 30 minutos. Luego, todo se resume a realizar el mismo loop una y otra vez hasta llegar al final. Afortunadamente las runs son cortas y, si bien hay formas de extenderlas, es bastante frecuente tener que regresar a la torre aún cuando restan varios minutos hasta que llegue el fin del mundo. A veces porque no hay suficiente espacio en el inventario o porque alcanzamos un nivel de poder tal que conseguir los engranajes se siente como un trámite.
De hecho, tampoco es que sea un juego especialmente difícil. Es decir, si bien los enemigos abundan y cada nuevo bioma tiene sus peculiaridades, morir es algo que podría considerarse como anecdótico. Eso sí, tampoco es algo que vamos a querer que nos pase porque regresaremos a la torre habiendo perdido no solo las balas disparadas (que son limitadas), sino también todos los recursos y engranajes que llevásemos encima. No es una penalización especialmente grave, pero si molesta, en especial cuando nos quedamos sin munición o por un descuido atacamos a un enemigo ligeramente más poderoso que el nivel de nuestras armas.
Ahora, todo esto cambia cuando se disfruta de Wizard With a Gun con un amigo. La experiencia es mucho más gratificante porque, además de que la progresión se acelera y de que si uno muere el otro jugador puede revivirlo, se saca un mejor provecho al gran abanico de armas y municiones disponibles. Por ejemplo, uno de los Cañonmante puede usar un rifle que dispara balas eléctricas, mientras el otro una escopeta con munición de fuego. En este sentido, la creatividad a la hora de combinar diferentes ‘hechizos’ se siente recompensada haciendo que el combate en ciertos biomas sea más sencillo. También facilita las labores de escaneo de la Primera Edición. Pero lo más importante, hace que cada run sea más divertida, a pesar de su repetitividad.
Más allá de todo lo mencionado, quizá el mayor problema es que el endgame es muy limitado. Una vez termina la historia principal no hay demasiados incentivos para seguir dando vueltas por el mundo de Shatter, más allá de buscar los engranajes que hayamos olvidado por el camino o escanear esas tres o cuatro cosas pendientes. Sin embargo, es bueno saber que pronto habrá más contenido disponible a través de DLC. De momento Galvanic Games ha confirmado tres actualizaciones gratuitas que añadirán nuevas armas y zonas. No estaría mal que también amplíen un poco más la historia, puesto que a pesar del buen trabajo que hacen para mantenernos enganchados, la conclusión de la misma se siente bastante descafeinada.
Wizard With a Gun es un videojuego con potencial y que de seguro mejorará conforme pase el tiempo. Eso no quiere decir que sea malo ni mucho menos. Por el contrario, es una experiencia divertida e ideal para pasar el rato poniéndose al día con un amigo, una lluviosa tarde de domingo. Su jugabilidad dinámica y la sencillez de su progresión, convierten al título de Galvanic Games en uno accesible para todo el mundo. Todo esto hace que el lado de la balanza en que se encuentran sus aciertos pesen más que aquellas carencias o asperezas que a día de hoy presenta la producción. Pero, al margen de todo ello, nada ni nadie puede quitarle el mérito de ponernos a pensar en la cantidad de problemas que se habrían ahorrado Gandalf o Harry Potter si hubieran usado una AK47 en lugar de una varita mágica o un bastón.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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