Hace poco hice una reseña sobre Dicey Dungeons, donde explicaba que no había jugado demasiados títulos dentro del género roguelike con armado de mazos por la frustración que me generan. Es como que ver un juego en Steam que tenga dichas etiquetas y huyo de ellos porque se me dan bastante mal. No obstante, hay algo que me llama la atención. Es una dicotomía que se genera entre ser consciente de no lo voy a pasar bien y el deseo de descubrir un videojuego del estilo que quizá esté a la altura de mis habilidades. Además, por lo general se ven bonitos y eso es un gran punto a tener en cuenta. Por lo tanto, cerré los ojos y decidí meterme en el mundo de Wildfrost, debido a que me cautivó con su arte y, aún sabiendo el sufrimiento que me deparaba el futuro, darle una oportunidad.
Wildfrost es un roguelike que invita a disfrutar de una fantástica aventura donde el objetivo será poner fin al eterno invierno. Por suerte esto no es algo que debamos hacer solos, puesto que contaremos con la ayuda de los habitantes de Snowdell. Este pueblo de sobrevivientes nos prestarán su ayuda y será como la base de operaciones desde la cual vamos a preparar el mazo de combate y realizar otras actividades. Y una vez listos, salir por ahí a enfrentar a los diversos enemigos que intentarán interponerse en nuestro camino.
La jugabilidad se divide entre la estadía en el pueblo, donde prepararemos todo para la aventura, y la exploración del mundo. En Snowdell podemos desbloquear cartas y compañeros, o visitar diferentes establecimientos, que van desde aguas termales hasta un local donde conseguir mascotas que nos acompañen. Algunas de estas tiendas mejorarán sus servicios al completar metas específicas relacionadas a las mismas. Por ejemplo, derrotar a cien enemigos, realizar determinada cantidad de daño, y cosas por el estilo. Además, cumplir estos desafíos también otorgan recompensas como nuevas cartas o artilugios e incluso hasta tribus (más adelante explicaré eso). Por lo tanto, nunca está de más tener en cuenta cumplir con estas misiones cuando estemos explorando.
En cuanto la exploración, Wildfrost presenta un mapa dividido en nodos, por lo que podemos tomar diferentes caminos simplemente seleccionando la casilla a la que queramos ir. Al salir del pueblo siempre habrá disponible un combate inicial y, al terminarlo, se abrirán dos rutas por las cuales elegir. Como es costumbre, cada punto muestra lo que nos depara, por lo que podemos determinar si es conveniente escoger esa ruta o no. También hay varios eventos que se presentan a lo largo del recorrido. Algunos de ellos ofrecen recompensas como cofres del tesoro con cartas, monedas u objetos. En general explorar resulta bastante intuitivo y se presta para la estrategia, ya que hay que decidir qué sendero será más benéfico para avanzar en la partida.
Respecto al tema de las tribus, son básicamente las facciones con las que podemos jugar. Al iniciar una partida, tenemos tres héroes para elegir que liderarán el mazo. Estas cartas especiales se generan de forma aleatoria, por lo que hay variedad, y son bastante fuertes. Sin embargo, habrá que protegerlas ya que su muerte significa la derrota. Para ello contamos con distintos naipes que variarán dependiendo de la facción a la que pertenezca el personaje, y sus efectos serán únicos de ese grupo en específico. Este añadido se me hizo bastante interesante, ya que el factor de aleatoriedad hace que el héroe y sus habilidades sean diversas. También se me hizo genial la diferenciación de habilidades para cada tribu.
El combate es por turnos, pero eso no quiere decir que las cartas puedan atacar en todas las rondas. Las unidades tienen un contador que indica cuándo llegará su momento de actuar. Este conteo es inherente a cada carta y jugar cualquiera de ellas hará que su momento de actuar se reduzca. Sin embargo, hay variables que aceleran o ralentizan el mismo, como los objetos o estados alterados. En el campo de batalla sólo podremos colocar cartas de unidades o artilugios, contando con seis casillas a la izquierda para nuestro equipo, mientras que a la derecha se ubicarán los enemigos. Y todas las cartas, sin importar su tipo, contribuyen a disminuir la cuenta regresiva para que las unidades entren en acción.
Wildfrost plantea un giro de tuerca novedoso en el combate porque da margen para planificar estrategias y desatar poderosos combos que pueden terminar con cualquier batalla en un abrir y cerrar de ojos. Hay una gran variedad de cartas y sinergia entre ellas. En mi caso, he pasado mucho tiempo armando mazos, probándolos y cambiando naipes para potenciar todo ello. Es estupendo y lo mejor es que el apartado jugable es realmente simple de entender. Por lo tanto, para alguien que no tiene mucha experiencia en este tipo de juegos -como es mi caso- es algo realmente genial. Qué más decir.
Al margen de lo mencionado, no tengo mucho más para añadir acerca del título. Bueno, en realidad sí: el apartado visual es hermosamente adorable. Como dije al comienzo, es lo que me cautivó cual canto de sirena. Tiene un estilo encantador y que me dejó maravillado desde que lo vi. Su arte caricaturesco en 2D es simplemente brillante y presume, sin vergüenza, de un diseño de personajes carismático. Me dejó embobado. La banda sonora no se queda atrás, contando con melodías geniales, animadas y sobre todo pegadizas, y que se ajustan muy bien al ambiente en general. Hay una armonía muy bien lograda en lo técnico, lo cual siempre es un puntazo a favor. Al menos desde mi punto de vista.
En definitiva, Wildfrost es un juego que entra por los ojos con un apartado artístico muy singular, per que atrapa con una jugabilidad entretenida y desafiante. Además, si bien el juego se muestra muy adorable, la trama es bastante seria, revelándose poco a poco a modo de entradas en un diario. Lamentablemente, no puedo dar muchos detalles de ello, ya que todavía tengo mucho por ver y descubrir. Me parece una belleza de juego, con mecánicas cuidadosamente trabajadas al que vale la pena darle una ojeada. Y lo más importante es que debo admitir que encontré que el problema con los roguelike de armado de mazos soy yo. Se me dan muy mal, y es lo que hay. Aún así, lo recomiendo muy fuerte.
Sobre David Cedres
Fanático del anime, la ciencia ficción y por supuesto los videojuegos, de preferencia indies.
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