El salvaje oeste. Ese periodo histórico, que vaya uno a saber que tan salvaje era en realidad, es, sin lugar a dudas, uno de los escenarios que más historias supo brindar. Tanto en mi infancia, pero especialmente en mi adultez, este casi mitológico universo, popularizado por los Spaghetti Western de Sergio Leone, me hizo testigo de muchísimas leyendas, cuya velocidad para desenfundar sus armas y disparar, era mucho mayor a la de razonar con las palabras. Juego, mujeres, justicia o venganza. Cualquier excusa era buena para desatar una balacera sin precedentes.
Tomando como fuente de inspiración todas estas características, e inclusive algunas más, es que Ostrich Banditos da luz a Westerado: Double Barreled, un videojuego que detrás de su simple apartado gráfico, esconde una profundidad tal, que se siente prácticamente como un mini Red Dead Redemption. ¿Qué? ¿Crees qué estoy exagerando? Ni tanto. El pequeño estudio holandés ha sido artífice de un título que da -dentro de sus límites- un nivel de libertad bastante inusual y más bien propio de producciones AAA.
En Westerado: Double Barreled (Westerado de aquí en más) asumimos el rol de un joven cowboy, al que unos despiadados bandidos le han quemado el rancho. Pero no solo eso, también llenaron de plomo a su madre y a su hermano, dejándolo sin hogar y sin familia. Allí es donde comienza el viaje de nuestro «héroe», un muchacho sin nombre, que deberá buscar al responsable de tal atrocidad y llevar a cabo su venganza. Ese es todo el argumento, la premisa sobre la que se construye este sandbox que, a pesar de brindar instrucciones claras de lo que hay que hacer, te da la libertad de seguir tu propio camino y resolver las situaciones como mejor se crea conveniente.
La estructura del juego en sí, es bastante simple. En primera instancia solo se tiene un único objetivo: Encontrar al asesino y matarlo. Esta tan simple como trazar una línea recta del punto A al B, y ya. Sin embargo, en la medida que comencé a recorrer el mundo, a explorar las ciudades y a interactuar con los ciudadanos que habitan en ellas, fui encontrando diversas tareas secundarias que cumplir. Lo interesante de llevar a cabo estas misiones, es que como recompensa no solo se obtiene dinero, sino también una pequeña descripción de como luce el criminal que hay que buscar: qué sombrero tenía, qué cinturón llevaba, de qué color es su ropa, etcétera.
Algo que me gustó mucho, es que -como mencionara- Westerado ofrece la libertad de hacer lo que se crea conveniente. Es decir, que se puede incluso acusar de asesino al primer personaje con el que se habla. Eso sí, andar tildando de culpable a todo el mundo no es una práctica recomendable debido a que me ocasionó un sinfín de problemas. Pero lo mejor es que aun cuando tuve la certeza de quien era el malhechor que había arruinado la vida del protagonista, el juego me puso a prueba, planteándome dudas de si era o no el culpable, haciendo que tuviera que sonsacar la verdad a punta de pistola. Literal.
En Westerado, el tema de la libertad no es broma. Para darles un ejemplo, además de acusar a quien queramos, en medio de cualquier conversación podremos desenfundar el revolver y apuntarlo directo a la cara del interlocutor en cuestión. Quizá se pregunten ¿Para que sirve esto? Simple, para obligar a las personas a cambiar de opinión, para que nos den información, para asaltar el banco o simplemente por diversión. Ver como se espantan los personajes cuando se amartilla el arma es sencillamente genial y sin lugar a dudas una mecánica que Ostrich Banditos ha implementado de perlas.
De todos modos no es el único uso para los revólveres, ya que también serán necesarios para defendernos de la innumerable cantidad de bandidos que deambulan por los senderos que forman parte del mapa. Lo bueno es que no siempre se ocupa el lugar del «pobre indefenso», porque eventualmente podremos convertirnos en cazadores de recompensas, haciendo que debamos explorar áreas enteras para eliminar forajidos a cambio de una recompensa. Un detalle que se desprende de esto y que realmente me encanto, fue que luego de mandar al más allá a decenas de criminales, los bandidos comenzaron a tenerle miedo a mi personaje, llegando al extremo de implorarle por sus vidas.
En Westerado es el jugador el que elige como llevar adelante su historia, a quien ayuda, a quien no, quien vive o quien muere, todo sin se nos tilde de buenos o malos. Uno es libre de hacer lo que quiera, al punto de poder desenfundar una escopeta en medio del poblado, ir a la oficina del sheriff y mandarlo a criar malvas. Para este fin es que el título implementa un sistema de combate, algo simple pero funcional, que consiste en moverse para esquivar los disparos y tener un buen timing para que cada bala que escupa el cañón del revolver cuente. Es interesante que para jalar del gatillo, primero haya que levantar el arma para apuntar, luego amartillar para que finalmente se ejecute el disparo. También hay que tener en cuenta el interesante detalle de que las balas son infinitas pero se recargan de a una en una.
Westerado hace prácticamente todo bien, incluso en su hermoso y simple apartado artístico, presentando escenarios detallados, bellamente coloreados por una paleta de varios tonos de anaranjado y amarillo, que me hicieron sentir que estaba en una de esas míticas locaciones italianas en que tantas películas se filmaron. La banda de sonido tampoco se queda atrás, con melodías compuestas por pianolas, guitarras, banjos y trompetas que varían de acuerdo a los lugares que se visitan.
Justamente es ahí donde se termina de redondear este hermoso título, en lo técnico, porque me metió de lleno en un salvaje oeste lleno de guiños a aquellas cintas protagonizadas por Franco Nero, Clint Eastwood o Eli Walach. Si hay algo que puedo reprocharle a Westerado es que no es un videojuego especialmente extenso, ya que en solo cuatro horas (que pueden reducirse a una o dos) se puede terminar de pies a cabezas. Sin embargo, se puede volver a jugar con nuevos protagonistas que se desbloquean en el transcurso de la partida. Y por si fuera poco, también existe también la posibilidad de jugar en cooperativo para cabalgar por las llanuras en compañía, poniendo fin a la mísera existencia de cuanto criminal se busque, o porque no, jugando unas manos de poker en el saloon.
Lo que ha realizado Ostrich Banditos con Westerado: Double Barreled es realmente loable, ofreciendo un mundo abierto y lleno de posibilidades. Tiene sus puntos flacos, como la simpleza del combate o la escasa duración. Pero por otra parte compensa con rejugabilidad, un cuidado apartado artístico acompañado de una banda sonora de muy buen nivel y la libertad para hacer lo que queramos, claro está, dentro de las posibilidades que brinda el título.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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