Desde hace algún tiempo, el terror psicológico encontró su lugar dentro del panorama del videojuego independiente. A base de un pixel art hipnotizante y detallado, dichos títulos no solo consiguen captar nuestra atención, sino que también inspira tanto a jugadores como desarrolladores. Un claro ejemplo de ello lo tenemos en Vlad Circus: Descend Into Madness, una propuesta que detras de una colorida fachada nos invitaba a descubrir una historia marcada por los traumas del pasado. Es un juego que en lo personal disfruté mucho, por lo que cuando tuve la oportunidad de dar un primer vistazo a Vlad Circus: Curse of Asmodeus, no lo dudé ni un segundo.
Lo que el estudio argentino Indiesruption se encuentra macerando a fuego lento es ni más ni menos que de una precuela que extiende el trasfondo que envuelve las desdichas de un circo caracterizado por sus peculiares estrellas y los siniestros que lo llevaron a la ruina. Una vez más, volvemos a sumergirnos en los rincones más turbios de la mente, aquellos que resguardan acontecimientos no absueltos a través de un relato coral que aparentemente apunta a una perspectiva más ambiciosa. Esto queda en evidencia gracias a un desarrollo narrativo más profundo que adopta la culpa y los traumas como principales musas.
Vlad Circus: Curse of Asmodeus amplía de forma inteligente el universo del circo maldito, trasladando la acción desde la introspección psicológica hacia una narrativa más externa, pero igual de inquietante. Con una estética que remite a la sordidez de los freak shows de principios del siglo XX, el juego refuerza su identidad visual a través de un pixel art sombrío, opresivo y detallado, que a cada paso nos recuerda que estamos pisando suelo condenado. En esta oportunidad, no solo exploramos la mente quebrada de un hombre, sino los ecos sobrenaturales de un mal que todavía campa a sus anchas.
La historia nos sitúa en una época posterior a los sucesos de Descend Into Madness. Ahora tenemos un nuevo protagonista llamado Josef Petrescu, que carga consigo el legado trágico de los sobrevivientes del circo de Vlad, su hermano mayor. Lo que al inicio se antoja como una oportunidad para investigar antiguos rumores y leyendas, rápidamente se convierte en un descenso espiritual por demás perturbador con matices muy oscuros. Curse of Asmodeus se precipita con una furia renovada, afectando no solo a los personajes sino al propio entorno que se distorsiona, cambia y se vuelve enemigo. No se trata solo de sobrevivir, sino de resistir a caer en las fauces de la misma oscuridad. Esa que un día consumió las franjas coloridas de la carpa que tantas risas y asombro supo cosechar.
A nivel jugable, Curse of Asmodeus mantiene el esquema de su predecesor. Es una aventura narrativa con mecánicas de exploración lateral, puzles ambientales y diálogos que cargan con peso emocional. Pero aquí la interacción adquiere un nuevo ritmo. Los pocos acertijos que pude ver en este adelanto se antojan ligeramente más elaborados y conectados con la mitología interna del juego. Para resolverlos, hace falta una lectura activa del entorno y una interpretación simbólica de cada elemento que lo puebla. Hay ecos del survival horror clásico, especialmente en la gestión de recursos escasos y en la necesidad de encontrar la utilidad de cada objeto recolectado.
Narrativamente, el juego se apoya en documentos, cartas y objetos que amplían el trasfondo del circo y del propio Josef. No me cabe duda de que el equipo de Indiesruption se anda con una historia dolorosamente volátil. Una donde cada recuerdo se desarrollará con una pesadez que resultará insoportable para nuestro protagonista. En especial porque para este show estaremos interpretando a un sujeto más complejo de lo que aparenta a simple vista. Y es que teniedo en cuenta que se trata de un ludópata con problemas para controlar su mal genio combinado con un mal habito por el trago y las precarias habilidades sociales, claramente dará mucha tela para cortar.
Técnicamente, Vlad Circus: Curse of Asmodeus mantiene el estilo pixelado. Gracias a su estética, animaciones, paleta de colores, el uso de luces, sombras y efectos de paralaje lo convierten en un título visualmente atrapante. El trabajo detrás del diseño de cada escenario y personajes es sumamente notable y vuelve cada detalle más palpable. Así mismo, el control responde con precisión y los menús, aunque austeros, son funcionales. Junto a sus visuales, uno de los logros que tampoco pasa desapercibido es el apartado sonoro. La música, actúa como un vaivén. A veces guía, a veces engaña. En ciertos momentos, incluso se detiene por completo, dejándonos envueltos en un silencio tan espeso que permite oír el goteo lejano de un caño de agua. El diseño de sonido, por su parte, utiliza ruidos mínimos, logrando generar tensión sin necesidad de recurrir al sobresalto fácil.
Vlad Circus: Curse of Asmodeus se perfila como un viaje tan trágico como fascinante. Los horrores que caracterizan esta saga, que también comprende una novela, no provienen de entidades que acechan en las sombras, sino de acontecimientos perturbadores que dañaron la psique de sus protagonistas. Parte de la premisa de una sobrecarga emocional que se alimenta de la culpa y ese aspecto es lo que hace más interesante su argumento. Esta versión anticipada presagia una experiencia lúgubre y absorbente que demuestra una mayor maduración del equipo de desarrollo. No caben dudas que el título nos permitirá experimentar un descenso implacable donde cada reflejo pixelado hacia el pasado tendrá un peso enorme. Bajo este escenario, sólo queda preguntarse cuánto más puede resistir el alma antes de quebrarse por completo.
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Sobre Darío Gadea
Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II
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