Un tráiler en el que se muestran las cosas correctas, puede ser determinante a la hora de darle una chance a un videojuego o pasarlo completamente por alto. En el caso de Vengeance of Mr. Peppermint, su anuncio marca todas las casillas necesarias para generar interés en los jugadores, pero también en los fanáticos de thrillers coreanos. Y es que el trabajo de Hack The Publisher está fuertemente inspirado por películas como Sympathy for Mr. Vengeance o The Chaser. De hecho, tan solo hay que ver su estética y la forma en que está planteada su jugabilidad para que lo primero que se venga a la mente sea la icónica escena del pasillo de Oldboy. Tomar ese concepto e implementarlo en un videojuego suena excelente en papeles, pero por desgracia, a pesar de la violencia y estilo, la ejecución se siente torpe.
Los primeros compases de Vengeance of Mr. Peppermint son bastante buenos, con una breve introducción que marca el tono de la historia e inmediatamente nos pone en los zapatos de Lim (o mejor dicho, Peppermint, como él se autodenomina). Es un sujeto duro y con estilo, muy en la línea de Kazuma Kiryu, que se ve inmiscuido en una búsqueda de venganza, donde su objetivo es encontrar al responsable del asesinato de su hermana. Con esa información en mente, comenzaremos a transitar el primero de los 6 niveles que componen el juego, dejando un reguero de cadáveres a nuestro paso. Gánsteres, matones o cultistas, todos y cada uno de ellos tendrán el dudoso honor de probar la violencia de nuestros puños y patadas.
El inicio es realmente elegante, con un antihéroe sumamente despiadado que pone patas arriba el sórdido y lúgubre mundo que se nos presenta. Tal es así, que durante estos 30 minutos es donde el juego alcanza su punto más álgido. Pero también, transcurrido ese tiempo, todo comienza a irse cuesta abajo. Lo primero que se cae es la historia, que si bien busca ser seria y explorar la mentalidad de Peppermint, termina perdiendo fuelle al punto de quedarse en un rejunte de diálogos de poco interés. Tampoco termina de cuajar el tinte lovecraftiano con el que se la quiere impregnar. Ni siquiera aquellos puntos en que podemos tomar decisiones terminan por tener un impacto real, más allá de evitar alguna que otra pelea.
En términos de jugabilidad, Vengeance of Mr. Peppermint es un beat ‘em up en 2D donde sólo podemos movernos de derecha a izquierda, repartiendo golpes. Nuestro protagonista también puede arrojar a los enemigos por los aires, bloquear sus ataques o hacer uso de algunos objetos para llevar a cabo violentos y sangrientos remates. Al final de cada nivel tendremos que hacer frente a un jefe, aunque en batallas poco memorables. En este sentido el juego es correcto, cubriendo todos los tropos típicos del género. Sin embargo, falla en un aspecto clave: el combate.
Para empezar, el tutorial no explica adecuadamente muchas de las mecánicas. Por ejemplo, hay un medidor de resistencia, pero que no se utiliza como recurso para lanzar golpes. En cambio, comienza a llenarse tras cada ataque o bloqueo exitoso y, cuando llega al máximo, recuperamos toda la salud. Paralelamente, dicha barra se ve adornada por la palabra ‘vengeance’ durante unos segundos. No obstante, nunca queda en claro si durante esa breve fracción de tiempo los ataques causan más daño. A todo esto, se suma el hecho de que nuestro personaje se siente pesado y ortopédico en su movilidad, lo que se hace muy evidente cuando nos atacan enemigos por ambos lados y tenemos que girar rápidamente.
A pesar de lo mencionado, cuando todo encaja, las peleas se sienten decentes. Hay una buena cantidad de combos y, por lo general, se pueden realizar fácilmente. Pero lo más destacado de este apartado, son los movimientos finales. Al ser aturdidos, los enemigos quedan listos para ser brutalmente finalizados. Y si bien las ejecuciones siempre son las mismas, es realmente placentero ver como Peppermint los destroza, especialmente a aquellos que portan armas. El problema es que el juego no siempre es preciso. Los golpes tienen un ligero retraso y el feedback de los impactos es inconsistente.
Lo que vemos en los primeros cinco minutos, es exactamente lo que vamos a ver durante el resto de la partida. Más pronto que tarde, se vuelve repetitivo, y la poca variedad de enemigos definitivamente no ayuda. Además, pese a que hay varias combinaciones de golpe, todo puede resolverse con la misma secuencia de ataque, lo que hace que el juego se sienta relativamente fácil. Lo curioso es que tampoco parece haber consistencia en el daño de nuestros golpes. A veces, el enemigo más débil puede recibir la paliza de su vida antes de tan siquiera marearse o caer derrotado. Y este simple detalle puede complicarnos muchísimo la vida, en especial cuando nos vemos superados numéricamente y los rivales parecen Homero Simpson aguantando golpes.
Luego están las peleas contra los jefes donde la clave pasa por usar el mismo combo de golpes y esquivar. Así una y otra vez hasta agotar su barra de vida y vencerlos sin demasiado esfuerzo. Ahora, si por un momento decidimos cambiar e intentamos hacer algunos combos más elegantes, las peleas se vuelven extremadamente frustrantes. Por lo tanto, cuando los enfrentamientos contra jefes no son aburridos, se tornan molestos. Es una cuestión de diseño que impregna a la aventura en general, puesto que con los niveles sucede algo similar. Son muy sencillos, carentes de detalles y con fondos insulsos que se repiten frecuentemente. Un claro contraste con las películas que inspiraron al juego.
Finalmente, los controles son rígidos y no responden como deberían. Muchas veces nuestro personaje se queda inmóvil, debiendo presionar el direccional para que reaccione. Esto se hace especialmente evidente al intentar cambiar de dirección después de realizar una esquiva. En otras ocasiones parece como si las combinaciones de golpes se rompieran y los combos se cortan a la mitad. Simplemente la ejecución no es buena, al punto de que podemos estar apretando botones como posesos, solo para caer derrotados y comenzar nuevamente desde el último checkpoint.
No me resulta para nada fácil hablar de este modo acerca de Vengeance of Mr. Peppermint porque definitivamente no es el peor juego del año, aunque no se puede negar que quizá sea de los más decepcionantes. Su trailer dejaba ver algo que luego en la práctica no se termina cumpliendo. Hack The Publisher podría haber dado vida a un homenaje perfecto a los thrillers coreanos. Pero en lugar de eso, nos encontramos con un beat ‘em up tosco, repetitivo y por momentos aburrido, sin nada nuevo que ofrecer. Es un juego con estilo, pero al que cuesta recomendar, más teniendo en cuenta la gran cantidad y calidad de propuestas similares que abundan en el mercado.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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