Parece mentira, pero ya pasaron tres años y medio desde el lanzamiento de Tails of Iron, la aventura protagonizada por sapos y ratones que nos ponía en los bigotes del Príncipe Redgi. Ahora, el equipo de Odd Bug Studio regresa con Tails of Iron 2: Whiskers of Winter, una secuela que cambia de ambientación y protagonista, pero que guarda muchas similitudes con la primera parte, al menos en términos jugables. El título amplía notablemente este fascinante mundo de animales antropomórficos con nuevas ubicaciones, personajes y enemigos, al tiempo que pule algunas aristas en la jugabilidad y la enriquece con habilidades mágicas. Pero aún y con todo ello, se mantiene muy en la línea de su predecesor, para bien y para mal.
Tails of Iron 2: Whiskers of Winter presenta una historia muy similar en cuanto al orden de los suceso a la del primer juego. Sin ahondar en spoilers, el título nos pone en las patas de Arlo, otro príncipe ratón que luego del asesinato de su padre el rey y de la destrucción del reino, emprende una cruzada con el fin de restaurar todo el daño de la nueva amenaza de esta entrega: Los murciélagos, también conocidos como Las Alas Negras. El objetivo de nuestro protagonista consiste en reconstruir la fortaleza de Winter’s Edge, erigiendo nuevamente diferentes estructuras como la herrería, la carpintería, el comedor, o la tienda de víveres, para garantizar la subsistencia en general.
En su papel como Guardián de los Páramos, Arlo también tiene la importante misión de unificar al reino. Para ello debe restaurar su relación con las demás razas, como los búhos, ranas, conejos, e incluso ratas, a fin de afianzar el poderío militar y detener de una vez por todas a los poderosos murciélagos que destruyen todo a su paso. La historia resulta medianamente disfrutable puesto que se siente repetitiva al compararla con el primer juego. Dicho de otro modo, todos aquellos que ya jugamos Tails of Iron podemos hacernos una idea clara de qué esperar aquí. Por el contrario, la sorpresa queda para todos los nuevos jugadores que decidan sumergirse en este mundo a partir de esta secuela.
Lo que definitivamente hace que la trama se vuelva muy disfrutable, es la voz Doug Cockle, el mismo actor que interpreta a Geralt de Rivia en la saga de The Witcher, que aquí hace uso de una entonación similar a la del Lobo Blanco. La narración enfatiza los acontecimientos importantes del juego, contribuyendo mucho con la comprensión de los eventos y con la forma de entender la comunicación entre estas especies. Adicionalmente, cabe destacar que hay muchas líneas de diálogo. Si me lo preguntan, algo llamativo dado que no estamos frente a un RPG, sino a un videojuego que gira en torno a la acción.
La jugabilidad de Tails of Iron 2 está construida sobre la misma base que su predecesor, sin alterar demasiado lo que funcionaba. Estamos frente a un juego de acción en 2D con toques metroidvania, con un sistema donde todo pasa por golpear, cubrirse y esquivar. Controlamos a una rata y sus movimientos están bien logrados, sin embargo, Arlo se siente pesado. Incluso cuando lleva equipada una armadura liviana, lo que quita fluidez al combate. Este aspecto también está plasmado los ataques enemigos, convirtiendo a los enfrentamientos en general en batallas que hacen sufrir más de lo necesario.
Arlo cuenta con un arsenal variado de armas cuerpo a cuerpo como espadas, lanzas y hachas. Como novedad, muchas de ellas añaden daño elemental. Además también dispone de arcos, ballestas y pistolas, aunque el elemento más innovador respecto al primer juego son los ataques mágicos elementales. Conforme progresa la aventura podemos encontrar cuatro altares que nos recompensan con poderes elementales como el fuego, hielo, electricidad y veneno. Estas nuevas habilidades resultan especialmente útiles a la hora de enfrentar a determinados enemigos, dado que podemos aprovechar sus debilidades. Para conocerlas, podemos estudiar el bestiario para de este modo estar debidamente preparados y aprovechar todas nuestras fortalezas de un modo más efectivo.
Todas nuestras armas y armaduras se pueden mejorar hasta +3 aunque para ello vamos a necesitar de las herramientas y materiales necesarios. A fin de conseguir dichos recursos y materiales debemos completar varias misiones secundarias que consisten en cazar enemigos. Si bien en un principio es entretenido, conforme pasan las horas se torna repetitivo y aburrido. Más aún si tenemos en cuenta que tenemos que enfrentar a cada enemigo hasta tres o cuatro veces en diferentes puntos del mapa. Afortunadamente, disponemos de un sistema de viaje rápido, pero con el detalle de que no siempre nos deja cerca del área de cacería obligándonos a tener que andar detrás de los enemigos. De todos modos, ahora que lo pienso, eso es lo que le da significado al concepto de caza.
También tenemos varios NPC con los que interactuar a los que podemos ayudar en sencillas misiones que implican encontrar algún objeto en particular. No obstante, en términos generales la jugabilidad apenas evoluciona respecto de Tails of Iron. Si bien los hechizos añaden algo de variedad, lo cierto es que llegado ese punto ya no tiene nada más que ofrecer. Además, la falta de fluidez, la pesadez con la que se mueve Arlo y la repetitividad de las misiones de cacería tornan al juego en una experiencia poco agradable por momentos. Sin lugar a dudas, lo más interesante son algunos de los enfrentamientos contra los jefes. Particularmente contra aquellos que no pasan gran parte del tiempo volando.
Gráficamente también se mantiene muy similar a su predecesor. Se podría decir que es una suerte de Hollow Knight, pero con trazos más gruesos y colorido. La paleta de colores escogida por Odd Bug Studios manifiesta de modo muy expresivo el mundo y universo del Juego, ofreciendo una ambientación medieval digna de un cuento de hadas, con imponentes castillos, misteriosos bosques, y montañas nevadas. Además, detalles como el esplendor de la luna, los rayos de sol filtrándose entre las hojas de los árboles, o la nieve cayendo como maná del cielo, tienen la capacidad de quitar el aliento.
Los efectos de sonido ayudan a intensificar esta experiencia, pues están muy bien logrados e implementados. El choque de las armas, el rugir de la forja, y los sonidos ambientales como la lluvia, el viento, o los ríos, son muy armoniosos. Esto es algo que genera un deleite absoluto, y definitivamente conforma uno de los puntos más fuertes de Tails of Iron 2. La amalgama que se produce en el apartado técnico contribuye de sobremanera a que podamos disfrutar de un mundo lleno de detalles, haciendo de que la exploración se sienta increíblemente disfrutable. Y esto es algo muy bueno, puesto que si queremos completar el juego al 100% vamos a tener que recorrer el mapa de punta a punta para encontrar todos los objetos coleccionables que esconde.
A pesar de que se siente como ‘un poco más de lo mismo’, Tails of Iron 2: Whiskers of Winter es una aventura disfrutable. Su apartado visual y auditivo, y una trama con giros emocionales, le aportan un toque particular gracias al mensaje de resiliencia, superación y unidad que transmite de un modo tierno, pero también cruel que aporta algo de morbo a la historia. De cualquier modo, se deja disfrutar mucho más si no jugamos a la primera parte. Indudablemente, el punto más flojo es la jugabilidad que necesita de pulido, mayor fluidez y versatilidad. Odd Bug Studio apostó sobre seguro retomando el camino de Tails of Iron, pero está claro que de cara a futuro hace falta una renovación.
Sobre Ulises Corrales
Soy un apasionado de la fantasía oscura medieval y fanático de los soulslike. Cuento historias con voz sensual en cada hoguera en la que paro a descansar.
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