STARFIELD – Análisis

STARFIELD – Análisis

Lo mejor de lo mejor, y más de lo mismo

Starfield, el nuevo RPG de Bethesda ya está entre nosotros, con una propuesta que, si bien recae en viejos vicios, también destaca por sus virtudes, las cuales llegan a su punto más alto


El 2023 ha sido un año fuerte en materia de videojuegos. Tal vez uno de los más memorables en mucho tiempo, con grandes títulos cuyo éxito fue opacado por el lanzamiento de cada nueva obra. En este contexto, Starfield irrumpe en la escena tras años de generar gran expectativa. El nuevo juego de Bethesda no solo llega con la obligación de cumplir con estas ambiciosas promesas y de hacerse un nombre dentro del género RPG, sino también con la necesidad de renovarse y evitar seguir repitiendo una fórmula que, desde hace tiempo, es considerada un tanto obsoleta. Pero ¿Cumple con lo prometido? ¿Supone una renovación para el estudio o es más de lo mismo?

Siendo sincero, no hay una respuesta sencilla para las incógnitas planteadas. Podría decirse que Starfield es un poco de esto y un poco de aquello. Es lo mejor de Bethesda, pero también lo peor. Una síntesis de todos sus trabajos anteriores con lo bueno y lo malo que ello implica. Apenas comenzada la aventura se nos deja bien en claro quién está detrás de este juego. Y quienes tengan experiencia en títulos como Fallout o Elder Scrolls entenderán lo que significa esto: todas las expectativas y temores que uno pudiera tener al ver el nombre de dicha desarrolladora asociado a este proyecto.

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Que esto sea algo negativo o positivo queda a criterio de cada uno. El estudio tiene una marca particular a la hora de encarar el diseño de sus mundos abiertos, de cómo interactuamos con nuestro entorno, y el enfoque hacia la exploración. Es justamente esto lo hace destacar a la hora de compararlo con lo planteado por otros títulos, donde la idea de mundo abierto parece ser una forma de presentar un menú mediante el cual acceder las mismas actividades. Por el contrario, considero que Bethesda busca recompensar la curiosidad. Nos invita a transitar caminos en los que nunca sabemos exactamente qué vamos a encontrar, pudiendo ser una nueva aventura o la nada misma. Mundos donde nunca se pierde la sorpresa y el incentivo está en seguir buscando algo más que un simple arma u objeto único.

Starfield logra esto último, aunque a veces su propia ambición parece jugarle en contra. El tamaño del mundo, o mejor dicho de la galaxia, que propone el juego hace que la repetición sea un elemento a notar luego de unas horas. Esto podría desincentivar la exploración, si no fuera porque aún así destacan las situaciones en las que podemos apreciar lugares y momentos únicos que este universo tiene para ofrecer. 

Por cada mina o base genérica, hay una ciudad, estación espacial o encuentro aleatorio único, con su historia particular, que nos incentiva a seguir adelante. Es curioso porque en una fórmula que pide a gritos innovación, los elementos tradicionales dentro de la filosofía de diseño de Bethesda son los que terminan sobresaliendo, al menos en este apartado. Porque Starfield hace todo aquello a lo que ya nos tiene acostumbrados la compañía, pero en esta ocasión lo hace mejor que nunca. La exploración que por momentos se pueda sentir monótona debido a la extensión de su mapa, cuando funciona es una clara muestra de la capacidad del estudio y del porque ha destacado en este apartado durante tanto tiempo.

Lamentablemente, esto no se aplica a todos los aspectos del juego. Hay ciertos elementos en donde Starfield pretende evolucionar, sin embargo se ven arrastrados por esa base obsoleta sobre la cual intenta edificar. Los personajes, por ejemplo, presentan un gran salto en cuanto a personalidad. Se sienten integrados a la trama principal, con romances, misiones únicas y habilidades que les confieren un carácter único.

El problema es que, al mismo tiempo, la forma en la cual interactuamos con ellos es mediante una interfaz incomoda. Su pobre IA los hace inútiles o molestos en combate, y su torpe forma de actuar con el entorno rompe con cualquier tipo de inmersión. Por lo tanto, todo el progreso que se hace mediante las nuevas incorporaciones, se ve mancillado por los mismos inconvenientes presentes desde hace más de una década. Eso no quita el hecho de que sea admirable que los personajes sean más que una mula de carga. Que haya incentivo para tenerlos en nuestro grupo. Aún así es realmente frustrante que cambiar su equipo o comportamiento en medio de una batalla, sea de la misma forma que Skyrim lo hacía en 2011.

Este es el ida y vuelta constante de Starfield. Momentos brillantes que destellan entre un cúmulo de mecánicas e ideas que se han quedado en el tiempo. Hasta la campaña principal sufre de esto, con una progresión que va de menor a mayor en cuanto elementos que se van sumando, pero con un ritmo desigual debido a la necesidad constante que tiene Bethesda de recordarnos su identidad. También por su falta de interés de ser algo distinto, retrasando los tramos que realmente resultan interesantes y novedosos por aferrarse demasiado a una estructura que no le ayuda, ni necesita.

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Starfield es frustrante, pero por momentos maravilloso. La exploración, el combate, gran parte de las misiones, y el solo hecho de navegar por los distintos entornos, tocan los puntos más altos a los que Bethesda ha logrado llegar. Encontrarse con cosas nuevas siempre es gratificante y un incentivo para explorar, aunque no falte la repetición. Interactuar con los compañeros es interesante, aunque su IA no sepa como desenvolverse con naturalidad en el entorno. Diseñar naves resulta adictivo, pese a la incómoda interfaz. Los viejos vicios del estudio siguen ahí. Y si bien no llegan a resultar disruptivos, logran distraer lo suficiente. Tanto como para que sientan que el juego lucha constantemente contra sí mismo.

Quienes lleven tiempo cansados de Bethesda por el planteo en sus juegos, no van a encontrar en Starfield un título diferente. Tampoco una propuesta que les permita renovar el interés en una fórmula a la que le pesa su obsolescencia. No obstante, aquellos que hayan disfrutado de otros títulos del estudio, a pesar de muchas de sus decisiones más cuestionables o incómodas, se encontrarán con el que tal vez sea el mejor trabajo de la desarrolladora desde Skyrim. Uno en donde todos los vicios perduran, pero sus virtudes alcanzan su punto más alto. Pero también un videojuego que resulta frustrante, no porque sea malo, sino por que es evidente que tiene potencial para ser mucho mejor.


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Sobre Mariano Daneri

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