SENUA’S SAGA: HELLBLADE 2 – La historia de los Huldufólk
Los nombres portan poder
por Ulises Corrales
por Ulises Corrales
Luego de huir de Illtauga y los despiadados Draugr, Senua, Thorgestr y Fargrimr llegan a la aldea de este último. Es aquí donde la protagonista sugiere que puede derrotar a los gigantes, debido a que ella había logrado destruir a un dios anteriormente, y que podría hacerlo de nuevo. Es entonces cuando el nórdico menciona algo interesante: Los Huldufólk. Se trata de un tipo de gente oculta, poderosa y esquiva. Seres que en el pasado fueron dioses o algo similar, pero que ahora se esconden en la tierra, y de quienes todo el mundo se mantiene al margen.
Fargrimr, que había tenido un encuentro con ellos, explica a Senua que si alguien puede ayudarle a derrotar a la gigante, serían ellos. El problema es que para llegar hasta los Huldufólk, primero debe encontrar una una entrada oculta, no sin antes advertirle de que la someterán a una dura prueba, y que incluso podrían intentar matarla. Y así mientras aun el sol brilla en el cielo, la guerrera picta emprende el viaje en busca de estos seres, pero ¿Quiénes son estos semidioses? ¿Porque les temen? ¿Son realmente tan poderosos como para que los gigantes se mantengan alejados de ellos?
Uno de los pequeños árboles que encontramos oculto detrás del rostro cerca de la aldea de Fargrimr nos revela que los Huldufólk eran una raza divina que vivían escondidos entre las piedras y las colinas, que perdieron una guerra contra los gigantes, y debido a ello se retiraron al silencio. Sin embargo, aún pueden verse los grabados y otros símbolos de épocas en que estos seres caminaban entre los hombres. Signos que encontramos a lo largo del recorrido en este capítulo de la historia.
Así como los Elfos son una raza muy popular en la fantasía oscura medieval, los Huldufólk, también conocidos como la gente oculta, son el equivalente en la mitología de Islandia. Estos seres sobrenaturales viven en la naturaleza, lucen y se comportan de forma similar a los humanos, viven en un mundo paralelo, y pueden hacerse visibles a voluntad. Eran generosos y escuchaban las súplicas de las personas que poseían fuerza, sabiduría y bondad. Les prestaban ayuda, aunque si carecían de dichas virtudes, o si no respetaban sus normas, multiplicaban sus penurias. Su origen no es claro. Sin embargo, de acuerdo a lo que podemos leer en el portal Ancient Origins existen dos relatos cristianos que aportan una posible explicación su existencia.
La primera de ellas, se remonta a la época anterior a la caída del hombre y se desarrolla en el Jardín del Edén. Según se nos cuenta, Dios acude a visitar a Adán y Eva, y les solicita conocer a sus hijos. En aquel momento Eva les estaba bañando, pero aún no había terminado de hacerlo. Avergonzada de los que todavía estaban sucios, los escondió, enseñando solo a los que ya estaban limpios. Dios preguntó si tenían más hijos que el aún no conociera, a lo que Eva respondió que ‘no’. No obstante, Dios sabía lo que estaba ocurriendo, y decretó que aquellos niños debían permanecer también ocultos a los ojos de los hombres. De este modo, los ‘hijos sucios’ de Eva se convirtieron en los primeros Huldufólk.
La segunda historia nos narra que los Huldufólk surgieron luego de que Lucifer se revelara contra el Reino de los Cielos, siendo estos seres que no se opusieron al Diablo y sus ángeles caídos, pero tampoco lo apoyaron. Como consecuencia de su neutralidad, fueron desterrados a la Tierra y se vieron obligados a vivir en rocas y colinas.
Volviendo a la historia de nuestra guerrera, esta logra pasar las pruebas de sabiduría que los Huldufólk le presentan y logra adentrarse en las cavernas. Una vez en las profundidades, donde nunca nadie más había estado, uno de los ocultos se presenta y con una forma corporal intangible, la guía a través del laberinto y la oscuridad. Sin embargo, a lo largo de las pruebas a las que Senua sería sometida, su espada se convierte en su mejor amiga para hacer frente a las criaturas que de algún modo sobreviven en la oscuridad. Al fin y al cabo, las pruebas, además de sabiduría y bondad, también demandan de fuerza.
En medio de estas cuevas, Senua encuentra una pista importante que le ayuda a encontrar lo que busca. Uno de los árboles de los dioses le revela que los Huldufólk cambiaban a sus hijos por los de los humanos. Por ello, si un humano ve que su hijo presenta un comportamiento agresivo y muy violento, es muy probable que fuera víctima de este cambio. Y así la Seiðkona avanza por aquella laberíntica red de túneles, enfrentando a la oscuridad, a la muerte, y a las voces de los que perecieron, demostrando a los Ocultos que es digna de una audiencia, de que la escuchen y le ayuden. Es entonces cuando estos deciden contarle la historia de la gigante Illtauga.
Todo monstruo fue antes un hombre o mujer, e Illtauga no es la excepción. Ella nació como una mujer que vivía en una aldea, rodeada de paz y tranquilidad. El aire era dulce y fresco, el suelo y el mar le ofrecían abundancia. Tenía un lugar donde descansar y donde crear su hogar, pero entonces Askja, el volcán más mítico y grande de la cadena volcánica de Islandia, gritó con furia. Resulta curioso el contraste de la erupción de 1875, que provocó centenares de víctimas y una crisis económica muy fuerte en todo el norte del país, con lo que los Huldufólk le cuentan a Senua.
En su relato, cuando mencionan que el sol quedó oculto, es una forma metafórica de referirse a las cenizas. Cuando dicen que el verde quedó cubierto con veneno amargo, se refieren a la lava. Askja ahogó las colinas con bilis y nada podía respirar con su odio. Todos los animales perecieron, y los cultivos se marchitaron, al igual que la gente, y así aquella mujer tuvo que dejar su casa e ir en busca de comida. El problema es que no había nada en ninguna parte. No había dios que respondiera. Todos le habían dado la espalda, y el terror del hambre y la sed, hizo enfurecer a la gente.
Como suele ocurrir, los débiles perdieron todo a mano de los fuertes, y aquella mujer cargaba con lo más débil en sus brazos. Ella no dejo de buscar refugio, pero la oscuridad del cielo permitió a los Draugr aparecer. Eran una legión que sólo traían muerte, destruyendo todo a su paso. En su desesperación por salvar a su niña, Illtauga tomó una terrible decisión: llevó a su progenie a una cueva donde vivían los Huldufólk. Recordemos que estos solían cambiar a sus hijos por los de los humanos. La esperanza era que ellos se llevaran a su hija y le criaran, pues no tenía nada con que alimentarla. Fue entonces que hizo un trato, y se entregó a Askja, dando su vida para encarnarse en la mismísima muerte.
A través de esta revelación de los Ocultos, Senua pudo ver al terrible monstruo en que nos convierten los sentimientos oscuros. Así descubrió la verdad de la gigante y pudo entender al monstruo en que aquella mujer se transformó debido a la pérdida que tuvo. Tras un feroz enfrentamiento la protagonista encuentra los restos de la hija de aquella mujer, junto a un broche en el que está impregnado el verdadero nombre de Illtauga: Ingunn. Conocer el verdadero nombre de algo, otorga poder sobre eso. Es entonces que la guerrera y Fargrimir pueden invocar a la gigante, tal como lo hacían los Draugr, realizando el Blot, un sacrificio que los paganos nórdicos ofrecían a sus dioses.
Con este poder y conocimiento, Senua puede enfrentar, o mejor dicho ‘ayudar’ a Illtauga. Mencionarle su nombre, hacerle recordar quien realmente es y liberarla. Apaciguar la furia y la rabia que la consume al devolverle aquello que había perdido, a su hija. Los nombres portan poder. Todos tenemos uno. Muchas veces tomamos los de nuestros padres con una gran carga de expectativas. El mío -Ulises- significa ‘Aquel que está bajo la lluvia’ ¿Qué significado tiene el tuyo?. En cuanto a los Huldufólk, son quienes le revelan el conocimiento que necesita para enfrentar a los gigantes, aunque no sin antes ponerla nuevamente a prueba en cada encuentro, guiándole en su transición de esclava a heroína.
Sobre Ulises Corrales
Soy un apasionado de la fantasía oscura medieval y fanático de los soulslike. Cuento historias con voz sensual en cada hoguera en la que paro a descansar.
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