RETURN TO MONKEY ISLAND – Análisis

RETURN TO MONKEY ISLAND – Análisis

¡Una más y no jodemos más!

Return to Monkey Island no solo marca el regreso de una de las sagas más icónicas de la industria del videojuego, sino el también el de Ron Gilbert, y el final de una era


Nostalgia. Esa mezcla de sentimientos encontrados. Tristeza, placer, felicidad y dolor. El anhelo de algo que fue y que no regresará, salvo cuando se piensa en aquellos tiempos pasados. Recuerdo con añoranza aquellos días en que iba a casa de mi primo Abelardo para pasar horas y horas pegado a la pantalla de un viejo PC. Así fue que conocí Monkey Island. Bueno, en realidad ya lo conocía, pero no fue hasta una de esas tardes en que tuve la chance de jugarlo. Dicho videojuego marcó una época, pero no solo para mí, sino para cientos de miles de jugadores alrededor del mundo. Parece mentira que hayan pasado 32 años desde aquella primera entrega. Pero más increíble es el hecho de que sea ahora, en 2022, en que Guybrush y compañía regresen a las andadas en Return to Monkey Island, esta especie de “Nueva” tercera parte.

Return to Monkey Island se siente como volver al barrio en que me crié. Es caminar por esas calles donde tanto tiempo pasé cuando niño, señalando cada edificio intentando recordar lo que había ahí en aquel entonces. Es ver cómo el progreso ha seguido con su inexorable marcha dando paso a nuevas tendencias. Pero también se siente como una introspección por parte de Ron Gilbert. Hay honestidad, transparencia y hasta puede que el punto final de un ciclo. Esta aventura se siente muy familiar y cálida. Guybrush Threepwood, el protagonista irremplazable de esta historia, sigue proclamándose así mismo como un gran pirata. Elaine, el interés amoroso que tiene los pies en la tierra. LeChuck sigue siendo el carismático antagonista. Y la isla de Mêlée es el punto de partida de una epopeya llena de humor.

El tiempo que separa a esta entrega de LeChuck’s Revenge (Segunda parte de la ahora trilogía “original”), entiendo que es muy poco. Cronológicamente hablando, claro está. De hecho, al empezar a jugar sentí como si cargara una partida que había quedado congelada en algún momento de 1991. Ya en los primeros compases se ven decenas de guiños y referencias que me dibujaron una tierna sonrisa en el rostro. Me sentí muy feliz porque llevaba años esperando esto. Ver a Guybrush una vez más y acompañarlo en lo que puede ser su última aventura, fue de las mejores cosas que me pasaron en 2022.

Return to Monkey Island Ask me about Loom

Entiendo que Return to Monkey Island quiere ser un juego que pueda ser disfrutado por todos. Es por eso que sus responsables tuvieron el acierto de añadir un álbum de recortes que ofrece un resumen de las aventuras pasadas. Sin entrar mucho en detalles, la historia va de la obsesión de Guybrush por desentrañar el secreto de Monkey Island. Pero, oh casualidad, LeChuck también sigue el mismo objetivo y ahí es donde los problemas comienzan.

Ninguno de los dos personajes están seguros de que se trata este misterio y sin embargo compiten el uno con el otro para hacerse con él. En cierto punto, y quizá cayendo en el vicio de sobreanalizar las cosas, me atrevería a decir que la trama tiene un toque de tristeza. De cómo esa obcecación con algo nos puede llevar a cometer locuras que solo aquellos que nos aman están dispuestos a soportar. Y de que muchas veces, eso que tanto odiamos no es más que la otra cara de una misma moneda.

De todos modos, es probable que los recién llegados probablemente se sientan un poco confundidos. Mi consejo es que jueguen a las dos entregas anteriores. A pesar de sus buenas intenciones, tengo la inevitable sensación de que el título está enfocado a un público más específico. Si bien, como dije, hay familiaridad en la obra, muchas cosas han cambiado. Por ejemplo, Elaine Marley, ha abandonado su carrera política. El trío autoproclamado como los “Jefe Pirata» tuvo que ceder ante una nueva generación. Y a la isla, en general, no le está yendo muy bien, puesto que enfrenta un declive económico y una epidemia de escorbuto. El caso es que todo esto cobra un mayor sentido si se tiene el contexto adecuado.

Return to Monkey Island LeChuck

Hablar de la jugabilidad no tiene mucho sentido. Es como intentar explicarle física a Newton. Monkey Island es uno de los gurús del género Point & Click. Todo pasa por mover el cursor por la pantalla e indicar a Guybrush hacia donde tiene que ir o con que interactuar. Los puzzles son tremendamente ingeniosos y rebuscados, pero para nada frustrantes. De la resolución de estos se disparan situaciones muy cómicas y diálogos hilarantes. Me encanta que el juego nunca te trata como idiota y sabe guiar de un modo sutil. En mi experiencia hubo algunos rompecabezas que -literalmente- me resquebrajaron el cráneo. Pero de algún modo, a través de una señal nimia o de un detalle, podría intuir cómo proceder o qué objeto era necesario conseguir para avanzar. Adoro que los videojuegos no subestimen al jugador ni a su inteligencia.

La complejidad de los puzles traza una bonita curva de progresión. Eso sí, tal vez un poco por debajo de lo que se nos ofrecía en el pasado. Pero insisto, nunca me sentí enjaulado por un rompecabezas. La aventura tiene objetivos claros y las soluciones a cada situación tienen sentido. Incluso en cuestiones tán absurdas como la de ganar un concurso de eructos o la de encontrar la receta de un plato “con ingredientes”. Y no digo más nada porque ya saben: Spoilers.

De todos modos, para aquellos que gusten disfrutar de la historia, sin pasar dolores de cabeza, hay dos modos de juego diferentes. El primero es el casual, que permite hacer frente a una versión simplificada de la aventura. Hay menos acertijos que resolver pero se mantiene la complejidad de la trama y sus giros. El segundo, el modo difícil, permite disfrutar de una experiencia de juego más completa. En mi caso, me decanté por esta última y si me lo preguntan, es la modalidad que definitivamente recomiendo. Creo que dicho nivel de dificultad es más próximo a la visión del autor. Además, si la cosa se complica, hay un libro de pistas cuya ayuda viene de perlas.

En este aspecto, algo que me gustó es que hay mejoras en la calidad de vida. Return to Monkey Island ahorra el clásico flagelo propio del Point & Click de tener que combinar los ítems del inventario. Directamente se deshace de los diálogos en plan “Esto no parece que funcione” o similar. A alguien dentro de Terrible Toybox se le ocurrió la brillante idea de marcar a los objetos con un pequeño icono de cruz que indica de antemano si un ítem se puede combinar con otro. Por otra parte, los comandos son minimalistas. Aquí se dice adiós para siempre al sistema de “ver”, “tocar”, etc. Por el contrario, se muestran acciones predefinidas asignadas a los botones del mouse. E insisto, no por ello se pierde ese sentimiento de nostalgia que impregna a la obra.

El caso es que la pluma de Ron Gilbert y Dave Grossman es tan palpable que no se puede negar que estamos jugando a un Monkey Island. La historia, los diálogos, los personajes carismáticos, todo está ahí. Es glorioso y me tengo que morder los labios para no hablar de más. Hay momentos maravillosos, conversaciones fantásticas y una trama cómica, con un meta-texto muy profundo. Además me encantó que no todo sea “fan service” y se dé lugar a una historia original. Si bien están todos los excéntricos personajes que supimos conocer antaño, hay muchos nuevos, algunos más interesantes que otros. Pero aún así, cumplen bien con su papel, aportando su grano de arena para hacer de Return to Monkey Island una aventura apasionante.

Y lo que hace que todo sea mejor, es que Clint Bajakian, Michaël Land y Peter McConnell, los tres compositores de la saga, también están de regreso. Y les juro que cuando sonó esta mítica melodía en la introducción me puse a bailar, mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. Solo decir que la calidad de la banda sonora es de primer nivel. Ni hablar de los doblajes, que una vez más están a cargo de Dominic Armato para dar voz a Guybrush y Alexandra Boyd, haciendo lo propio con Elaine. Pero ojito, que el resto del reparto no se queda atrás y dotan a cada personaje de mucha personalidad y un encanto muy peculiar.

Return To Monkey Island Nuevo estilo artístico

Para terminar, hay algo que no puedo dejar de mencionar y -honestamente- es una situación que me da un poco de pena por la repercusión que tuvo. Me refiero a la dirección artística. Desde mi punto de vista, la evolución gráfica de Return to Monkey Island es completamente lógica y natural. Me encanta el pixel art, pero el estilo gráfico de esta entrega es sublime. Como bien dijo un amigo, “es como abrir un libro de cuentos”. Es magia ¿Y qué más nostálgico hoy por hoy que esos bonitos libros que leíamos de niños?

Igualmente entiendo que un cambio tan drástico choque de frente con los “puristas”. No los cuestiono, pero creo que enfocarse solo en los gráficos para criticar una obra es muy trivial. Juzgar a un libro por su portada es absurdo. Mucho más teniendo en cuenta que Monkey Island 3 o Tales of Monkey Island habían hecho cambios igual de radicales. Y yo no recuerdo que nadie pusiera el grito en el cielo por esto. O tal vez sí lo hicieron, pero -para bien o para mal- las redes sociales donde leer estas tonterías no eran tan populares. En fin, que Gilbert lo tenía claro y como bien dijo antes del lanzamiento “no se puede hacer algo que le guste a todo el mundo, es imposible.”

Return To Monkey Island Guybrush

Return to Monkey Island es un viaje fantástico y el factor nostalgia es inexplicablemente maravilloso. Es el regreso a casa, a ver a los amigos, a darse cuenta que el paso del tiempo es inexorable y que los momentos vividos no volverán. Y sin embargo, nada de esto quita la posibilidad de revivir los días de gloria. Al mismo tiempo, es una mirada hacia adentro y una confrontación con su propio legado. Esta entrega evoca a sus antepasados, pero dejando ver mucha franqueza y corazón. Volver a Monkey Island fue todo lo que quería y más. Entiendo que con esta entrega se cierra un círculo y sin embargo, no puedo evitar sentirme egoísta. Sé que estás cansado Gilbert. Lo sé. Pero te pido una más. Todavía queda espacio en ese álbum para más aventuras. Y si hace falta papel, te puedo dar todo el que haga falta. Gracias.


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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