En una industria del videojuego tan incipiente, parece difícil crear algo nuevo. Hoy ya no se habla tanto de propuestas originales, sino más bien de títulos «parecidos a». No es que sea algo malo, pero lograr destacar cuando existe algo similar es complicado. Esto es algo que noto, especialmente, con las decenas de roguelites con combates con cartas que pueblan Steam. Tal es así que cuando veo uno de estos juegos, siempre me pregunto lo mismo ¿Cuanto más se puede inventar acá?. En vista de los últimos lanzamientos que van en esta onda, considero que no mucho. Sin embargo, eso no quiere decir que no me pueda llevar alguna que otra sorpresa. Power Chord, es un ejemplo de ello. Se trata de un roguelite fuertemente inspirado en Slay the Spire, pero con la apariencia de Guitar Hero, que le confiere un toque rockero bastante singular dentro de un género superpoblado.
Cuando digo que Power Chord se parece mucho a Slay the Spire, lo digo muy en serio. El caso es que en Big Blue Bubble se reconocen a sí mismos como fanáticos del trabajo de Mega Crit Games. Tal es así que todo se siente muy familiar: El mapa por el que nos movemos, las cartas, los eventos, el comerciante y hasta tener un punto de curación antes de luchar contra el jefe. Sin embargo, hay un detalle distintivo que, a mi entender, es el que le da su toque único a esta propuesta. Me refiero a que en lugar de un solo personaje, se toma el control de una banda de cuatro personas, teniendo cada quién su propio rol. Esto puede parecer una pequeña adición, pero en realidad no lo es debido a que agrega una capa de profundidad bastante interesante en la cantidad de sinergias que pueden realizarse.
La historia de Power Chord presenta una épica que -en lo personal- me remite a la de películas como The Pick of Destiny. Es como que no se puede tomar en serio, pero a la vez me encanta que así sea. Según se cuenta, una brecha en el universo permitió que los demonios lleguen a la Tierra. Sin embargo, el Black Metal Smith Mordeth cerró este paso haciendo uso de la legendaria guitarra Chronocaster, que destrozó el tiempo y el espacio. Desde entonces, Mordeth no ha sido visto y los demonios que quedaron en la tierra siguen causando el caos. Es entonces que una banda compuesta por los músicos más poderosos que jamás hayan pisado el suelo terrestre, deberán abrirse camino hasta una torre con el objetivo de encontrar la única guitarra lo suficientemente poderosa como para reabrir el espacio entre mundos y descubrir qué sucedió con su propietario original.
Como se puede apreciar, no es que el juego tenga una narrativa que pueda considerarse como “profunda”. Tampoco existe un desarrollo de personajes o giros argumentales. Sin embargo, insisto: La trama que el título presenta, es por demás adecuada para abordar esta temática. También me gusta que entre nivel y nivel, se muestran pequeños fragmentos de la historia, narradas con una excelente voz en off y dibujadas con un estilo artístico tipo comic que le sienta de maravilla.
Respecto a la jugabilidad, el título gira sobre la estructura de la construcción de mazos y una progresión roguelite. La gran diferencia -como mencioné más arriba- es que en lugar de un personaje, se toma el control de cuatro. Los bajistas se especializan en debufos y en mermar la salud enemiga con ataques de veneno. Los bateristas son los tanques y quienes otorgan armadura o escudos al resto de la banda. Los guitarristas, por su parte, están enfocados en causar muchísimo daño. Finalmente, los vocalistas cumplen con el rol de brindar apoyo, ya sea sanando o potenciando al equipo.
Cada uno de los personajes presenta su conjunto único de cartas. Pero además, hay variantes dentro de cada rol, lo que permite definir un estilo de juego que se adecúe mejor a las estrategias que se quieran realizar. Por ejemplo, uno de los bateristas disponibles está a medio camino entre su rol y el del guitarrista. Es decir, puede generar armadura, pero también causar tremendas cantidades de daño. Este es un añadido que me gusta mucho, porque teniendo en cuenta que hay 8 personajes disponibles (con cuatro más que se añadirán en breve, dando un total de 12) las variantes que se pueden lograr son muy amplias. Es decir, se da un amplio margen a la estrategia y también a la experimentación, dotando de cierta frescura a la experiencia.
El experimentar, también está en construir los mazos. Como suele suceder en este género, a medida que se ganan batallas, se pueden obtener nuevas cartas. Y acá es donde una run puede ser tremendamente exitosa o desmoronarse por realizar elecciones equivocadas. Los bajistas y guitarristas suelen ser los miembros más débiles del grupo. Por lo tanto, si bien siempre es importante añadir cartas de daño al set del grupo, también lo es el tener un buen puñado de naipes para potenciar la defensa. Power Chord no es un juego fácil y si bien las runs pueden romperse con cierta regularidad, las batallas contra los enemigos de élite y los jefes finales son cosa seria.
Cuando un miembro de la banda cae en la batalla, sus cartas siguen formando parte del mazo, pero no se pueden usar. No les puedo explicar lo desesperante que es cuando el guitarrista es derrotado y, mano tras mano, tocan sus naipes sin poder hacer uso de ellos. Es exasperante y para peor, hay que esperar hasta llegar a alguna de las paradas en que se puede recuperar vida o resucitar al personaje en cuestión. Tener una baja en el equipo, también representa una desventaja significativa, incluso en los encuentros normales. Hay que considerar que la mayoría de las batallas son de cuatro contra cuatro y perder a un miembro que cumple una función vital es casi como estar condenado a perder. Como dejé establecido, Power Chord no es fácil y requerirá de muchos intentos para poder avanzar.
Algo que ayuda bastante a que una run sea más “amena” es el equipo. Cualquiera que haya dedicado horas al género, sabrá de lo que hablo. Pero para los que no, me refiero a objetos que confieren bonificadores extra, los cuales mejoran el desempeño de los héroes. Cada músico puede equiparse con cuatro ítems a la vez, pero hay otros tres espacios reservados para poderosas reliquias que se obtienen al derrotar a un jefe. También aquí hay muchas opciones, tanto buenas como malas. Con un poco de suerte, la banda se convertirá en una “Sinfonía de Destrucción”. Sin embargo, si la fortuna es una musa esquiva, la cosa puede cambiar bastante y sonar como St. Anger. 10 puntos si cazaste las referencias.
Respecto a esto último, bien sabido es que el factor suerte puede ser determinante en una run. Que toquen buenas cartas y objetos al comienzo, pueden marcar una diferencia increíble. Power Chord no está exento de ello, por supuesto. El tema es que en ocasiones el RNG es absurdo. O sea, entiendo que así funciona el género, pero hay eventos u objetos que no tienen sentido. Se sienten muy castigadores. Por su parte, la dificultad también se siente algo desnivelada. Es abismal la diferencia que hay entre el primer y segundo jefe, como así también la de los enemigos que se encuentran de camino a estos. Aún así, considero que es un videojuego muy divertido que, con sus más y con sus menos, es tan divertido de jugar como el trabajo en que se inspira.
En lo personal considero que el desarrollo de Big Blue Bubble no aporta prácticamente nada nuevo al mundo de los roguelites. No obstante, es su apartado artístico lo que le da ese gancho que lo hace tan atractivo. Y es que Power Chord destaca entre la multitud. Es como ese fan que más grita y sacude la cabeza en medio de un concierto de heavy metal. El título me recuerda un poco a Guitar Hero, con personajes extravagantes con mucha personalidad. Eso de pelear demonios con una guitarra en forma de hacha, teniendo en la retaguardia a un baterista gigantón enchapado en acero con dos garrotes como baquetas, un cantante de voz potente y un bajista misterioso, se me hizo genial. Dentro del género, es de los títulos más originales que he visto en los últimos tiempos.
Irónicamente, la música no es tan buena. Es decir, no es mala, pero se siente genérica. Para mi gusto, hace falta un poco más de punch en este apartado y, si bien me gusta analizar un juego por lo que es y no por lo que me hubiera gustado que sea, haber añadido algunas pistas originales, hubiera sido fantástico. Ojo, no digo algo al nivel que hicieron The Outsiders con Metal Hellsinger. Tal vez algo más modesto, pero que logre generar ese efecto de mover el pie al compás de una poderosa melodía. Insisto, no es un apartado malo, pero definitivamente es lo que menos destaca de la experiencia.
En definitiva, Power Chord es un muy buen roguelite. Es un título divertido, con un buen diseño de personajes y una estética única. Considero que fue un gran acierto el de Big Blue Bubble de inspirarse en uno de los mejores exponentes del género, pero añadiendo esa pequeña vuelta de tuerca que significa gestionar a cuatro personajes. Un añadido que no solo cambia la forma de jugar, sino que aporta variedad con múltiples sinergias y formas de aprovechar cada rol. Es cierto que hay notable desbalance en la dificultad, aunque estimo que es algo que a base de parches puede arreglarse. Respecto a la falta de inspiración en la música, ya es algo más complejo. Aún así, es un título que destaca bastante por sobre propuestas similares. A aquellos que están a punto de rockear, levanto mi mano y, haciendo los famosos “cuernitos”, los saludo.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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