PHANTOM FURY – Análisis

PHANTOM FURY – Análisis

¿Me despertaron para esto?

Bombshell Harrison está de regreso en Phantom Fury, una nueva entrega más ambiciosa, grande y destructiva cargada de detalles que denotan mucho esfuerzo, pero una consistencia floja


Slipgate Ironworks es una desarrolladora que mediante numerosos y curiosos títulos, busca adaptar el ‘boomer shooter’ a los tiempos modernos. Cada nueva propuesta parece nutrirse de los clásicos de antaño como DOOM, Duke Nukem o Quake, intentando llevarnos de regreso a aquellos días donde pasábamos horas frente a la pantalla, entre baños de sangre y personajes gamberros con diálogos blasfemos. Es un estudio que deja muy en claro su objetivo, mediante el uso de una estética marcada y características particulares con las que buscan posicionar cada uno de sus videojuegos en ese panteón donde se encuentran los mejores exponentes del género. Con Phantom Fury el estudio busca cumplir su cometido, trayendo de regreso a la reina, Shelly «Bombshell» Harrison, para dar inicio a una nueva matanza que no dejará ni a un solo enemigo sin plomo en sus entrañas. Pero ¿Es esto suficiente?.

La historia transcurre varios años después de los acontecimientos de Ion Fury. Shelly Harrison despierta en medio de un mundo en caos, donde rápidamente recibe la misión de salvaguardar un artefacto sumamente peligroso conocido como Demon Core. Toda la trama se desarrolla en segundo plano y será necesario ingresar a las terminales para recibir más información acerca de lo que acontece. Si bien las tramas en los boomer shooter no destacan por descubrir la pólvora, en esta ocasión está bastante bien planteada. De hecho, se vuelve especialmente interesante durante las últimas horas, donde descubrimos qué ocurrió con la protagonista luego de la lucha contra Jadus Heskel.

Como es de esperar, Phantom Fury ofrece una campaña clásica sin desviarse en innecesarias modalidades multijugador o pases de batalla. Es un shooter de pura cepa que no pierde el tiempo en cosas muy locas o rebuscadas. Aquí estamos para repartir plomo y eso es lo que hacemos, desde el inicio hasta el desenlace. El ritmo de combate recuerda mucho a Serious Sam, con recurrentes oleadas de enemigos en un mismo escenario y emboscadas en las que la mejor consiste en mantenerse en movimiento constante, sin parar de jalar del gatillo.

Phantom Fury Reseña

Phantom Fury hace uso de Unreal Engine 4, motor mediante el cual consigue plasmar una estética típica de los ‘shooters‘ de comienzos de los 2000, pero mezclando elementos 3D con texturas de pixeles gruesos que le sienta muy bien. Visualmente es un deleite, y pese al diseño de algunos NPC que se sienten algo lavados y desentonan con el resto del juego, la dirección artística es consistente. Sobresale gracias a detalles cuidadosamente ubicados en los escenarios, que los vuelven muy reactivo a nuestra intervención. Los efectos de partículas, iluminación, paleta de colores y diseño de niveles destacan notablemente durante los primeros compases del título y se sostienen gratamente hasta el final.

Los escenarios exteriores son inmensos y más llegados al final alucinamos con esa derruida ciudad futurista con luces de neón por todas partes. Algunos entornos resultan muy familiares, y esto se debe a que Half-Life Black Mesa es la principal inspiración del juego, aunque bebe de muchos otros FPS legendarios. Algunas referencias son muy evidentes, como por ejemplo máquinas expendedoras con la imagen de un Cacodemon, mientas que otras están camufladas con el entorno. También, es posible identificar ciertos ‘gags‘ o locaciones propias del mundo del cine. Esto es claramente perceptible en algunas las líneas de Shelly, los textos de las terminales, o un nivel de un bar que recuerda muchísimo al visto en Del Crepúsculo al Amanecer, el film de Robert Rodriguez.

El diseño de los niveles es algo lineal, aunque no será raro perdernos. Además, debido a que es posible interactuar con prácticamente todos los elementos del entorno, es bastante frecuente pasar algo de tiempo buscando aquellos relevantes para el desarrollo de la aventura. No hay nada que destaque en el ambiente, más allá de las llaves o tarjetas. Esto es un claro error de diseño, porque en varias ocasiones estaremos obligados a recorrer diez veces el mismo pasillo o habitación, tratando de dar con aquello que buscamos. Si bien no hace falta una señalización como los horrendos bordes con color amarillo de Final Fantasy VII Rebirth, es algo que fácilmente pudo solucionarse con un sutil brillo o destello que llame la atención.

Pese a ello, Phantom Fury un título que debido a su naturaleza, nunca nos lleva de la mano. Tampoco pierde tiempo explicándonos todo como si fuéramos tontos. Se nota que la intención de Slipgate Ironworks es que los propios jugadores busquen formas creativas de resolver los acertijos planteados, ya sea mediante el uso de las físicas o del propio ingenio. Generalmente, los problemas cuentan con más de una solución. Por ejemplo, en algunos ocasiones, para avanzar, podemos acortar camino apilando cajas y barriles para sobrepasar un obstáculo, mientras que en otras será necesario manipular una grúa o un arma de energía.

Phantom Fury Análisis

Sin embargo, la exploración en general falla estrepitosamente y es el mismo título el que se pone el palo en la rueda mientras pedalea. Es curioso porque en un principio se nos incentiva a buscar formas creativas de superar determinados obstáculos o superar un nivel. Pero cuando comenzamos a creernos los reyes del mundo, el juego nos da una bofetada que nos devuelve a la realidad estableciendo límites arbitrarios con paredes invisibles que tiran abajo lo mismo que propone. Como detalle adicional, cabe mencionar que estaría bien que los niveles enseñaran un panel de estadísticas al finalizarlos, para así tener una idea clara de cuantos secretos o artefactos nos saltamos durante el avance.

El combate, es muy simple y repetitivo, al punto de abrazar la monotonía. Contamos con diecisiete armas que componen nuestro arsenal. Algunas de ellas más interesantes y divertidas que otras, como es natural, pero también muchas que resultan muy redundantes. El diseño de enemigos tampoco ayuda demasiado. Es decir, si bien resultan variados, están muy poco inspirados y su IA peca de un nivel de torpeza que los vuelve aburridos. Parece como si hubiera momentos en que tienen lucidez y actúan acorde a lo esperado, mientras que en otras ocasiones se mantienen tiesos en su lugar hasta que pasemos a medio metro de ellos, para recién ahí comenzar a luchar.

Indistintamente del enemigo que nos crucemos, todos se rigen por la misma regla: acercarse a nosotros en línea recta. En el caso de los zombis es entendible, pero no tiene mucho sentido cuando soldados -presuntamente entrenados- también ejecutan dicha acción. Rara vez los veremos tomar decisiones tácticas como utilizar coberturas o intentar flanquearnos. La dificultad en cada enfrentamiento se ve reflejada en el número de enemigos en pantalla, unos muy cuestionables ‘hitbox‘ y, por supuesto, en nuestra puntería. Respecto a esto último, recomiendo ajustar las configuraciones de sensibilidad del mouse, el desplazamiento de la cámara y el auto apuntado, puesto que las opciones que vienen por defecto se sienten algo ‘toscas’.

Lo más divertido en este sentido, es el brazo biónico de Shelly. Gracias a dicha herramienta, a las mejoras que podemos desbloquear y nuevas habilidades que se incorporan conforme avanza la historia, los enfrentamientos en general, se vuelven más versátiles y entretenidos. Además, podemos conseguir aumentos que pueden aplicarse al brazo robótico, al traje de poder o a las armas, permitiéndonos definir nuestro estilo de juego. De este modo, nuestra protagonista puede convertirse en un tanque que absorbe mucho daño, o en una ágil acróbata que utiliza el entorno a su favor haciendo barridas y saltos locos por todas partes mientas esquiva proyectiles. Un añadido interesante que aboga por la variedad.

A lo mencionado, se suman algunos segmentos que buscan mantener fresca la experiencia, donde conducimos vehículos. Tenemos una sección de persecución terrestre a bordo de una camioneta, un tanto aparatosa, pero que cumple. Luego, un tramo a bordo de un submarino, que si bien no destaca, tiene lo suyo. Ahora bien, el nivel que pilotamos el helicóptero, prometía mucho. Los trailers e imágenes promocionales dejaron ver algo que, sobre papeles, es una gran decepción porque se trata de un segmento sobre rieles. Es una pena, porque tiene momentos en los que pareciera aumentar la adrenalina. Pero, al no tener el control del vehículo, no podemos experimentar absolutamente nada con él. Al final, todo se limita a sentarse, observar y disparar.

El título solo cuenta con guardado automático, por lo que estamos atados a los checkpoints establecidos en el juego. Algo que posiblemente puede jugarnos en contra, y lo digo por experiencia. En determinado momento sucedió que la partida se guardó en un pésimo momento. Concretamente, luego de atravesar un umbral en el que me vi rodeado de enemigos. Resta decir que esto hizo que mi ‘respawn‘ se convirtiera irremediablemente en un ‘insta kill‘. Si bien pude sortear dicha situación, la opción alternativa era seleccionar un punto anterior de guardado o reiniciar la misión desde cero.

Phantom Fury también adolece de otras carencias, como el apartado sonoro, carente de brillo y que no transmite absolutamente nada. No existe ni una canción o melodía memorable que podamos identificar como el tema principal. Incluso en la pantalla de inicio, se optó por unas notas aburridas; algo que se mantiene en el resto de la experiencia. Este aspecto es un lastre en sí mismo porque además de sentirse absurdamente monótono, debería ser uno de los elementos característicos que imbuya de potencia a la aventura. Pero lejos de ello, nos encontramos recorriendo escenarios bajo asedio constante, con un ‘soundtrack‘ que nunca estalla, sobresale, o emociona.

De igual manera ocurre con los efectos sonoros. Los sonidos ambientales están bien, las actuaciones de voz de nuestra protagonista y algunos NPS son sobresalientes. Y ahí paramos de contar. El sonido de las armas carece de emoción y contundencia. Al igual que sucede con la música, esto se siente como un downgrade en relación a su predecesor, Ion Fury. Las animaciones son muy buenas, pero el audio es más bien débil. Para más inri, en las estaciones de mejora podremos aumentar la velocidad de recarga de las armas, sin embargo el sonido asociado a dicha acción está completamente desfasado y a velocidad normal. Este es un simple detalle, pero incluso siendo uno pequeño no logra pasar desapercibido.

Phantom Fury Review

Phantom Fury es un título digno, como mucho, y gran parte de ello se debe a la diversidad del arsenal, escenarios y ambientación. Sin embargo, puesto bajo una lupa exigente, podemos encontrar detalles que evidencian un desarrollo apresurado. Esto se nota particularmente en el descuido en cuanto al aspecto sonoro, el combate, y la variedad e IA de enemigos. Tratándose de un ‘boomer shooter‘ es inadmisible que su jugabilidad, que debería destacar por ofrecer frenetismo y creatividad para sembrar el caos, recaiga en la redundancia. Todo ello sin mencionar algunos ‘bugs‘ y ‘glitches‘ que rompen bastante la experiencia. Como resultado, la nueva aventura de Bombshell deja sensaciones mixtas. Aún así, se deja jugar, aunque quizá sería bueno esperar a una rebaja para darle una oportunidad.


FICHA TÉCNICA:

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Sobre Darío Gadea

Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II


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