Cada vez que veo un desarrollo indie, me es inevitable pensar en lo complejo de su proceso de desarrollo. Porque no todo pasa por «picar» código para materializar una propuesta, sino que también hay un proceso creativo. Y sacar ideas, cuando ya prácticamente todo está dicho y hecho, es complicado. Creo que por ello las Game Jams son tan importantes. Si bien no he estado presente en ninguna, imagino que ha de ser como una especie de brainstorming donde los resultados se traducen en prototipos que terminan cobrando vida propia. Podría citar numerosos videojuegos que surgieron en este contexto, pero es tema para otro artículo. Acá vengo a hablar de Out of Bounds, un shooter en primera persona con plataformas y puzzles nacido de la cabeza de Tobías Rusjan. Un título muy desafiante que esconde tras de si un interesante mensaje acerca de lo que implica crear un juego.
El hecho de mencionar a las Game Jams en el párrafo introductorio no es algo librado al azar. Out of Bounds fue concebido en la Epic MegaJam de 2021. En dicho evento, el objetivo era dar forma a un videojuego (entiéndase mecánicas, gráficos y música) en un lapso de 7 días. Y Tobías lo logró, por supuesto. Caso contrario, posiblemente no estaría redactando estas líneas. En su momento, el proyecto era un poco más acotado por las limitaciones temporales, claramente. No obstante, con el lanzamiento de su versión final se añadió nuevo contenido, como enemigos, niveles, tablas de puntuaciones y los siempre bien ponderados logros de Steam. A todo esto, y a fin de entregar un juego lo más pulido posible, Tobías también contó con la asistencia de Viktor Ahmed en la dirección artística, Claudio «Scuzzo» Sagrera para la la nueva interfaz y David Levill a cargo del audio.
Hasta acá todo muy bonito, pero seguramente te estés preguntando ¿Qué es Out of Bounds? ¡Contame por favor que tal está el juego y cómo fue tu experiencia! A eso voy, tranquilos. Bien, el título nos pone en el papel de Tony un desarrollador indie que parece vivir pegado a su escritorio trabajando. En lo que parecía ser un día común y corriente, recibe un llamado de su jefe solicitando que haga lo que mejor sabe hacer: Crear un videojuego. En un arrojo de valentía, el protagonista alardea que no solo podría hacer las mecánicas, sino también los gráficos y la música, a lo que el jefe da luz verde. Pero, hay truco. El videojuego ha de crearse en tan solo 15 minutos, debiendo estar lo más pulido posible de cara a su lanzamiento.
Bajo esta sencilla premisa es que comienza la aventura. Pero no se asusten, que para crear el juego no hay que programar nada, técnicamente hablando. Diría que es como un “game-inception” (de verdad, debo trabajar en esto de poner nombre a las cosas). Es decir, tomamos el control de Tony, quien estaría virtualmente dentro del juego, aunque en realidad está tecleando en su PC a más no poder, manteniendo sus ojos abiertos a base de café. Sea como sea, lo que nosotros como jugadores vemos es el esqueleto del desarrollo, siendo el objetivo ensamblar todas las piezas para poder compilarlo.
En lo que a jugabilidad respecta, Out of Bounds es un shooter en primera persona con toques de plataformeo. El escenario en que transcurre la acción es el mismo aunque, conforme avance el desarrollo del juego que Tony está creando, todo comenzará a verse mejor. Al inicio todo es bastante sencillo ya que solo hay que recolectar recursos gráficos y sonoros para ensamblar los cimientos de la producción. También funciona como una especie de tutorial para familiarizarse con los controles y el entorno. Sin embargo, a partir del segundo nivel la cosa cambia, ya que para ir compilando los avances tendremos que deshacernos de los bugs que irán apareciendo. Por suerte contamos con una especie de rifle láser para exterminarlos, el cual se siente muy satisfactorio disparar. Y todo mientras el reloj corre a toda velocidad. Porque eso de que el trabajo ha de hacerse en 15 minutos, es literal.
Que exista este temporizador es algo que me gustó mucho. Nunca en mi vida hice un speedrun. Sin embargo, sin pensarlo, de repente me ví sumergido en una vorágine competitiva en pos de mejorar mi tiempo. Quería llegar a las primeras posiciones de esta tabla de marcadores para codearme con los grandes; con aquellos que habían dominado Out of Bounds completamente. Hay un gancho muy fuerte ahí, porque al fin y al cabo, el juego consiste en solo tres niveles que irán variando ligeramente. Puede que parezca una tontería, pero estos cambios tan sutiles afectan bastante a la jugabilidad. En especial cuando se quieren recortar segundos para llegar al top 10. Spoiler: A pesar de mis mejores intentos, solo he logrado quedar entre los puestos 30 y 40 (no recuerdo con exactitud). Aunque posiblemente, cuando estés leyendo esto, ya me encuentre mucho más abajo.
La verdad es que disfruté mucho del juego. Eso sí, mentiría si dijera que no hay algunos detalles. Por ejemplo, algunos saltos en los segmentos de plataformas se me hicieron raros y no sentí que haya un feedback claro cuando ataca un bug. Al margen de eso, está bastante pulido. La música es muy buena y gráficamente es sencillo, pero cumple con creces con su cometido. A todo esto se suman unas ilustraciones de gran calidad, tanto para la introducción como para el final. Es uno de esos títulos que cumple con el principio Bushnell de “Fácil de comprender, difícil de dominar”, pero sin llegar a ser frustrante o demandante. De hecho, es ideal para matar esos momentos de ocio donde tenes que esperar a que se haga “la hora de”. Tan solo 15 minutos (o mucho menos) para hacerte una run y, de paso, farmear algún que otro logro.
Para terminar, solo mencionar que hay un aspecto que me pareció de lo más interesante en Out of Bounds. Me refiero al detrás de la escena, a lo que implica ser un dev indie que debe cumplir un trabajo a como dé lugar. Aquí se muestra, de un modo simple pero funcional por lo que tiene que pasar un desarrollador. Por las presiones a las que se ve sometido cuando sus ingresos dependen de ello. A la falta de corazón de un jefe codicioso que solo quiere algo que sea jugable. Así sea un título incompleto que ya se arreglará con el tiempo.
Quizá esté sobre-analizando las cosas nuevamente, pero no dejo de percibir que detrás de una fachada colorida y alegre, se esconde una crítica a la industria del videojuego. A como se ha normalizado el recibir productos a medio terminar, sí. Pero también a cuán ingrato puede ser el consumidor con sus palabras y al daño que pueden ocasionar con ello. De algún modo, todo esto me llegó y reafirma eso que creo de que un juego puede salir bien o mal pero -la mayoría de las veces- es hecho con amor.
En definitiva Out of Bounds es un título muy divertido, cuyo génesis se remonta a una jam donde Tobías dió rienda suelta a su creatividad. Sin embargo, lejos de hacerlo en 15 minutos, Rusjan ha tomado el tiempo necesario para dejar madurar el proyecto y volcar toda su experiencia como desarrollador. El resultado habla por sí solo y demuestra como en incontables ocasiones, las ideas sencillas son las que mejor funcionan. Si bien hay algunas asperezas, son nimias y -en mi experiencia- tuvieron nulo impacto en el disfrute de la propuesta. Quizá no sea el juego que viene a romper con los paradigmas establecidos. Pero lo que sí puedo decir, es que es uno con el que lo podes pasar muy bien y, de paso, sentir en carne propia lo dura que puede ser la vida de un dev.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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