METAL: HELLSINGER – Análisis

METAL: HELLSINGER – Análisis

En el infierno, el heavy metal es la única ley

Metal: Hellsinger es un shooter rítmico, cuya dinámica de juego hace que sea prácicamente imposible disparar un solo tiro sin mover la cabeza al compás de su poderosa banda de sonido


El metal. El heavy. La música pesada. Diferentes formas de denominar a un género musical que, por algún motivo, siempre fue asociado al demonio. Tal vez sea por eso de “hacer los cuernitos” o porque a un grupo de personas se le haya dado por quemar iglesias en Noruega. Quién sabe. Lo que sí puedo aseverar, es que al menos en mi ser, el sonido de una estridente guitarra eléctrica, el doble bombo de una batería, los graves del bajo y una potente voz gutural, suelen hacerme poner de buen humor. Es por ello que desde que vi el anuncio de Metal: Hellsinger quedé enamorado. Este título aúna dos cosas que me gustan mucho: La música y los shooters en primera persona. Y si hay algo más lindo que reventar demonios sacudiendo la cabeza a riesgo de sufrir un severo esguince cervical, no quiero saberlo carnal.

Metal: Hellsinger es un juego rítmico. Pero no tanto en plan Guitar Hero, sino más bien como Sekiro, aunque mucho menos demandante. El trabajo de The Outsiders tiene una premisa muy sencilla que consiste en llenar de plomo a todo aquello que vague por el infierno, con música heavy metal de fondo. Lo sé. Esto puede sonar sospechosamente familiar a DOOM. Sin embargo, lejos de ello se encuentra este título. O no tanto. Pero no es lo mismo, eso seguro. Es decir, comparten género, ambientación y algunos puntos en común en términos jugables. No obstante, aquí la música tiene un papel preponderante ya no solo en el gameplay, sino también en la narrativa.

Tal es así que la banda sonora dicta la cadencia de cada disparo, golpe de espada o esquiva. Se convierte en el eje fundamental sobre el que gira la experiencia y -obviamente- es el aspecto al que se le ha puesto mayor atención. El juego cuenta con el privilegio de tener a cantantes de primer nivel que, junto a una talentosa banda, han sabido dar vida a una especie de sinfonía de destrucción. Entre ellos se encuentran Alissa White-Gluz de Arch Enemy, Randy Blythe de Lamb of God, Matt Heafy de Trivium, Dennis Lyxzén de Refused y hasta el mismísimo Serj Tankian de System of a Down. Y al igual que sucede con Sayonara Wildhearts, no es una locura considerar a este videojuego como una suerte de álbum conceptual.

Metal: Hellsinger Espada

La trama de Metal: Hellsinger nos lleva al sur del cielo, para ponernos en la piel de una demonio conocida como “La extraña”. Nadie sabe cómo esta entidad rebelde terminó vagando por el infierno, pero lo seguro es que está allí para saldar una cuenta pendiente. El caso es que “La Inquisidora”, un Demonio mayor con D mayúscula, tomó la posesión más preciada de nuestra protagonista: Su voz. Será entonces que con la ayuda de Paz, una vieja calavera parlante (Interpretada, como no, por Troy Baker) emprendamos una cruzada de venganza por los 8 infiernos.

Para llevar a cabo nuestra proeza contamos con un poderoso arsenal. Las armas iniciales y que nos acompañarán en toda la aventura serán la espada Terminus y Paz, la calavera que además de hablar escupe bolas de fuego. Sin embargo, el poder real está en las “armas secundarias” que encontraremos durante nuestro viaje. Tampoco es que haya mucha sorpresa, puesto que son las típicas de este tipo de juegos. Es decir, una escopeta, un conjunto de pistolas, una ballesta y una especie de boomerangs duales. Quizá esta última sea la más excéntrica. Lo interesante es que cada una de ellas tiene un disparo secundario o habilidad especial bastante útil. Todo, claro está, con el fin de causar mucho más daño.

Algo que me encanta de cada una de las armas es lo poderosa que se siente al dispararlas, en especial cuando se hace al ritmo correcto. El sonido de cada una de ellas es genial y acentúan el compás de la música mientras se causa una verdadera masacre en el infierno. Porque como dijera anteriormente, este es un juego rítmico y junto al cursor de apuntado aparecerán unas marcas que indican la cadencia con la que debe abrirse fuego. Pero ojo, no es que siempre vamos a estar escuchando la música sonar. No.

Si lo que se pretende es revolear la cabeza como un poseso, al son de la increíble voz de alguno de estos talentos, hay que aprender a jugar. Y ojo, que no es complicado. Metal: Hellsinger sigue la máxima de Nolan en eso de que es fácil de comprender, pero difícil de dominar. Al principio solo se escucha la batería, el bajo y la guitarra en cada canción, pero a un volumen bajo. Hasta ahí, tranqui.

Sin embargo, con cada disparo realizado en el momento correcto, el medidor de combo comenzará a aumentar. A medida que crezca, los volúmenes comenzarán a subir y se añadirán más capas a la banda sonora. Cuando se consiga el máximo multiplicador, el ansiado «x16», solo entonces se desatará la furia completa de cada canción. Esto no solo es una referencia narrativa hacia la historia de la protagonista, que perdió su voz, sino también un efectivo indicador que nos hace saber que tan bien o que tan mal lo estamos haciendo.

La campaña de Metal: Hellsinger está dividida en 8 niveles, más un tutorial. El diseño de los escenarios es bastante lineal. Es decir, son pasillos que conectan arenas en las que aparecerán demonios. Una vez exterminamos todo lo que se mueve, se puede romper una especie de sello que bloquea el camino y seguir adelante. Acá olvidate de la exploración, de los coleccionables y toda esa milonga. No hay secretos. Tan solo acción y diversión. La verdad es que no me hizo falta nada de eso para pasármelo bien. El juego va a lo que vá sin rodeos. Es como una especie de propuesta arcade, minimalista donde el objetivo es pasar cada escenario lo más rápido posible, sumando la mayor cantidad de puntos.

Algo que si no me terminó de cerrar mucho, es que al final de cada nivel tenemos que enfrentar a un jefe. Y quizá se pregunten ¿Qué problema hay con ello? Ninguno, salvo que todos los jefes son prácticamente iguales. Se tratan de apariciones o manifestaciones de La Inquisidora con diferentes poderes. Son combates poco estimulantes, donde ni siquiera se sabe muy bien qué patrones seguir para esquivar determinados ataques. De hecho, hubo algunos que ni supe cómo evadir. No sé, esperaba algo más en este aspecto. Tampoco es que estén mal diseñados estos enfrentamientos ni nada por el estilo. Pero son un poco «meh». Salvo el último. Este en concreto, me gustó bastante. Creo que más peleas como esa hubieran sido geniales.

En fin, que al terminar cada escenario, se puede volver a ellos para completar los Tormentos. Técnicamente son pruebas de habilidad con las que desbloquear ventajas especiales que podemos equiparnos. Estos 21 desafíos van desde eliminar una cantidad específica de enemigos siguiendo el ritmo, a otros más complejos donde solo contarán las muertes de determinado tipo de criaturas. A todo esto, también hay tres niveles de dificultad. Mientras que la dificultad Cabra (Normal) proporciona una experiencia equilibrada, la dificultad Bestia convierte al juego -literalmente- en un infierno. Es justamente cuando se juega en difícil que los modificadores se vuelven especialmente útiles, ya sea para causar más daño o sostener los combos por más tiempo.

Metal: Hellsinger Aparición

Metal: Hellsinger no es un juego especialmente largo. En mi caso, me tomó unas 6/7 horas completar todos los niveles, los Tormentos y conseguir un 70% de los logros. Lo bueno es que hay mucha rejugabilidad y esto compensa enormemente la duración de la campaña. La historia es buena, sí, pero al final del día, la gracia está en ascender en la tabla de puntuaciones mundial. Eso sí, no tengo idea de cómo los jugadores ubicados en las primeras posiciones han conseguido récords tan bestiales. Sea como sea, esto hizo que me picara, volviendo a jugar los mismos niveles una y otra vez para mejorar, con el fin de ver mi nombre en lo más alto de la tabla. Spoiler: No lo logré. Pero fue divertido intentarlo.

Para terminar, solo decir que me lo pasé muy bien con el juego. No tengo prácticamente nada que reprocharle. Tan solo pequeña quejas, pero nada grave. Por ejemplo los Tormentos contrarreloj que se sienten un poco injustos. Especialmente cuando no aparece «ese» tipo de enemigo que hay que matar para cumplir con el objetivo. Luego los jefes que son muy poco variados. Son críticas nimias que impactaron poco y nada en cuánto disfruté jugando Metal: Hellsinger. Es probable que en unas semanas ni siquiera me acuerde de ello. Pero lo que sí recordaré son todas las geniales canciones y como a punta de escopeta eliminé a oleadas de enemigos. Y lo mejor es que me quedo con una bonita sensación de saber que pronto habrá más contenido. La historia de “La Extraña” no termina acá, sino que recién comienza.

Metal: Hellsinger Paz

En definitiva Metal: Hellsinger es uno de esos juegos híbridos que funciona muy bien. Me encantó lo poderosas que se siente cada una de las armas. Me volvió loco la música. Y les aseguro que es imposible jugar sin entrar en una especie de frenesí reventando todo lo que se pone en frente, haciendo un violento headbanging. Es genial cómo se potencia esa relación tan especial que une los videojuegos y el metal. Y a pesar de algunos detalles que no me terminaron de cerrar, es un título tremendamente recomendable. Sin querer queriendo, la propuesta de The Outsiders se ha convertido en una de las que más he disfrutado este año. Si este videojuego fuera una banda, definitivamente sería el dúo perfecto de voces virtuosas y acción furiosa.


FICHA TÉCNICA:

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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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