Muchos jugadores han de haber disfrutado de Papers, Please en algún momento de sus vidas, o al menos escuchado algo acerca del título. No diría que es uno de mis videojuegos favoritos, pero sí uno con el que me lo pasé fantásticamente bien. Debido a ello, no tuve que pensar demasiado cuando me recomendaron que le diera un vistazo a la demostración Lil’ Guardsman, y me llevé una bonita sorpresa. Ahora que finalmente el trabajo de Hilltop Studios está entre nosotros, puedo decir que me capturó por completo, gracias a un sentido del humor brillante y personajes e historias que tan geniales como disparatadas. Un juego donde las decisiones tomadas tienen repercusiones y, aunque es una propuesta relajada y permisiva, se siente muy bien ejecutada y sumamente disfrutable.
Lil’ Guardsman comienza enseñando sus primeras pinceladas de humor, con una escena donde Lil, la pequeña protagonista de tan solo doce años, se ve arrastrada al mundo de los adultos trabajadores para cubrir el turno de guardia de su padre, y decidir quién entra al reino de Sprawl y quién no. El caso es que su padre debe ir a realizar apuestas ilegales por el juego de goblin-bol, ¡Y eso sí es importante!. La premisa es simple, pero todo cambia gracias a un artilugio mágico que nos permite retroceder en el tiempo, siempre y cuando estemos en la caseta de guardia. Entonces, con este poder y demasiada responsabilidad para una niña de su edad, tendremos que salvaguardar al reino de una inminente amenaza.
Es una historia sumamente entretenida, tanto por la ambientación como por la cantidad de personajes y el humor que estos aportan a la trama. Además, el factor de toma de decisiones hace que las situaciones se sientan dinámicas debido a los cambios que dichas elecciones acarrean. Resulta realmente divertido ver a los distintos miembros del elenco terminar en todo tipo de situaciones gracias a esta mecánica y volver atrás para experimentar que sucede al tomar una decisión diferente. Además, cuando terminé el juego recibí un logro que indicaba la obtención del mejor final. Porque sí, hay varias conclusiones para la aventura. Sin lugar a dudas, Hilltop Studios puso mucho empeño y cariño a la narrativa.
En lo jugable, Lil’ Guardsman ofrece una experiencia de juego sencilla pero con mucha interacción. Nos encargaremos de denegar o permitir la entrada al reino, pero pudiendo hacer uso de varias herramientas que harán que nuestro trabajo sea más ameno. Técnicamente son artefactos mágicos con los que podremos evaluar a los entrantes. Por ejemplo, un detector de metales, visor de rayos X y hasta un rociador de suero de la verdad. No suena muy medieval, pero es una adición perfecta que se amalgama con mucha naturalidad al humor que plantea el juego. Eso sí, el uso de los mismos es limitados y deben ser cargados con cristales mágicos todos los días. Por lo tanto, será necesario apelar a nuestro sentido común a la hora de decidir qué herramienta emplear. Eventualmente podremos mejorar la cantidad de usos y comprar más cristales.
Lo más importante es que podremos realizar un máximo de tres acciones por personaje, ya sea hablarles o usar herramientas, teniendo que decidir que hacer con ellos. Cabe destacar que siempre podemos volver al pasado, pero una cantidad determinada de veces por día. Eso si así lo queremos claro, para enmendar nuestros «errores» y no estresarnos mucho. A todo esto, se suma el hecho de que tendremos que seguir algunas directrices impuestas cada día por el trío de consejeros reales, a través del mandato real que nos brindarán al iniciar la jornada. Algunas de estas consisten en no dejar entrar a ciertas razas, o asegurarnos de que los visitantes no carguen con mercancía de contrabando. Sin embargo, apegarnos a las reglas podría significar perderse algún evento o situación divertida. Por lo tanto, a veces es mejor seguir nuestros instintos y disfrutar del caos.
En caso de duda, siempre podemos llamar a uno de los tres consejeros reales para pedirles una opinión respecto de quién estemos examinando. Los consejos no siempre ayudan, pero las interacciones resultan muy divertidas. Ser el guardián del reino, implica que también podremos confiscar objetos de los visitantes y venderlos para comprar cristales y mejoras, o guardarlos para entregarlos a otros personajes. A modo de consejo, y sin ánimos de hacer spoilers, recomiendo vender sólo lo estrictamente necesario. Por otra parte, además de vigilar, también es posible recorrer el reino e interactuar con personajes. No es nada para volverse loco. Más bien, un lindo añadido que no hace más que elevar el disfrute de un ya de por sí buen videojuego.
Respecto al apartado visual, Lil’ Guardsman derrocha adorabilidad, y el estilo caricaturesco que presenta le sienta de maravillas. Los personajes y sus diseños son variados y con mucha personalidad. En cuanto a las locaciones, no existen muchas que nos permitan admirar los paisajes de Sprawl. No obstante, cada zona presenta un entorno único y detallado. Lo mejor son los pequeños detalles, como las numerosas referencias, una de ellas muy directa a Monkey Island y otra -obviamente- a Papers, Please. La banda sonora es un bonito acompañamiento, pero lo que más destaca de este apartado son las actuaciones de voz. En este sentido, los actores hicieron un trabajo exquisito.
Lil’ Guardsman es un juego muy divertido tanto por el sentido del humor que maneja, como por su historia. Además, no todo es risa, puesto que también tendremos momentos emotivos, como los de Lil y su padre, los cuales amé por completo. Puede dar la sensación de ser un título fácil, puesto que podemos regresar el tiempo y enmendar errores. Sin embargo, esto es un punto a favor que nos permitirá disfrutar y relajarnos, sin sentir el estrés de haber tomado una mala decisión. A todo eso, se suma el hecho de que el título de Hilltop Studios brinda rejugabilidad y un variado elenco de personajes con sus propias tramas y peculiaridades. Se nota el esfuerzo puesto por el estudio en todos los apartados, dando como resultado una experiencia sumamente completa y recomendable.
Sobre David Cedres
Fanático del anime, la ciencia ficción y por supuesto los videojuegos, de preferencia indies.
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