LAST TRANIN HOME – Análisis

LAST TRANIN HOME – Análisis

Una maravilla sobre rieles

El equipo de Ashborne Games se luce con Last Train Home, un título con mucha personalidad y atención al detalle, donde la estrategia y gestión conviven en un fantástico equilibrio


Una popular frase reza que ‘la historia la escriben los vencedores’ y quizá sea por ello que varios eventos que tuvieron un notable impacto geopolítico cayeron presos del olvido. Es probable que muchos hayan oído hablar sobre cómo los bolcheviques llegaron al poder en Rusia durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, es probable que sólo los aficionados a la historia sean los que sepan que precedió a este evento, cómo ocurrió y porqué la recién formada Checoslovaquia estuvo involucrada. Es por eso que títulos como Last Train Home resultan ser tan geniales, no sólo por narrar un importante evento histórico desde un punto de vista singular, sino por lo que brinda en términos jugables. Y es que el trabajo de Ashborne Games ofrece una audaz combinación de géneros que funciona maravillosamente bien, y una atención al detalle digna de ser aplaudida de pie.

Last Train Home enseña un aspecto que rara vez vemos en los juegos sobre la Primera o, incluso, de la Segunda Guerra Mundial: los conflictos y peleas que se desatan al final de dichos eventos. El juego nos pone al mando de un escuadrón de la Legión Checa que busca el modo de volver a su recién fundada nación, justo al comienzo de la Guerra Civil Rusa. Con el país dividido entre ‘Blancos’ y ‘Rojos’, aquellos que fueran nuestros aliados, ahora nos dejan en claro que no nos quieren deambulando por una devastada Rusia. Y mucho menos armados. Por lo tanto, no queda más remedio que cruzar las heladas llanuras de Siberia a fin de llegar a Vladivostok y poder regresar a casa.

La historia, pese a tomar alguna que otra licencia artística, está inspirada en relatos reales y diarios de los soldados que participaron del conflicto. Ashborne Games (estudio de raíces checas) puso muchísimo énfasis en este sentido, dotando a la narrativa de una notable precisión, pero también retratando el sufrimiento de los legionarios. El juego nos convertirá en testigos de la crudeza humana y de los estragos causados por la guerra. Pero al margen de ser simples espectadores, también tendremos una participación activa. En determinadas circunstancias estaremos obligados a tomar decisiones difíciles, como ayudar a un bando u otro, o incluso saquear suministros para poder alimentar a nuestra propia gente.

Last Train Home Reseña

Volver a casa no será especialmente un camino de rosas. El viaje a lo largo de Siberia lo realizamos a bordo de un tren, el cual tendremos que proteger como si de nuestra propia vida se tratase. Eventualmente podremos hacer paradas estratégicas para comerciar o enviar a los legionarios a cazar, talar madera o hurgar entre las ruinas de una aldea incendiada. Pero eso no es todo, puesto que también tendremos que lidiar con imprevistos, como reparar la locomotora cuando se averíe o destruir una barrera que nos impide el paso. Y todo mientras buscamos mantener a nuestras tropas con la panza llena, resguardados del frío y con la moral en alto.

El título presenta diferentes facetas mediante una combinación de géneros que funciona francamente bien. Es una mezcla entre juego de supervivencia, acción estratégica, sigilo táctico a lo Commandos y un toque RPG que le sienta fantástico. A grandes rasgos podría decirse que la jugabilidad se divide en dos partes. Por un lado, la gestión del tren y los legionarios, y por el otro, las batallas en tiempo real pero con la posibilidad de realizar pausas tácticas.

En lo que al apartado de gestión respecta, Last Train Home es un juego con bastante profundidad. La introducción es bastante agitada y si bien se nos ofrece un tutorial que nos informa acerca de cómo funcionan sus aspectos, son demasiadas cosas a tener en cuenta. Cada nueva acción viene aparejada de una explicación y, si bien con el tiempo todo se volverá bastante familiar, al comienzo puede resultar algo caótico. De cualquier modo, se incluyen varias opciones de dificultad que hacen al título más accesible. El caso es que durante el viaje será indispensable contar con combustible para mantener la locomotora en marcha. También reunir comida y recursos para llevar a cabo diferentes mejoras, en especial, un sistema de calefacción a fin de evitar que los legionarios se conviertan en cubos de hielo.

Mantener y actualizar adecuadamente el tren es indispensable. Hay diferentes tipos de mejoras, pero algunas son estrictamente necesarias. En este sentido, resulta particularmente interesante como el juego no nos indica directamente en que es necesario invertir recursos. Por el contrario, lo hace sutilmente, a base de introducir nuevas mecánicas. Por ejemplo, en los primeros dos capítulos se nos permite experimentar y familiarizarnos con los sistemas. No obstante, a partir del tercero, comienza a añadir nuevas reglas, como el frío o poner límites de tiempo para cumplir con determinados objetivos. Entonces, sin la necesidad de tirarnos a la cara un mensaje de ‘construye tal o cual cosa’, deja que lo descubramos por cuenta propia.

Last Train Home Análisis

Puede parecer un detalle al pasar, pero que el juego no nos trate como tontos, se siente extremadamente satisfactorio. Al fin y al cabo, que los legionarios mueran de hambre o frío, será la consecuencia de una mala gestión. Del mismo modo, es sumamente importante tomar en cuenta que el tren sólo puede llevar un número determinado de vagones. Esto añade una capa más de complejidad a la gestión, porque cada uno cumple con funciones igual de útiles. Por ejemplo, con el vagón hospital los legionarios se recuperan más rápido de sus heridas, con la cocina podremos producir más alimentos, mientras que con el taller investigaremos nuevas tecnologías.

Visto de un modo diferente, el tren es para los legionarios lo que el reactor de Frostpunk lo es para los pobladores en dicho juego. Es la única esperanza para la supervivencia y lo que más necesitaremos mimar. Pero, mantenerlo en buena forma requiere de mano de obra calificada y ahí es donde cada soldado se vuelve indispensable. Además de comer y disparar armas, los miembros de nuestro escuadrón cuentan con talentos y roles que los convierten más idóneos para desempeñar diferentes tareas. Algunos son más aptos para la conducción, mientras que otros están capacitados para cocinar o manipular la artillería. Eso sí, es muy importante revisar sus rasgos, porque un conductor alcohólico o un cocinero torpe, serán más propensos a ocasionar accidentes indeseados .

Last Train Home Review

Todo esto hace que en Last Train Home se genere una suerte de simbiosis entre los legionarios y el tren. Nuestra misión sólo podrá alcanzar el éxito si ambas partes están en armonía. Quedarnos con muy pocos soldados significa que la locomotora no pueda funcionar y se acabará el juego. Pero no sólo a través del combate podremos sufrir bajas. Un abrupto descenso en la moral, el hambre, el frío, las creencias políticas, un desacuerdo con nuestra forma de ver las cosas o incluso una actitud altruista pueden ser motivo para que cualquier legionario nos abandone.

Aún así, el juego no profundiza demasiado en las relaciones entre personajes. Durante mi partida, la imprudencia de un conductor ebrio hizo que el tren casi se salga de las vías y si bien pude escoger como resolver dicha situación, las consecuencias apenas tuvieron peso. Esto es algo que quizá pudo estar mejor trabajado, aunque por contraparte entiendo que habría hecho de la experiencia algo bastante más compleja de la que ya es. La mayoría de las decisiones impactarán en la moral de los soldados. Pero, si esta decae demasiado, puede volver a levantarse al máximo con tan sólo un atado de cigarros o una botella de vodka. Debido a esto, la inmersión se rompe un poco y dicha mecánica queda reducida a mantener un simple indicador al máximo. 

Durante el viaje tendremos que cumplir con diferentes objetivos, tanto principales como secundarios. Generalmente consistirán en llegar a un determinado punto del mapa y, desde allí, formar un escuadrón de hasta 10 miembros para dar inicio a la fase de combate. Es aquí donde Last Train Home se desdobla y da paso a una dinámica mucho más próxima a Commandos o Company of Heroes. Las misiones son sumamente variadas y premian el sigilo y la planificación. Además, al igual que en el tren, cada soldado cumple un rol en batalla y saber cómo aprovecharlo puede marcar la diferencia entre una gloriosa victoria o una humillante derrota.

Tener unidades individuales en lugar de batallones completos hace que la planificación y el modo de afrontar cada escenario sea mucho más fácil y que cada encuentro con el enemigo se sienta más personal. Incluso cuando nuestros personajes apenas tienen personalidad más allá de sus rasgos característicos. Cada legionario cuenta y perder a uno de ellos se vuelve inaceptable. Al fin y al cabo, las consecuencias pueden extenderse más allá del combate, porque perder a nuestro infalible francotirador también puede suponer el perder al mejor cocinero o médico a bordo del tren.

Es un acierto que desde Ashborne Games hayan decidido ofrecer la posibilidad de abogar por el sigilo. En lo personal, encontré que dicha vertiente quita algo de ritmo a las misiones. Por contraparte es la forma más efectiva de mantener a los legionarios con vida. Esconderse en matorrales o arbustos y eliminar silenciosamente al enemigo a corta distancia con un cuchillo enterrado entre las costillas es sumamente efectivo y, en cierto modo, satisfactorio. Eso sí, es fundamental evitar caer dentro del cono de visión enemigo para evitar que hagan sonar la alarma o que llamen refuerzos.

Cabe destacar que, durante el combate, es donde también pueden verse algunas de las costuras del título. El mayor problema viene por el comportamiento errático de la IA y lo fácil que resulta explotarla a fuerza de tender emboscadas. Solo diré que, con tiempo y paciencia, cualquier misión puede superarse con tres o cuatro soldados. Cierto es que puede volverse un poco complicado a medida que el juego avanza, pero en general, nunca es imposible de manejar. Al margen de ello, los combates no se sienten como un añadido forzado, fuera de lugar o carente de pulido. Funcionan bien, no son frustrantes y aportan la variedad necesaria para mantener el balance entre acción y gestión.

Finalmente, lo que hace que jugar a Last Train Home sea tan especial, es lo bien diseñado que está el mundo. La atmósfera de desolación de la llanura siberiana, sumado a la desesperación de los civiles rusos atrapados en la guerra civil, pueden llegar a ser increíblemente desgarradores. Además, amén de ser gráficamente encantador, el juego presenta una narrativa contextual muy trabajada. Justamente son pequeños detalles, como los restos humeantes de una aldea o ver cientos de cuerpos amontonados en una fosa común, los que hacen destacar notoriamente a este apartado.

A esto, se suma trabajo en sonoro cuyo nivel de detalle raya lo obsesivo. En su visión de hacer que el juego fuera lo más auténtico posible, la desarrolladora añadió escenas cinemáticas con actores reales y doblaje checoslovaco. Pero mejor aún, en el juego, algunos legionarios hablan checo, mientras que otros hacen lo propio en eslovaco. Es un agregado realmente impresionante, merecedor de una ovación de pie, ya que contribuye muchísimo al factor inmersivo. Es más, me hubiera sentido profundamente ofendido y ‘sacado de onda’ si los legionarios hablaran en inglés.

Last Train Home es un videojuego que sorprende gratamente. El título hace un excelente trabajo combinando mecánicas de estrategia, acción y gestión, las cuales conviven en un magnífico equilibrio. Todo empaquetando todo con una narrativa inmersiva, basada en hechos históricos que no suelen tratarse dentro del medio. No es perfecto y tampoco llega a ser tan profundo como otros exponentes dentro de la gestión o la estrategia. Sin embargo, Ashborne Games debuta por todo lo alto, tomando y amalgamando lo mejor de ambos mundos. Y más meritorio aún es que con ello lograron convertir a su trabajo en uno de los mejores juegos del año.


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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