Hay franquicias que suelen mantener sus propuestas prácticamente inmaculada a lo largo de sucesivas entregas. La saga Kingdom es un ejemplo de ello, ya que mantiene el core de su gameplay, pero añadiendo mecánicas que tienen como fin, aportar algo de variedad. En New Lands, se añadieron monturas y diferentes islas, mientras que en Two Crowns se incorporaron nuevas civilizaciones y hasta un modo multijugador. Esto hizo preguntarme que sería lo nuevo que en Kingdom Eighties – Summer of Greed. Si bien tenía mucha intriga, el primer tráiler presentado, impregnado con esa temática ochentera, me capturó por completo. Pero las ganas de poder jugarlo se elevaron a la estratosfera luego de leer las primeras impresiones de Frank, que además tuvo la suerte de haber tenido una charla frente a frente con Gordon Van Dyke, el desarrollador de este videojuego, y cofundador de Raw Fury.
Al igual que las anteriores entregas de la saga, Kingdom Eighties – Summer of Greed (Kingdom Eighties de aquí en más), es un videojuego de construcción de base y defensa. La diferencia es que esta vez, en lugar del Rey tomamos el papel de un muchacho -El Líder- que se verá envuelto en una épica aventura para salvar a su familia, amigos, y el pueblo entero de unos avariciosos monstruos que invaden el territorio. Es un juego estratégico donde se deben administrar recursos, en este caso monedas, para reclutar unidades, construir o mejorar edificaciones, y activar eventos por el camino. Todo con el fin de conseguir la ayuda necesaria para combatir a la codicia y sus legiones de horripilantes criaturas.
Una de las grandes novedades del título es la historia. Pues sí, por primera vez en la saga, hay un hilo narrativo conductor. Ahora, en lugar de dejar todo a la interpretación del jugador, la campaña -que está dividida en episodios- cuenta con cinemáticas animadas, a la vieja escuela, que irán desvelando poco a poco el cuento. Todo gira en torno al protagonista, los secretos de su linaje y la conexión del mismo con la codicia. Afortunadamente no tendrá que enfrentarse a esta adversidad solo, ya que podremos reclutar a otros tres personajes que prestarán su ayuda en esta crisis. Eso además de un ejército de ¿niños? Sí, criaturas despiadadas que pueden hacer a uno perder la cordura. Como tío que soy, considero que es una perfecta elección.
Tenía algo de intriga con respecto a la historia, de como la contaría y que transcurrirá en ella. Y la verdad es que me ha dejado satisfecho. Si bien es cierto que tiene algunos clichés, son de los buenos, y el final es muy acorde. Me gustó como está planteada y espero ver esto plasmado en los siguientes títulos de la saga, ya que creo que es un universo al que se le puede sacar mucho provecho. De hecho, con este juego se da inicio a una línea temporal que une a todas las entregas. Quiero mencionar que es un paso en una gran dirección. No obstante, también hacer especial énfasis en lo dicho para que no se tome como «en la dirección correcta», ya que los predecesores son muy entretenidos, aún cuando no siguen una narrativa tradicional.
La jugabilidad no cambia mucho respecto a los anteriores Kingdom. Sin embargo, para quienes no estén familiarizados con la saga, les cuento. Tenemos un mapa 2D, en el que podemos movernos de izquierda a derecha para explorar los alrededores de nuestra base, que siempre está ubicada en el centro. El objetivo principal es defender la corona, porque perderla ante la codicia es sinónimo de perder el juego. De día todo es paz y alegría, pero por las noches todo se complica puesto que será cuando comiencen los asedios. Todo mientras cumplimos con la misión principal del episodio en cuestión que, por lo general involucra llegar a uno de los extremos del mapa, abriéndonos paso a través de los ominosos portales y obstáculos que invocan a nuestros enemigos.
Para lograr esto, tenemos que emplear unidades y construir defensas, lo cual será posible al utilizar las monedas. Pero este no es el único uso del preciado recurso, ya que hay varias cosas en las que gastarlas, como por ejemplo en bicicletas. Estas vienen a ser las monturas en esta entrega, y tal y como en los juegos anteriores, cada una cuenta con sus propias habilidades. Algunas son más rápidas, otras te hacen cansar menos, ¡Y hay otras que ni siquiera son bicis! Sin entrar en spoilers, solo diré que hay patinetas, carritos y muchos otros vehículos secretos que son simplemente geniales.
Otro de los usos prácticos para las monedas es que las unidades -o sea los niños- realicen diversas tareas. Podemos asignarlos a las defensa o la construcción, con arcos y martillos respectivamente. Hay algunas diferencias que encajan muy bien con la estética de Kingdom Eighties. Por ejemplo, las granjas fueron reemplazadas con galerías de arcades, o podemos ocupar cadenas de comida rápida abandonadas para que los pequeñines tengan algo en lo que entretenerse y a su vez generar beneficios.
No obstante, hay una diferencia importante y es que los niños son mucho más trabajadores que los aldeanos de los otros juegos de la saga. Creo que esto se debe a que no hay muchas variantes de unidades. Al fin y al cabo, son menores, por lo que no hay lanceros o berserkers. Sin embargo, esto se ve resuelto con la adición de los tres compañeros que podemos reclutar. Estos se unirán al protagonista en puntos clave de los episodios, siendo una adición poderosa, ya que cuentan con dotes y características únicas. Está el atlético deportista que se ocupa de todo lo que sea fuerza bruta, la ingeniera que presta sus habilidades de reparación, y un genio informático que se ocupará de armar robots.
Que el protagonista ya no vaya solo, me encantó. Encuentro particularmente encantador que este pintoresco grupo de amigos vivan juntos la aventura. Por tonto que parezca, es un detalle que realmente cambia el ambiente del juego con respecto a los anteriores, y me parece excelente. Además, porque calza con la impronta ochentera que propone Kingdom Eighties. Es como llevar la atmósfera de E.T. o Stranger Things a este universo, pero sin que ello impacte negativamente en la jugabilidad. Porque, en general, no pierde la simpleza característica de la saga, ya que sigue igual de adictiva y entretenida.
El apartado visual se mantiene en la línea de lo característico. Kingdom Eighties presenta un pixel art muy bonito y vibrante, pero con nuevos añadidos como los retratos y cinemáticas hechas a mano (empezando por su excelente intro animada), que han quedado estupendos. La vibra ochentera es palpable en todo lo que vemos en pantalla, desde los personajes y su apariencia, hasta los entornos y paisajes de fondo. Es realmente fenomenal. Además, hay algunos enemigos que si bien son nuevos, tienen el mismo toque que en los juegos anteriores. En fin, que decir más al respecto, sería pecar de redundante. Todo está muy bien presentado y en sintonía con la saga.
Finalmente, no puedo terminar este análisis sin mencionar de las decenas de referencias que hay por doquier. Al ser un juego ambientado en los ochenta, podrán hacerse la idea de que son a queridas y nostálgicas franquicias como, por ejemplo, Los Cazafantasmas o Volver al Futuro. Al fin y al cabo, se trata de una obra personal basada en la niñez de Van Dyke. Es una gran carta de amor a esa época. Y una muy bien hecha, cabe destacar. La banda sonora también es genial. Cuenta con melodías muy pegadizas de corte retro. De hecho, casi parafraseando a lo dicho por Frank en sus impresiones, están compuestas por mucho sintetizador y vibras retro, que abarcan desde tonadas chill hasta algunas más tensas, en especial por las noches. Entre ambos apartados se crea una ambientación muy especial, super carismática, y que contribuyó a elevar mi disfrute en la partida.
En conclusión, Kingdom Eighties es un juego que se mantiene bien arraigado a sus raíces, pero añade cambios que, aunque ligeros, refrescan su jugabilidad. De sus adiciones más notorias, destaca su historia que es muy disfrutable, la cual junto al elenco de geniales personajes, son literalmente la estrella del show. Además su aspecto retro, la música que te transporta a otra época y la nostalgia en general se unen para dar forma a un juegazo que -por loco que parezca- podría clasificarse como el inicio de un universo maravilloso. Ninguno de sus aspectos tiene desperdicio y evidentemente lo recomiendo, tanto a fanáticos de la franquicia como a aquellos que quieran iniciarse en ella. Espero que les llegue a gustar tanto como a mi.
Sobre David Cedres
Fanático del anime, la ciencia ficción y por supuesto los videojuegos, de preferencia indies.
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