INDIKA – Análisis

INDIKA – Análisis

¿Está bien que un árbol tenga mil hojas y el otro mil una?

Más que un juego, Indika es una experiencia narrativa que además de abordar la religión desde una perspectiva filosófica, plantea una crítica sátira a la propia industria del videojuego


En el vasto océano de imitaciones, secuelas y remakes, en que se está convirtiendo el mundo del videojuego, cada vez que recibimos una propuesta que aspira a ofrecer algo diferente, es más que bienvenida. Pero cuando hablamos de un título que además aborda una temática tabú como lo es la religión, desde una perspectiva filosófica, la cosa se pone mucho más interesante. Indika, el nuevo trabajo de Odd Meter, es una propuesta que marca dichas casillas, aunque más que un juego, se siente como una película de autor. Una pieza de cine experimental, a veces extraña, otras confusa, con una narrativa e imágenes por momentos surrealistas a la par que inquietantes.

Indika es una propuesta que busca intencionalmente hacernos sentir incómodos. Pero, paralelamente es una obra cuyo magnetismo resulta absorbente e impide que nos levantemos de la silla hasta que la aventura termine. El mundo extraño y oscuro que plantea, donde cuestiones como el pecado, la razón y la naturaleza misma de la realidad se exploran en cada diálogo, logran captar la atención a fin de no pasar por alto ni una palabra. Porque, pese a carecer de una jugabilidad atractiva, la propia narrativa convierte al título en algo diferente a todo lo que hayamos podido jugar en los últimos meses.

Tal es así, que intentar catalogar el juego dentro de un género específico resulta bastante complicado. A priori podría decirse que se trata de una aventura narrativa en tercera persona, con elementos de resolución de puzzles. Sin embargo, es más que eso, puesto que la forma que tiene de explorar los temas que trata, sumado a la distorsionada visión que nuestra protagonista tiene de la realidad, lo convierten en algo distinto. De hecho, la jugabilidad queda relegada a un plano minimalista. Casi a la par de un ‘walking simulator’, donde nos convertimos en testigos de cómo las luchas internas de la joven monja van desmoronando, poco a poco, la cordura que aún le queda.

Indika Review

La historia comienza en un monasterio ubicado en una fría y perpetuamente nevada montaña ubicada en Rusia. Nuestra protagonista, una joven monja que llegó al complejo religioso por cuestiones personales, tiene un historial de escuchar voces en su cabeza. Algo que la convierte en una persona no muy querida. También es el motivo por el cual forzosamente debe abandonar el lugar para llevar una carta a un sacerdote que se encuentra en las cercanías. Sin embargo ¿Es acaso que el resto de monjas detesta a Indika, o se trata de la distorsionada percepción de la realidad que tiene?.

Es difícil profundizar acerca de la historia, porque es el pilar sobre el que se sostiene la experiencia. Sólo decir que el juego explora temas como el pecado, la tentación, las enfermedades mentales y las cuestionables influencias de la Iglesia. Además, si bien el mundo trata con suma crueldad a Indika, pronto aprendemos que no es tan inocente como parece, ni tampoco incapaz de defenderse. En este sentido, Odd Meter no se contuvo a la hora de incluir violencia o hasta contenido sexual en el juego. Como resultado, las 4 o 5 horas que dura el título, se viven con intensidad pero también incomodidad. Particularmente cuando nos volvemos espectadores de secuencias pudorosas que, de forma involuntaria, nos harán quitar la vista de la pantalla.

Gran parte de nuestro viaje cuenta con la compañía de un prisionero llamado Ilya que, según nos cuenta, puede hablar con Dios. Es sumamente interesante ver como la relación de Indika se vuelve cada vez más íntima con este último. Especialmente gracias a momentos emotivos, pero también por las conversaciones que mantienen, donde desde una perspectiva filosófica, abordan temas como la ambigüedad del bien, el mal o la justicia. Dichas interacciones plantean dudas existenciales en nuestra protagonista, las cuales se ven agravadas por la intrusiva voz del Diablo, que luego de cada intervención infunde la dosis justa de incertidumbre en el corazón de la joven monja.

Además de cuestionar las creencias espirituales, el Diablo también tiene el poder de distorsionar los entornos, y sólo rezando podemos restablecer la realidad. Esta es una mecánica que llamó poderosamente la atención en la demostración y que, si bien está presente en la versión final, aparece en contadas ocasiones. Lo cierto es que en realidad se trata de otro recurso narrativo al que el estudio desarrollador apela para comunicar de forma simple y sencilla los conflictos que la protagonista atraviesa. En ocasiones, debemos aceptar dicha realidad para poder avanzar, mientras que en otras la fe y la oración son las que harán lo propio. Una forma sutil de plantear la dicotomía de que el ‘bien’ no puede existir sin el ‘mal’; de que Dios necesita del Diablo, y viceversa.

Indika Análisis

Por otra parte, también es necesario lidiar con algunos puzles ambientales. A decir verdad, lejos están de sentirse originales o desafiantes, aunque aportan cierta frescura y variedad al juego. No obstante, en lo que a cuestiones lúdicas respecta, lo más llamativo reside en la inclusión de un sistema de subida de nivel. Lo curioso es que, prácticamente desde el comienzo, se nos deja en claro que dicha mecánica no tiene ningún impacto en la aventura, lo cual nos lleva a preguntarnos ‘¿por qué Odd Meter decidió incluirla?’. La respuesta es simple: Indika abraza la de imposibilidad de no hacer que los videojuegos sean lúdicos.

Obtener experiencia coleccionando estampitas, libros o prendiendo velas a cuanto santo nos crucemos, carece de utilidad en términos jugables. Es simplemente un añadido con un efecto placebo. De algún modo nos hace creer que nuestra protagonista se vuelve más fuerte y, eventualmente, recordarnos que estamos en un juego. Pero en un análisis ligeramente más profundo, podría decirse que es una crítica satírica a que hoy por hoy, todos los videojuegos deben incluir -a veces con calzador ese- tipo de mecánicas. Indudablemente, un fantástico detalle por parte del equipo de desarrollo.

Del mismo modo, Odd Meter realizó un interesante trabajo a nivel técnico. Los entornos, además de contar con un nivel de detalle sorprendente, se perciben grises, tristes y solemnes. Algunos segmentos incluso rozan lo dantesco, mientras que lucen deliberadamente sobredimensionados, quizá con el único propósito de hacernos sentir pequeños e indefensos. Humanos. Es llamativo como todo cambia cuando Indika recuerda su pasado, plasmado mediante secuencias pixel art mucho más coloridas que crean una disonancia visual que invita a pensar que nuestra protagonista vivió días mejores.

En cuanto a la banda sonora, compuesta por Mike Sabadash, el trabajo realizado es muy interesante. Emplea una mezcla de silencios inquietantes con melodías electrónicas cuyo marcado estilo 8 bits de algún modo refleja el deterioro mental de Indika. Respecto de las actuaciones de voz, el trabajo realizado por los actores de doblaje es fantástico. Es una pena que la sincronización de labios e incluso las animaciones de los personajes no acompañe como debería. Como detalle adicional, y si se acepta la sugerencia, lo mejor es disfrutar el juego con las voces en ruso y subtítulos en español.

Indika es un título muy particular, extraño y surrealista. Una propuesta cuya narrativa ambigua, nos deja con más preguntas que respuestas, pero paralelamente pensando en lo interesante que resulta el mundo del videojuego como medio de comunicación. No es un juego para todo el mundo. Si sólo nos limitamos a ver al trabajo de Odd Meter como una mera experiencia jugable, no hay mucho que destacar. Pero cuando apreciamos el título desde una perspectiva más amplia, resulta muy fácil darse cuenta que el estudio ruso pretende ir más allá, invitándonos a sumergirnos en un viaje único, raro y emocionalmente impactante.


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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