FLAT EYE – Análisis

FLAT EYE – Análisis

La belleza de lo raro

Flat Eye es un raro videojuego de gestión donde deberemos regentear una gasolinera, cuyos sistemas giran en torno a una narrativa reflexiva a la par que pretenciosa


Hay juegos que se sienten raros. Con ello no quiero decir que sean malos ni mucho menos. Pero si que están rodeados por un aura de extrañeza que cada tanto me hace preguntar “¿Qué clase de delirio es este?”. Si tuviera que mencionar un ejemplo ahora mismo, el único que se me viene a la cabeza es Cruelty Squad. Sin embargo, desde ahora, tendré en mente otra propuesta que mencionar. Me refiero a Flat Eye, el desarrollo de Monkey Moon. El título es una especie de simulador, donde tenemos que administrar una gasolinera. Una que lejos está de limpiar los cristales de los vehículos o llenar tanques de combustible. Casi podría decir que es como un “Theme” [poner Park, Hospital o lo que quieras], pero con una fuerte narrativa, llena de reflexiones sociopolíticas, temas anticonsumistas y varias cuestiones acerca del mundo en el que vivimos ahora.

Tal es así que daría la sensación que en Monkey Moon se hizo un estudio en profundidad acerca de cómo las grandes corporaciones impactan en el día a día de una sociedad. De cómo el uso de una simple red social puede llevarnos a ese compulsivo comportamiento de “aparentar”. De la desesperación por un like o actitudes similares. Flat Eye transmite bastante bien esa sensación de que todos somos simples mercancías. El título toca temas sensibles que se desprenden de la actualidad en que vivimos. Cuestiones como el suicidio, el cambio climático o la política de género. Eso sí, salvo contadas tramas, no llegué a percibir que nada de lo que se habla sea realmente impactante. Paso a explicarme.

En Flat Eye somos el gerente de una gasolinera ubicada en Finlandia. Básicamente nos pasamos toda la jornada laboral detrás de un escritorio respondiendo a los caprichos de una IA con aspiraciones altruistas. Lo que sucede en el establecimiento lo observamos a través del ojo de una cámara de seguridad. Las tareas mundanas, como tratar con los clientes, reponer las estanterías o construir y mantener los diferentes módulos, quedan a cargo de un asistente. Este a su vez tiene sus propias características que lo hacen más o menos fiable en determinadas situaciones. Al comienzo todo es bastante simple, puesto que los clientes solo buscan productos básicos o tan solo usar el baño. Sin embargo, a medida que la partida progresa, todo comenzará a complejizarse.

Flat Eye premium customers

Algo que me llamó la atención es que al inicio, el juego nos mantiene increíblemente ocupados. No obstante, no sé si por sus colores o el hecho de que los clientes sean meras sombras que hacen que todo se sienta tan “limpio”, es a la vez extrañamente relajante. A medida que las personas van y vienen, será indispensable ordenar al asistente que lleve a cabo su rutina. Pero también que atienda a los «Clientes Premium» ya que estos son los que hacen avanzar la trama. La IA que controla la estación está especialmente interesada en estas personas y sus problemas. Y por lo que deja entrever, tiene intenciones de ayudarlos, aunque también un deseo por controlarlo todo.

Las conversaciones con estos clientes son de lo más interesantes. Bueno, más o menos. He de reconocer que algunas se me hicieron un poco largas e intrascendentes. Tuve la sensación de que hay historias mejores trabajadas que otras, donde los temas tratados me resultaron más cautivadores. Pero claro, eso depende mucho de quién esté jugando. Volviendo a las charlas en sí, estas incluyen toma de decisiones que pueden hacer que una trama finalice de forma prematura. Tienen un dejo rolero que -salvando las grandísimas distancias que separan a un género de otro- me recordaron a el tipo de interacciones vistas en Disco Elysium.

Flat Eye conversation

En medio de cada charla la IA comenzará a exponer sus propias ideas e inquietudes. Algunas aportaciones están buenas, mientras que otras se me hicieron insulsas. Por momentos también parece que quisiera ser “graciosa” pero, honestamente, nunca me arrancó tan siquiera una mueca de sonrisa. Algo que debo mencionar es que la escritura es rara. Nadie habla como un humano real. Son diálogos de índole filosófica y reflexiones sobre la condición humana. Bastante pretenciosos me atrevería a decir. Tan solo unos pocos de estos personajes o clientes especiales me resultaron agradables o siquira creíbles.

En fin, que los clientes premium mueven la narrativa. Entonces, a medida que las historias progresan nos hacemos amigos de la IA. Esto hace que tengamos acceso a nuevas tecnologías que automatizan bastantes aspectos del trabajo. Pero también a otras que ayudan a los clientes a mejorar su calidad de vida. Hay espejos que toman lecturas biométricas, cabinas médicas que diagnostican enfermedades, módulos de cirugía, máquinas expendedoras de órganos, módulos de criogenización u otros que asisten a las personas en eso de poner fin a su vida de un modo pacífico. Cada nueva instalación requiere energía y depende de nosotros administrar la red eléctrica, manteniendo todo operativo.

También hay que administrar el tiempo del asistente, permitiendo que tome descansos para mantener su moral alta y, por lo tanto, la productividad. Si bien muchos tienen sus propias “habilidades”, siempre se los puede capacitar para evitar accidentes en el lugar de trabajo. Y esto es muy importante, porque si un empleado se lesiona, la jornada laboral terminará de inmediato, haciendo que los ingresos se reduzcan. Además, si sufren demasiados accidentes en forma continua pueden renunciar o incluso morir. Aunque en este caso solo habrá que contratar a un reemplazo y comenzar de nuevo.

En lo que a la parte de gestión respecta, considero que es donde más destaca Flat Eye. Como dije al comienzo, se siente como un juego tipo “Theme”, pero más serio. Hay muchos aspectos interesantes, como administrar el espacio físico de la gasolinera para construir la mayor cantidad de módulos posibles. También en eso de administrar la red eléctrica o en mantener los módulos operativos para garantizar la felicidad de los clientes. A todo esto, también se suma una mecánica donde cada día podemos optar entre 6 desafíos aleatorios. Por ejemplo, instalar una cantidad determinada de elementos decorativos nuevos, hacer que una X cantidad de clientes usen un tipo de módulo específico o misiones por el estilo. Un añadido que hace que las cosas se sientan dinámicas.

Hay otra parte de Flat Eye que me resultó curiosa, aunque a corto plazo, puesto que luego se me hizo menos atractiva. Como dije, nosotros somos el gerente de la estación. Antes de comenzar la jornada de trabajo, podemos usar una PC para acceder a diferentes aplicaciones corporativas. Es decir, desde ahí podemos programar la capacitación de los empleados, aumentar el sueldo, despedir o contratar a uno nuevo. También tenemos acceso al árbol de tecnologías y herramientas que permiten revisar los perfiles de los clientes premium. Esto es muy útil porque podemos ver que debemos construir para que vuelvan a la estación y hacer que sus tramas progresen.

Además de lo mencionado, también podemos mantener conversaciones con gerentes de otras estaciones alrededor del mundo o con superiores. Por ejemplo, hay un trabajador de bajo rendimiento que pide consejo y se lamenta de su falta de éxito, un supervisor engreído que no respeta a los trabajadores y un desfile constante de nuevos directores ejecutivos que se sienten como unos verdaderos idiotas. Algunas de estas charlas están buenas porque podemos decidir o dar consejos. Pero en el fondo, da igual lo que se haga porque parece que las respuestas que demos son intrascendentes. También hay muchísimos documentos con transcripciones de conversaciones y descripciones de nuevos módulos. Entiendo que esto busca enriquecer la narrativa y por momentos lo logra. Sin embargo, hay paredes de texto que se me hicieron muy aburridas de leer.

Aún y con todo estos altibajos, me lo pasé bastante bien con Flat Eye. Es decir, hubo momentos emocionantes, mientras que otros un poco más densos y aburridos. Pero la experiencia de juego en general me gustó porque no todos los días se ve un videojuego de simulación que busque abordar sus mecánicas desde la narrativa. Además, técnicamente es prolijo y, en general, está bien cuidado. Claro, esto no lo exime de tener problemas, como clientes que se traban con objetos decorativos u otros que se frustran por no poder usar un módulo en concreto cuando hay otros del mismo tipo libres. Por otra parte, los iconos de mantenimiento de los aparatos a veces no aparecen o no son muy claros, dificultando darse cuenta cual está bien y cual requiere de reparaciones. Nada grave, pero son cositas que están ahí y en ciertas instancias llegan a fastidiar un poco.

Quiero remarcar que los citados son detalles que ve alguien que se considera “quisquilloso”. Al fin y al cabo, los sistemas de Flat Eye se articulan en torno a la narrativa. Por dicho motivo creo que por mucho que los clientes se vayan disconformes o sin importar cuántos empleados renuncien o mueran, el dinero nunca deja de fluir. Hay una parte de la simulación que se pierde porque todo es ingreso y poco importa que tan mal se haga el trabajo. Lo que realmente importa es tener instalados los módulos requeridos para que la historia avance. Y esto generó -al menos en mi experiencia- que me quedara sin nada que hacer mucho antes de que la historia llegue a su fin. Es decir, en un determinado punto solo era esperar a un cliente premium, charlar con él y terminar el día para volver a repetir la rutina.

De todos modos, insisto, no es un juego malo. Me gusta ver propuestas que apuestan por algo diferente. Títulos que toman una idea vista una y mil veces, pero que le añaden un giro de tuerca único. Y en muchos sentidos Monkey Moon lo consigue. Sin embargo, una inevitable sensación de monotonía se me hizo presente sobre la recta final. Quizá si hubiera más profundidad en sus sistemas de gestión y -en especial- con secuencias de diálogo más atractivas, Flat Eye podría haber superado sus deficiencias y compensado su estructura básica. El resultado es un título raro, interesante cuando uno lo describe, pero con sensaciones que pueden variar cuando se pone las manos sobre el control.

Flat Eye Assistant

En definitiva, Flat Eye es como una mirada al futuro, a los avances en tecnología y a los diversos beneficios, pero también a los peligros derivados de ello. Monkey Moon ha dado vida a un simulador de gestión con mucha narrativa y algunos diálogos muy interesantes, pero también pretenciosos. Es un juego donde la palabra que mejor lo describe es “raro”. De todos modos, es interesante e inquietante, como un capítulo de Black Mirror. Sin embargo, la mezcla no está exenta de algunos problemas técnicos y varios altibajos. No puedo decir que sea un videojuego ideal para quien busque una historia profunda, como así tampoco para alguien que disfrute de los simuladores. Es una propuesta que requiere de una mente abierta, pero sobre todo, de mucha paciencia.


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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