por Franco Borgogna
A diferencia de otros tipo de videojuegos, aquellos cuya jugabilidad gira en torno a la resolución de rompecabezas presentan una característica muy particular: hacernos sentir un poco tontos. Y es que a diferencia de, por ejemplo, un juego de lucha o uno de acción, que demandan de los jugadores una especial habilidad en los controles, los que pertenecen al género ‘Puzzle’ apelan al ingenio, capacidad de observación, y un ṕensamiento analítico. Si bien puede que no suene tan divertido como partirle la cara a un dragón, lo cierto es que la sensación de recompensa y satisfacción que obtenemos al resolver un intrincado acertijo, es fabulosa. Es sobre estos pilares sobre los que Dungeons of Dreadrock 2 – The Dead King’s Secret se construye, para desafiarnos una y otra vez a lo largo de 100 niveles.
El trabajo de el Prof. Dr. Christoph Minnameier, tal como se acredita el autor de Dungeons of Dreadrock 2, es realmente notable. Todo comenzó con una pequeña secuela, cargada de buenas ideas y una notable visión de autor. Como resultado, hoy nos encontramos con la segunda parte de lo que se convertirá en una trilogía de cara al futuro. Pero lo mejor, es que los dos títulos de la ‘saga’ publicados por Minnameier rebozan de calidad, no sólo en el diseño de los rompecabezas sino también a nivel técnico, con una colorida impronta RPG de fantasía y un sistema de movimiento por casillas.
Dado que estamos frente a una secuela directa, lo recomendable es jugar a la primera parte, al menos si nos interesa tener un contexto claro de la historia y sus personajes. El caso es que el título no pierde el tiempo explicandonos prácticamente nada. Apenas si vemos una figura encapuchada que aquellos que jugaron a Dungeons of Dreadrock probablemente reconocerán, y luego saltamos directo a la acción. La diferencia es que ahora nos ponemos en los pies de la sacerdotisa del fuego (también presente en el primer juego). Cabe enfatizar que, si bien ambos títulos guardan una estrecha relación, esta segunda parte puede disfrutarse sólo por el desafío que plantea, dejando la trama a un lado.
Técnicamente hablando, la historia de esta segunda parte no es una continuación, sino que se desarrolla de forma simultánea con el primer juego. La forma en que la trama se desarrolla resulta muy interesante, con situaciones en las que los protagonistas de ambos juegos se encuentran y hasta colaboran de forma asincrónica. Eso sí, sus objetivos son muy diferentes puesto que la hechicera a la que encarnamos, la cual pertenece a la Orden de la Llama, se dirige al Monte Dreadrock para encontrar una antigua corona perdida.
Al margen de la narrativa, el elemento más importante del juego son los rompecabezas. Cada uno de los escenarios que conforman la aventura ofrecen un pequeño, pero muy ingenioso desafío. El diseño de los acertijos es sencillamente genial, e incluso alguno de ellos rozan lo brillante. A fin de resolverlos, tenemos que observar el entorno, buscar pistas, y analizar hasta el más mínimo detalle. También es muy importante tomar en cuenta nuestros pasos y acciones. De lo contrario, vamos a estar obligados a tener que reiniciar el nivel.
Los acertijos son desafiantes pero justos y crecen a medida que avanza el juego. Además, resultan ser lo suficientemente variados para mantener la frescura a lo largo de la partida. Aún así, en más de una ocasión podemos vernos atrapados sin salida, y presos de la frustración, debido a los ‘soft blocks’. Estas situaciones se producen por arrojar una insignificante piedra al vacío o eliminar a un enemigo antes de tiempo, objetos que parecen no guardar relación con un rompecabezas, pero que terminan siendo una parte crucial. Afortunadamente -y entiendo que siendo consciente de ello- Minnameier decidió incluir un sistema de pistas, el cual podemos usar sin miedo ni cargos de conciencia.
El sistema de pistas es una adición útil, aunque no está exento de algunos problemas. Sucede que a veces, algunas pistas son demasiado explícitas al punto que revelan de forma literal la resolución de un acertijo, mientras que en otras ayudan muy poco. Es como si en lugar de darnos la información que necesitamos, se nos facilita lo que Minnameier pensó que querríamos saber. De cualquier modo, las ayudas son opcionales e incluso si decidimos apelar a ellas, aún somos nosotros los que debemos resolver el rompecabezas. Por lo tanto, si bien podemos entender cuál es la lógica del puzle, las maniobras y movimientos para solucionarlo siguen estando a nuestro cargo.
Los rompecabezas se basan en conceptos tan clásicos como manipular interruptores para abrir una puerta, usar palancas, y encontrar llaves. También en aprovechar a los enemigos y sus características en nuestro favor, ya que muchas veces se vuelven indispensables para activar placas de presión. Lo que vuelve interesante a este conjunto es la forma en que todos estos elementos se combinan. Y es que Dungeons of Dreadrock 2 se siente como un pequeño manual de diseño que demuestra cómo es posible explotar todos estos elementos para crear desafíos sorprendentes.
Siendo sincero, todo lo descrito aplica también para la primera parte, puesto que la jugabilidad y el estilo gráfico se mantienen inalterados. Sin embargo, lejos de sentirse como un punto negativo, ayudan a crear una experiencia de juego coherente. Una que recuerda a viejos clásicos del género RPG, a la vez que ofrece mecánicas de resolución de puzzles muy originales.
Técnicamente hablando, Dungeons of Dreadrock 2 es realmente impecable. Los escenarios, sprites y animaciones, son de un gusto exquisito. La limpieza general de los entornos resulta funcional para el reconocimiento inmediato de todos aquellos elementos con los que podemos interactuar. Además, los sonidos propios de la mazmorra y de los monstruos contribuyen a crear un ambiente único. Todo aderezado con una banda sonora exquisita que evidencia la pasión que Christoph Minnameier puso en esta secuela. Está claro que puso lo mejor de sí para hacer de esta una secuela mejor y más extensa.
Dungeons of Dreadrock 2 es una clara muestra de como hacer mucho con poco. Un videojuego independiente que se aleja de lo típico para ofrecer una experiencia desafiante, llena de rompecabezas ingeniosos, basados en conceptos clásicos. Pero lo mejor es como el Prof. Dr. Christoph Minnameier consigue reciclar todo esto, una y otra vez a lo largo de 100 niveles, logrando mantener la frescura con situaciones que estimulan el intelecto. Por supuesto, tampoco debemos olvidar la historia que se cuenta de una forma muy original y deja abierta una puerta que se cerrará en la tercera parte. Sin lugar a dudas, una pequeña joya que vale la pena descubrir.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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