Durante el último año hemos recibido múltiples títulos, de todo tipo de género y color, que de algún modo se sienten como un downgrade de juegos más sofisticados, con apartados gráficos que los hacen lucir como verdaderas entregas de PlayStation. Videojuegos que, haciendo uso de píxeles enormes, sprites 2D y un acabado poligonal grosero, evidencian que se trata de un tributo a joyas que nos encandilaron en el inicio de la primera década del siglo XXI. Tal es el caso de Dread Delusion, el RPG de Lovely Hellplace que luego de pasar un buen tiempo en Acceso Anticipado, nos ofrece una versión más pulida con la actualización 1.0 de este ambicioso proyecto que nos invita a disfrutar de aventuras épicas en universos fantásticos.
En Dread Delusion tomamos el papel de un prisionero que despierta en un mundo extraño y surrealista. Sin demasiadas opciones, estaremos obligados a trabajar para nuestros captores: La Unión Apostática, una suerte de inquisición en este universo, quienes nos encomiendan la misión de dar caza a Vela Callose, la líder de los Dark Star Mercenaries, que atenta contra ciertos intereses relacionados a la fe y la religión. El título de Lovely Hellplace está fuertemente inspirado en los míticos King’s Field y The Elder Scrolls: Morrowind, tanto por su estructura jugable, como en su estética de fantasía oscura, que combina tecnología steampunk con maquinaria arcana en un entorno desconocido.
Que todo sea una constante incógnita es lo que mantendrá nuestra curiosidad latente de principio a fin. Desde un inicio, no tendremos la menor idea de donde encontrar prácticamente nada, por lo que nos basaremos en nuestro instinto durante los primeros compases. Sin embargo, poco a poco comenzaremos a comprender las reglas del juego. Teniendo en cuenta esta premisa, tampoco ayuda el hecho de que constantemente nos arrojen nombres de personalidades y locaciones aparentemente importantes. Al final, no hacen más que abrumarnos, provocando que se frunza nuestro entrecejo entre tanta información. Pese a ello, a medida que avanzamos, entre diálogos y pequeños descubrimientos, comenzamos a desmenuzar este universo, lo cual nos impulsa a querer saber más acerca de la trama y de lo que ocurre en esta realidad distorsionada donde los límites entre la vigilia y el sueño son difusos.
Al desconocer absolutamente todo, primero debemos aprender a navegar por un entorno robado del sueño húmedo de un artista surrealista, pincelado con una paleta de colores de corte expresionista. En un comienzo puede parecer confuso, puesto que el juego ofrece un mundo ‘abierto’. Pero sin importar hacia donde ‘disparemos’, Dread Delusion recompensa nuestra curiosidad con conocimiento sobre el entorno y los elementos que lo componen. Por ejemplo, podemos tomar una dirección X e interactuar con objetos sin aparente utilidad, sólo para descubrir que forman parte de ciertos mecanismos que obran a nuestro favor.
La primera impresión que transmite este universo es la de ser muy variado y colorido. La exploración debe tomarse con la suficiente calma para conocer tanto a sus habitantes como la manera de desenvolverse con los comerciantes, soldados y hechiceros, entre otros. La mejor manera de comprender el entorno es observando los alrededores minuciosamente y hablando con los NPC. Estos nos asignan misiones de tanto en tanto que, en mitad de su procedimiento, podemos enganchar con otras misiones de igual o menor envergadura, haciendo que nos empapemos inevitablemente en su historia.
La aventura se sostiene sobre todo por los diálogo con interesantes personajes que, poco a poco, nos introducen en la trama y el conflicto que los aqueja. De esta manera se deja entrever un deliberado sistema de exploración que no hace más que alentarnos a sumergirnos entre los restos de una civilización que hace lo posible por subsistir en un mundo compuesto por un conjunto de islas flotantes. Además, a diferencia de otros RPG, la experiencia no se obtiene al completar misiones o eliminar enemigos a diestra y siniestra. Por el contrario, provienen de calaveras azules llamadas ‘Delusions‘ que se encuentran dispersas por todo el escenario. Estos cráneos se encuentran generalmente ocultos o en zonas de complejo acceso, por lo que dar con ellos es como un hito que se presenta de manera orgánica en nuestro trayecto.
Al recolectar las Delusions la barra de experiencia comenzará a llenarse y, una vez esto suceda, recibiremos puntos para aplicar en los cuatro atributos establecidos. El ‘poder‘ aumenta nuestro ataque, defensa y la salud máxima; la ‘astucia‘ hace lo propio con la resistencia, la habilidad de apertura de cerraduras y agilidad; la ‘sabiduría‘ petencia el maná, el conocimiento y la potencia de los hechizos; finalmente, la ‘persona‘ incrementa la tasa de regeneración y nuestro carisma, otorgando mejores habilidades de mercadeo y trueque. Este último es muy útil para optar por opciones de diálogo que requieren cierto nivel de elocuencia. Especialmente si deseamos doblegar a algunos personajes para obtener información o ahorrar tiempo y dinero para sobrepasar algún obstáculo. Todas las habilidades resultan indispensables, puesto que ciertos secretos o interruptores solo se activan teniendo el nivel adecuado.
El juego está repleto de cosas para hacer, motivo por el cual nos alienta constantemente a experimentar y buscar el mejor equipamiento posible para abrirnos paso por las islas. La obtención de recursos en el entorno está presente desde el primer minuto. Si bien corre por nuestra cuenta descubrir cómo trabajar y refinar esos insumos, en poco tiempo vamos a aprender a fabricar nuestro propio equipo. Es posible forjar todo tipo de armas y armaduras en los bancos de trabajo, o también mejorar la eficacia. De igual modo ocurre con la alquimia o la magia, aunque para esta última necesitamos contar con escrituras que nos permitan ampliar el conocimiento arcano.
Lo llamativo es que todo este entramado de sistemas, que dotan de complejidad a la experiencia, quedan relegadas a un conjunto de posibilidades que simplemente no se utilizan. No se les llega a exprimir todo el jugo. El título provee un abanico de acciones, recursos y mecánicas más que asequibles, pero los explota de forma muy sencilla. Tanto, que se siente que el empeño puesto en, por ejemplo, equiparse hasta los dientes no sea más que algo estético. De todos modos, cuidado, una espada oxidada no provoca el mismo daño que una con filo de diamante. A lo que voy es que la coreografía que se utiliza para aniquilar enemigos es siempre la misma: ataque, evasión y repetir. La evolución en este aspecto es nulo y afecta a más de un apartado de la aventura.
A propósito de lo mencionado, el sistema de combate es el aspecto más flojo del título. Lisa y llanamente porque es torpe, repetitivo y poco interesante. Los enfrentamientos, casi su totalidad, se basan en los mismos principios básicos y poco o nada varían desde el inicio hasta el final. La evolución en este aspecto es ínfimo, convirtiéndose en un lastre importante que puede llegar a mermar parte del entretenimiento. El accionar de los enemigos, aparte de acartonado, es lo suficientemente lento como para evitarlo siempre que el escenario nos permita una vía de escape.
Por otra parte, algo que también causa muchas molestias es el sistema de apertura de cerraduras. Desconozco quien tuvo la brillante idea de que, para desbloquear puertas, debamos realizar una tirada de dados, ya que son escasas las oportunidades en que estos nos favorecen. Es un sistema sumamente irritante por partida doble. En primer lugar, porque en nuestro inventario solo podemos cargar hasta diez ganzúas (herramienta que nos permite lanzar los dados. En segundo, porque no importa que tan mejorada esté nuestra habilidad para abrir cerraduras, debido a que siempre existe un pequeño margen de falla.
Otro aspecto en que el juego flaquea, es en el comercio. El problema radica en que disponemos de muchísima materia prima, lo que provoca que la habilidad de elocuencia que afecta a este apartado sea bastante inútil. Cierto es que gracias a ello podemos obtener descuentos con los mercaderes, pero no hay un incentivo de peso real para priorizar dicha rama de atributos, porque la estructura económica sobre la que el juego se apoya atenta directamente contra ella. Existen artículos cuyo valor es muy elevado, pero que tranquilamente podemos comprar a fuerza de vender toda la basura acumulada en nuestro inventario.
Al margen de lo mencionado, cabe destacar que el diseño del mundo de Dread Delusion está muy bien logrado. Desde un inicio podemos ver estructuras a lo lejos a las que no podemos acceder hasta mucho después de haber completado ciertas misiones que nos proporcionen el equipo específico para ello. También existen rutas para las que debemos resolver puzles a fin de obtener acceso a ellas. Por ejemplo activar una plataforma levadiza, bajar un puente o abrir una puerta. Los acertijos suelen ser del tipo ‘falta algo aquí que está suelto por algún lugar de la sala’ u ‘ordenar la secuencia de objetos’. Constantemente tenemos una satisfactoria sensación de descubrimiento, sobre todo porque la experiencia de juego no es lineal, y resulta muy gratificante encontrar resolver un rompecabezas que permita ampliar los sectores explorables por cuenta propia sin indicaciones externas.
En Dread Delusion la exploración es vital. Al darnos rienda suelta para recorrer y aprender sobre el mundo a nuestro propio ritmo, incentiva a la investigación minuciosa de cada localización. De hecho, el juego nunca nos lleva de la mano con tutoriales o con marcas de colores en pantalla. El camino hasta los objetivos está colmado de pequeñas metas. En un inicio, no tendremos más alternativa que guiarnos usando nuestro instinto y curiosidad. Más adelante, luego de dialogar con los NPC correctos, podemos contar con una brújula y un mapa que cartografiar a medida que recorramos las islas. Un detalle simple pero muy valioso a nivel jugable, porque nos hace sentir como verdaderos exploradores, prescindiendo de flechas o cualquier otro tipo de elemento de señalización en el HUD.
La navegación entre islas se vuelve más dinámica una vez adquirimos un barco que nos permite acortar camino. Eso sí, la maniobrabilidad del navío es un tanto extraña. Por momentos se desplaza ágilmente, mientras que en ocasiones disminuye la velocidad como si algo lo frenase. Sinceramente, no logre dilucidar el motivo pero es algo que sucede con bastante frecuencia. También existe un evidente descuido en el registro de misiones. La información no se actualiza acorde al descubrimiento de nuevos datos o zonas. Por el contrario, cada nueva entrada brinda información poco precisa, aunque no por ello indescifrable. En este último caso tocará revisar más minuciosamente todo a nuestro alrededor o explorar más en detalle.
Dread Delusion es un título interesante que remite a glorias del pasado, aunque no es para cualquiera. Destaca por una estética más que llamativa y un diseño de escenarios sólido con una combinación de colores que contrasta muy bien. El cielo carmesí furioso resalta notoriamente la flora y la fauna de las islas que se diferencian por su bioma y edificaciones. Peca de plantear mecánicas que no llegan a explotarse al máximo, y por un descuidado combate plagado de enfrentamientos sumamente monótonos y carentes de desafío. Más allá de estos traspiés, el juego logra sostenerse gracias a la trama, personajes, y diálogos más que entretenidos. Luego de un largo tiempo en acceso anticipado el desarrollo tuvo sus frutos, aunque ahora resta limar esas aristas que merman la diversión. Aún y con todo ello, el trabajo de Lovely Hellplace no deja de ofrecer una buena experiencia RPG con mucha nostalgia.
Sobre Darío Gadea
Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II
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