DRAGON BALL FIGHTERZ – Análisis

DRAGON BALL FIGHTERZ – Análisis

El tiempo, la añoranza y nuestras transformaciones

Dragon Ball FighterZ es un viaje en el tiempo y a la añoranza de los días en que era tan solo un niño sin preocupaciones


Arc System Works nos presentó Dragon Ball FighterZ, un videojuego lanzado en 2018 que, para quienes no son fanáticos de la saga o del género de lucha, les pudo haber pasado desapercibido como un título más bajo el puente. Pero, ¿Qué pasa cuando un casual decide presionar start y unirse a la batalla junto a sus queridos saiyajines y compañía?

Todo comenzó con una pequeña juntada de amigos, las ofertas de steam y las ganas de jugar y pasarla bien como en los viejos tiempos, donde una casa cualquiera se convertía en un ciber (algo así como un locutorio, que en lugar de teléfonos tenía computadoras, pagabas por el tiempo de uso y era un lugar para hacer amigos y enemigos en juegos de red). Con estos amigos en cuestión ya habíamos batallado, hace años, en la PlayStation 2 con el título Dragon Ball Z: Budokai Tenkaichi. Pero como las ganas de luchar todavía persistían, sin pensarlo demasiado, añadí Dragon Ball FighterZ al carrito de Steam, compré el título y nos dispusimos a probarlo.

Dragon Ball FighterZ Goku

Dragon Ball es un icono y genera en mi distintas emociones. La idea de un dibujo animado donde todo se trata de agarrarse a las piñas para ver quien es más fuerte; el encuentro con la simpatía la honestidad e ingenuidad de Goku; el fuerte énfasis puesto en la amistad y todas las aventuras que viven sus personajes tratando de salvar al mundo, son una fuente de inspiración. Esas hazañas con las que he reído, con las que levanté las manos para «dar un poco de mi energía», con las que apreté los puños en señal de victoria, e incluso, con las que mis ojos se ciñeron con lágrimas. Decir esto puede parecer simplista, pero es justamente el punto que quiero tratar. Soy aquel que creció junto a Goku, de manera literal, puesto que en aquellos días no existía el streaming y para verlo tenía que estar frente al tele. Ahí me encontraba cada día con ese simpático niño con cola de mono, peleando y pidiendo deseos a un legendario dragón.

Jugar a Dragon Ball FighterZ fue un viaje en el tiempo y darme cuenta de cuanto había pasado ya de aquellos momentos frente a la TV: Estuve junto a Goku, cuando descubrió que podía transformarse y hacerse más poderoso para derrotar a nuevos enemigos. A su vez, también descubrí el mundo que me rodeaba e hice frente a mis primeros conflictos. De hecho, mi niñez podía ser un paralelismo con la serie: El llanto de Goku por su abuelito y mis llantos por las primeras pérdidas; Goku forjando y defendiendo a sus amistades de los peligros, mientras yo conocía y estrechaba lazos con los míos; su encuentro con Milk y el mundo femenino, mi encuentro con aquel primer amor y el enigmático mundo de los vínculos. Pero también descubrí la importancia de los valores y principios, la solidaridad, el esfuerzo y la disciplina para ser mejor. Y bueno, la admiración de verlo entrenar y sudar la gota gorda, además de un sinfín de momentos como los mencionados.

Pero volviendo a Dragon Ball FighterZ ¿Con que nos encontramos ahora? Al ingresar al juego, luego de ver la presentación, fui directamente al combate vs para medirme con un amigo. Nos encontramos con una amplia gama de personajes, una muy diferente y mucho más reducida que la que supimos ver en el querido Budokai Tenkaichi 3. Aún así, los nuevos personajes como la renovada versión de los viejos (que siguen los cambios de la serie animada) nos llenaron de una sensación de frescura abismal.

Al comenzar la pelea, cada personaje tiene su presentación e interactúa con su contrincante según el modo en cómo se vincularan en la serie animada. Pero lo mejor, es que en el momento de luchar no me hizo falta ver la tabla de combos. Si bien los jugadores más experimentados pueden sacar provecho de las combinaciones que el juego ofrece, les aseguro que con presionar botones a lo loco pude generar movimientos y ataques espectaculares que me llevaron a la victoria.

Dragon Ball FighterZ es un juego dinámico, frenético, con mucha movilidad, tanto vertical como horizontal. La pantalla explota de efectos y colores, los escenarios pueden destruirse e incluso, con un buen golpe, se puede mandar al oponente a una escena distinta, perseguirlo y seguir luchando. Cada detalle se disfruta, es intenso y da la sensación -que más que sensación es un hecho- de que por más derrotado que estés, con un pelín de vida, todavía se puede dar vuelta la partida y dar un grito de victoria. Sí, igual a lo que hacía Goku en la serie de TV.

Ahora, todo se ha transformado y vemos algo especial en las cosas que nos remiten a la niñez, y a la distancia en el tiempo que nos lleva a la añoranza. Pensar que ya no soy un niño, que ya no intento transformarme en un super saiyajin, a grito y fuerza de puños apretados, Dragon Ball FighterZ me hizo sentir que algo de eso se mantiene y se vincula conmigo de un modo muy especial. Este juego me conectó nuevamente con esa parte de la niñez, con esa fraternidad saiyajin, con esa misma emoción del primer Kamehameha. Que alegría ese reencuentro, estar en la pantalla de selección de personajes, compartir con amigos y pelear, pero sobre todo reír y divertirnos. Si aún no tienes este juego en tu biblioteca, te sugiero darle una chance, hacer una juntada y jugar unas luchitas con amigos, recordar la serie, tomar algo, hablar de la vida y de la extraña línea cíclica del tiempo.

Dragon Ball FighterZ Goku

Ficha Técnica

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Sobre Exequiel Morgendorffer

Lic. en Artes Escénicas. Stremer y profesor, me gusta la filosofía, lo audiovisual y los placeres de la vida. De La Rioja, Argentina.


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