Debo admitir que no me he adentrado mucho en el género de armado de mazos, mejor conocido como «deckbuilder», pero con toques «roguelite». Sin dudas el que más se ha quedado conmigo ha sido Slay the Spire, videojuego que muchos conocerán. Encuentro este género bastante curioso y también perfecto para sesiones de juego largas (cuando se dispone de tiempo) y cortas (cuando no sabés a que jugar). Es por lo mencionado que Dicey Dungeons logró captar mi atención. En especial por su encantador apartado visual, que se me hizo muy bonito y atractivo desde un inicio.
Dicey Dungeons, desarrollado y publicado por Terry Cavanagh (creador de conocidos juegos como VVVVV y Super Hexagon), es una propuesta creativa e interesante en el género del deckbuilding roguelike. Esto se debe -especialmente- a que el protagonista del título es la propia mecánica de los mismos: el RNG, en este caso, representados como dados. Es un videojuego que se presenta como una peculiar aventura donde deberemos explorar las mazmorras de la diosa de la Fortuna, desafiándola en una serie de enfrentamientos para dar con un increíble premio al final. Una premisa simple pero con cierta profundidad, ya que cuenta con varios episodios y diferentes personajes.
La historia, como he mencionado, se desarrolla a través de episodios que podemos desbloquear a medida avanzamos, derrotando jefes y completando laberintos. Un detalle es que todo transcurre en lo que parece ser un «concurso de televisión», con la antagonista y otros personajes, como el bufón, enriqueciendo el show con sus acotaciones. También hay ruedas de premios y varios detalles típicos de este tipo de shows, lo cual se me hizo bastante entretenido. A todo esto, cabe mencionar que cada personaje tiene su propia razón para aventurarse en la mazmorra. Aún así, la trama se mantiene mas o menos en la misma tesitura: llegar al final y reclamar la recompensa.
Eso sí, conseguir el objetivo no será nada fácil. Fortuna es caprichosa por lo que no dudará en ponernosdesafíos y trabas a cada paso que demos, haciendo que el ansiado botín parezca inalcanzable. Ahora que lo pienso ¿Será que siquiera existe? No puedo ni quiero responder a esa pregunta. De hecho, y siendo completamente sincero, no puedo decir mucho más con respecto a este apartado ya que, al momento de escribir esta líneas, no he terminado el juego al 100%. Después de todo soy bastante malo en los roguelikes. Pero aún así, me emplearé con todo a fin de develar este misterio.
En otro orden de cosas, Dicey Dungeons presenta un apartado visual que me parece encantador y muy único. Presenta un arte bastante particular que me recuerda a libros de colorear. Algo caricaturesco, por así decirlo. Los protagonistas presentan diseños simples ya que son dados, pero logran diferenciarse unos de otros gracias a características visuales. Por ejemplo el ladrón lleva un parche en el ojo y dagas, mientras que el robot, bueno, es un «dado robot» con tornillos y una antena en su cabeza. Por su parte, los enemigos y jefes son variados, pintorescos, y cambian dependiendo de la zona en que nos encontremos. Cada uno tiene su propio nivele y ataques específicos. Los entornos y los menues van bastante de la mano con el resto del arte haciendo que el conjunto sea muy placentero a la vista.
La banda sonora es fenomenal. Me encantaron todas sus melodías que van en una mezcla entre techno y chiptune, bien electrónicas. Este es sin duda mi aspecto favorito del juego. No es algo de todos los días que un juego de este estilo me genere un nivel de emoción tan particular gracias a su música. Su rítmo, tan pegadizo y movido, consigue mantenerme enganchado más de lo que me gustaría reconocer. Agradezco enormemente la dedicación puesta en este apartado por parte de los desarrolladores, ya que realmente me cautivó.
Por el lado de la jugabilidad, al ser un roguelite es bastante sencillo de aprender. No obstante, a su vez un tanto difícil de dominar. A mi parecer, esto es porque se apoya demasiado en el RNG. Igual es que no se me dan muy bien estos juegos, pero siento que la suerte es un factor muy prominente y determinante. Eso sí, el juego cuenta con un modo «relajado» que hace más amena la experiencia, pero prefiero jugar en la dificultad normal que ofrece un desafío más interesante. Al margen de lo mencionado, el juego se divide en dos partes: por un lado la exploración, con gestión de inventario y recursos, y por el otro el combate.
La exploración se presenta en una especie de tablero con casilleros vinculados. Algunas de estas casillas están pobladas por enemigos (con los cuales podremos iniciar combate moviéndonos hacia ellos), mientras que otras tienen manzanas de curación, tiendas o yunques de mejoras. La gestión de inventario se basa en escoger que armas vamos a utilizar en combate. El uso del armamento está limitado a unas casillas en las que podemos poner dados para liberar sus efectos en medio de la batalla. Algunas de estas herramientas requieren de dados en concreto, como por ejemplo uno cuyo valor máximo debe ser de tres. Otras cuentan con estados alterados, como congelar los dados del rival reduciendo su nivel, o quemarlos para que el oponente sufra daño al utilizarlos.
A medida que derrotemos enemigos ganaremos experiencia, lo cual permitirá subir de nivel. Esto hace que aumente la cantidad de dados que podemos utilizar en combate, lo cual permitirá emplear mejor las habilidades de los personajes. Cada personaje cuenta con su propio estilo de juego, algunos siendo mejor beneficiados por tiradas de alto valor, mientras que otros obtendrán resultados similares con dados bajos. El Ladrón, por ejemplo, cuenta con herramientas re utilizables que le permiten duplicar o dividir dados para mejor aprovechar sus ataques. Si bien suelen hacer poco daño, pueden llegar a ser devastadores si se logra formar una cadena o secuencia con los mismos.
Hay bastante versatilidad con los ataques y herramientas disponibles. Aunque siempre se pueden comprar u obtener diferentes versiones de estas en las tiendas, mejorando las ya obtenidas, generando así algo de personalización para cada partida. El bucle de jugabilidad, tan típico de los roguelites está bastante bien planteado. Y pese a no ser un gran fanático del género, me agradó mucho su ejecución, aún cuando el juego en sí me es difícil de dominar.
En conclusión, Dicey Dungeons es un título muy elaborado y peculiar. Una propuesta bastante entretenida y llamativa dentro del género. Si bien hay una oferta muy amplia dentro de lo que es el «deckbuilding» con toques «roguelite», el arte carismático y la increíble banda sonora son, para mi, el toque diferenciador. Esa cereza del pastel que hace resaltar al desarrollo de Terry Cavanagh por sobre otras propuestas similares. Y si bien, como he mencionado, aún no he terminado el juego en su totalidad, no quería dejar pasar la oportunidad de compartir mis impresiones. Es un título que recomiendo y al que todo fan de este tipo de videojuegos debería echarle un vistazo.
Sobre David Cedres
Fanático del anime, la ciencia ficción y por supuesto los videojuegos, de preferencia indies.
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