El shooter en primera persona es, desde mi punto de vista, uno de los géneros más importantes dentro del videojuego. Tal es así que durante los dorados ’80 y ’90 sentaron las bases de muchos títulos modernos. Aquellos años dieron lugar a la innovación y a la superación. Todo en pos de ofrecer algo que el competidor no podía o no se le ocurría. Un shooter plantea la necesidad de permitirnos controlar armas, de encomendarnos a zonas hostiles -ya sea solos o acompañados- donde los combates pueden ser esporádicos o salvajemente crueles. Para muchos los «FPS» son una religión. Si no me creen deberían ver el fanatismo que hay en torno a DOOM, Blood, Duke Nukem o Call of Duty, solo por poner algunos ejemplos. Y no sé por qué, pero algo me dice que, en algún momento, Cultic también pasará a formar parte de este panteón.
Cultic es un shooter en primera persona, en todo sentido de la regla, que fusiona las líneas de tiempo del pasado y el presente. Es un título hecho con mucho mimo que presenta una estética retro, una historia atrapante y una refinada banda sonora. Pero también mecánicas clásicas como las de antaño que abogan por la simpleza y claridad para jugar. La tarea de combinar dos épocas en un producto como este no es sencilla, pues las puertas del fracaso fácilmente pueden abrirse y dejar todo truncado. No obstante, este desarrollo está muy lejos de ello.
Lo asombroso de esta obra es que es el fruto de la labor de una sola persona. Si, como lo acabas de leer. Jason Smith, único miembro de Jasozz Games, ha sido el responsable de dar vida, con trabajo y esmero, a este shooter sumamente gratificante. Este confeso fanático de los hoy conocidos como «Boomer Shooter» diseñó cada detalle en Cultic. Desde la programación, pasando por el diseño de niveles, el arte, la música y la UX-UI, hasta la historia y mecánicas. Fue jugar los primeros minutos y avanzar un poco en la propuesta para ver el cariño que hay puesto en cada rincón. Es obsesivo. Por eso Smith decidió entregar solo el primer capítulo de lo que estimo se convertirá en una saga que -desde ya- promete. Y según pude ver, ya está trabajando en la segunda entrega, aunque la fecha de lanzamiento es totalmente desconocida.
El título nos invita a ser testigos de las vivencias de un detective a quien se le ha encomendado la tarea de indagar y recopilar información sobre la desaparición de diferentes personas. El arduo trabajo investigativo pronto da frutos vinculando estos sucesos con un culto religioso, similar al que podríamos toparnos en el célebre Resident Evil 4. Sin embargo parece que todo forma parte de algo mucho más grande y -por motivos- termina siendo relevado de la investigación. Será entonces que el intrépido protagonista decida aventurarse a un asilo abandonado ubicado en medio de la nada, para descubrir qué hay detrás de todo esto.
La historia, en este tipo de juegos, no es algo a lo que se le de mucha importancia. Generalmente en un shooter se espera pegar tiros y convertir a los enemigos en manchones de sangre. Tan solo hay que mirar otros títulos de similares características para comprobar lo que digo. Pero aquí podremos obtener una historia más nutrida a base de investigar meticulosamente los lugares en búsqueda de cartas, diarios o notas. Incluso mediante coleccionables -los cuales están bien ocultos- que también contribuyen en este proceso de desarrollar la narrativa. Hay mucho más de lo que se ve a simple vista. Pero somos nosotros los que decidimos, al menos en parte, que tanto queremos conocer acerca de la trama.
Respecto al ambiente, Cultic fue concebido como un juego retro que hace uso de elementos claves de una época. Su refinado apartado artístico pixel art se siente similar a lo que permitían las consolas de la generación de 1980 y 1990. Si bien este fue un limitante para muchos juegos, como por ejemplo DOOM -por citar al referente indiscutible del género-, Smith lo abraza y lo moldea de un modo particular. El resultado es un juego cuya calidad eleva la vara, incluso para aquellos títulos en proceso de producción.
Ahora, lo que terminó por introducirme de lleno en este mundo de misterio, investigación y combate, fue la música. Si han visto alguno de mis artículos previos, podrán notar que para mí es un elemento crucial. Este es otro aspecto donde el juego destaca, porque sus notas musicales, ya sea mientras avanzamos en busca de pistas o reventamos cultistas a escopetazos, son atrapantes. Hay momentos en los que las melodías crean una atmósfera que me hicieron sentir como si me encontrara en un mundo mágico, similar al de Harry Potter. Pero al mismo tiempo, sintiendo que algo no está bien, que todo está fuera de control, desequilibrado de lo natural. El horror y la violencia se hacen presente de una forma muy especial gracias a este apartado.
Los combates también son una obra maestra. Tenemos a disposición armas clásicas como la pistola Mauser C96, el rifle de palanca Winchester, la escopeta de caño recortada o el mítico subfusil Sten utilizado por las tropas británicas durante la Segunda Guerra Mundial. Hay otras armas, pero no las mencionaré para no hacer spoilers a aquellos fanáticos del poder de fuego. Cada una tiene un propósito para situaciones determinadas y diferentes tipos de enemigos. También podemos lanzar cócteles molotov o dinamita, la cual posteriormente podemos hacer estallar de un disparo. Incluso hasta se puede aprovechar el entorno y arrojar barriles de madera, sillas o botellas. Pero si todo falla, siempre podemos apelar al combate cuerpo a cuerpo con un hacha de mano.
Los tiroteos son desenfrenados y se vuelven mucho más violentos cuando el enemigo también combate con las mismas armas. Un grupo de ocho o diez cultistas pueden dar lugar a un maravilloso espectáculo de explosiones, balas y sangre. Pero también de riesgo ante la amenaza que representan. Por otra parte, también habrá situaciones de acción, pero más tensas. Hay algunos lugares donde la visión es limitada haciendo que se deba avanzar con un encendedor, al mejor estilo Metro 2033. En estas secuencias, disparar no es una opción viable debido a que se ve poco y nada. Eso no solo suma miedo, sino tensión y un poco de desesperación.
Otro toque de modernidad que Cultic suma a su propuesta es el de la mejora de equipo. A lo largo de los diez niveles que el juego presenta, podremos encontrar mesas de trabajo que nos permiten mejorar diferentes atributos de las armas. Por ejemplo, se puede aumentar la cadencia de tiro, puntería, el tipo de bala o daño. Este añadido también contribuye a la exploración, algo que estimo será bien recibido por aquellos que disfrutan deambular alegremente de aquí para allá en busca de secretos. O también para los sadomasoquistas que anhelan sentir la adrenalina de que un golpe o disparo los mande al más allá.
Para terminar, me gustaría mencionar el buen diseño de niveles que presenta Cultic. Creo que Smith entendió que este es un apartado vital para ofrecer variedad. El planteo del juego hace que uno pueda optar por estrategias diferentes a la del tiroteo desenfrenado. Aqui se puede investigar en detalle, abatir enemigos desde lejos o usar objetos del entorno para generar el caos entre las filas cultistas de un modo diferente. Además, los enemigos están bien distribuidos, con lo cual se evitan los combates por oleadas que tanto abundan en el género. Es un punto importante para destacar porque, en mi experiencia, he notado que los niveles en este tipo de desarrollos parecen estar relegados a un plano secundario.
Dentro de la gran oleada de shooters en primera persona que salen mensualmente, Cultic es, sin lugar a dudas, uno de sus mejores exponentes. Es de agradecer cuando, en un mercado algo saturado, se ven propuestas que buscan abordar el género desde un costado diferente. Porque Jason Smith nos invita a ser parte de una historia bastante turbia y oscura -de la todavía falta mucho por conocer-, pero sin dejar de lado la matanza y el tiroteo desenfrenado con fanáticos religiosos. Todo esto empaquetado con un excelente diseño de niveles y un apartado artístico notable. Un balance perfecto entre lo viejo y lo nuevo; entre lo retro y la modernidad; lo que funciona y lo que me gusta ver en un FPS en los tiempos que corren.
Sobre Max Van Hauwaert Duart
Estudiante, fotógrafo, apasionado de la historia y gamer. Devoto de las Don Satur (saladas, obviamente). Intento frustrado de lector de libros. Fiel al Séptimo Arte. Dicen que si le das una UI la destruye en segundos.
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