CULT OF THE LAMB – Análisis

CULT OF THE LAMB – Análisis

El líder es bueno, el líder es bello. No hay voluntad, olvídate de ello

Bajo una estética caricaturesca, una combinación de géneros muy orgánica y un sentido de humor mórbido, Cult of the Lamb nos invita a convertirnos en el despiadado y tierno lider de un culto


Las ovejas y los corderos son figuras recurrentes en la religión. En la Biblia, por ejemplo, es a Jesús a quien se hace referencia como el «Cordero de Dios», un símbolo de inocencia que se sacrifica para salvar a la humanidad. En Cult of the Lamb, este tierno animalito de blanco pelaje también es el protagonista de la historia, solo que aquí no hay rastros de inocencia. O al menos, no uno aparente. El corderito es el líder de una secta religiosa que sin miramientos o escrúpulos obligará a trabajar a sus fieles, castigará a los no creyentes y asesinará a todo aquel que tenga la valía de pronunciar blasfemias. El título desarrollado por Massive Monster es, a su modo, fascinante. Logra entrar por los ojos, gracias a su adorable dirección artística, para sumergirnos de lleno en un mundo violento donde los oscuros rituales a dioses profanos son moneda corriente.

Cult of the Lamb se inspira en joyas como The Binding of Isaac o Stardew Valley, para crear un universo muy singular. Esta tierra, poblada por simpáticos animalitos y criaturas de diversas especies, esconde una historia sangrienta presentada a través de un apartado gráfico que contrasta con toda la violencia que se muestra en la pantalla. Al igual que sucede con Happy Tree Friends. Y por loco que parezca, el resultado es genial, puesto que su mezcla de mecánicas de gestión con combates roguelite, se siente muy orgánica. Sus múltiples sistemas conviven en armonía y son lo suficientemente profundos, pero sin llegar a ser demandantes. El resultado es una experiencia genial que mejora cada vez más a medida que el juego avanza.

La historia comienza con un rito de sacrificio. El Antiguo Culto busca renovar la fuerza de sus crueles obispos. Es ahí, que entre lágrimas y súplicas, el destino del corderito parece llegar a un final sin gloria, al igual que los demás miembros de su linaje. Sin embargo, sucede algo inesperado. Cuando el hacha del verdugo está a punto de poner fin a la vida de nuestro protagonista, la intervención “Divina” de “Aquel que espera”, cambia el curso de la situación. Esta temida deidad se encuentra apresada y busca el modo de romper las cadenas que la privan de su libertad. Con su tremendo poder ofrece una nueva oportunidad al cordero. Claro está que esto tendrá un precio por lo que la lanuda criatura deberá buscar el modo de destruir a los apóstoles de la vieja fe y restaurar -en el proceso- la veneración hacia la bestia encadenada.

Cult of the Lamb Herejes

En este aspecto, un detalle que me causo bastante gracia es que la conversión del cordero no es espontánea. Seremos nosotros como jugadores los que debamos dar una respuesta. El caso es que las posibles opciones son un «Sí» o un enfático «Por supuesto». Es entonces, que llenos de ese ardor fanático que nos animará a purgar a los infieles, aparece sobre nuestra cabeza una corona de color rojo sangre. Dicho objeto no es un mero accesorio, sino que confiere la capacidad de poseer las armas con las que llevaremos a cabo la cruzada de instaurar esta nueva religión. Con la brutalidad como la roca fundamental de la secta y la violencia como el instrumento de control, solo queda empezar a hacer proselitismo.

La fe de los adeptos es el mayor activo de Cult of the Lamb. Esto no solo porque nos permitirá ganarnos el respeto de “Aquel que espera” -quién ocasionalmente nos convocará para hablar acerca de nuestro progreso-, sino porque es la piedra angular sobre la que se cimentará el culto. Para ello, lo primero es construir un entorno agradable y hospitalario. Cada fiel que se une a la causa tiene características específicas, bonificaciones y penalizaciones que afectan su capacidad para generar devoción. Dicho de otro modo, es la materia prima esencial para desbloquear nuevos edificios, mejoras para el cordero, curar enfermedades y mucho más. 

Cult of the Lamb Campamento

Respecto a los adeptos, estos se pueden personalizar pudiendo cambiar su nombre, color y aspecto. Eso sí, lo mejor es no encariñarse demasiado con nadie, porque siempre estarán muy dispuestos -o no- a ceder ante los deseos de su jefe. Hay mucho que decir sobre los subtextos de la propuesta, que ofrecen un panorama respecto de la religión que dista de ser halagador. Pero mejor no adelantarse. Ya llegaré a ello.

Cult of the Lamb Bosque

Esto se nota especialmente en las descripciones de las características de los feligreses. Por poner un ejemplo, se hace uso de palabras como «crédulo», cuando se habla de alguien especialmente fiel al culto. A mi entender, se hace una mirada bastante provocadora sobre el poder de la religión. En especial, a las estupideces a las que conducen las creencias y el fanatismo. Claro está que aquí se lleva a un punto extremo, donde prácticamente se puede “gastar” a los discípulos como si fueran recursos. Literal. 

Pasando a aspectos más “mecánicos”, Cult of the Lamb es raro como un perro verde. Bueno, en realidad no es “raro”, pero si diferente por como todo funciona de forma fluida. El juego se divide su propuesta entre gestión y roguelite. El primer apartado, gira en torno a construir un campamento y recopilar recursos para construir nuevas instalaciones. Todo con el objetivo de hacer que los cultistas estén alimentados, felices y saludables. Dicho de otro modo, mejores condiciones significa más fé, lo cual se traduce como poder. 

Cult of the Lamb Banquete

Lo interesante está en la forma en que podemos influir en la lealtad de los seguidores. Como líderes de la secta podemos conferir bendiciones y dar sermones, pero también realizar todo tipo de rituales. Algunos son “benévolos”, como por ejemplo ofrecer un banquete o celebrar un casamiento. Sin embargo, hay otros que son algo más turbios e involucran realizar sacrificios de carne para satisfacer a nuestro dios. Todo esto podrá definirse mediante la doctrina del culto, cuyo enfoque se mueve entre una escala que va de “severa” a “muy severa”. Sea como sea, la fe conseguida a través de estas prácticas es la que permite desarrollar las mejoras del campamento como así también la eficacia en combate. 

Lo mencionado en el párrafo anterior, es vital para la vertiente roguelite del juego. Exterminar a los infieles que encadenaron a “Aquel que espera” requiere mancharnos las manos -más aún si cabe- de sangre. Para ello habrá que internarse en un peligroso bosque infestado de monstruos y cultistas rivales. Técnicamente son cuatro mazmorras o “mundos” que están bajo el control de cada una de las deidades que debemos destruir. Sin embargo, antes de enfrentarlos, primero tendremos que derrotar a sus “lugartenientes”, lo que significa que habrá que superar cada mazmorra tres veces. Tras cada “run” exitosa se romperá un fragmento de un sello que -finalmente- nos dará acceso al templo donde tendremos que medirnos con el jefe en cuestión en lo que serán combates realmente espectaculares.

Cult of the Lamb Lashey

Naturalmente, estas incursiones son una oportunidad para reunir materiales, encontrar nuevos seguidores y conocer a NPC’s muy curiosos. Los mapas se generan de forma procedural y -al igual que en cualquier roguelike- podemos elegir los nodos a visitar con el fin de obtener la recompensa deseada. Las armas que se utilizan en cada “run” también son aleatorias, lo que hace que muchas veces se tenga que salir de esa zona de confort que confiere el equipamiento. Por ejemplo, en mi caso prefería los martillos, puesto que si bien son lentos, hacen mucho daño y al impactar desestabilizan al enemigo. Sin embargo, cuando me tocaban los guanteletes con garras -arma que detesto- tenía que apelar a una estrategia del tipo “golpear y correr”. A todo esto también hay magias (aquí llamadas maldiciones) que al combinarse con algunas armas, dan lugar a sinergias muy poderosas.

Ahora, en términos estrictamente “roguelikescos”, Cult of the Lamb es muy indulgente. Lo realmente importante, es tratar de regresar con vida en cada incursión. La muerte, si bien hace que se pierdan parte de los recursos, se siente como un ligero revés. Es cierto que también afecta negativamente a la fe de nuestros seguidores, quienes pensarán que somos débiles a causa del fracaso. Pero nada que no se pueda recuperar de forma inmediata con un sermón. Esto puede ser una blasfemia para los puristas del roguelike, pero es justamente esa indulgencia la pieza clave en todo este asunto.

Cult of the Lamb Sacrificio de Carne

Como dejé establecido desde un comienzo, ninguno de sus sistemas es demandante en exceso. Hay un equilibrio casi perfecto entre sus dos aristas haciendo que las piezas, aparentemente dispares, encajen de forma única. El hecho de que muchas tareas pueden automatizarse mediante tecnologías y que el campamento practicamente se autogestione es genial. Esto hace que pasear por el asentamiento sea tranquilo, reconfortante, y se pueda dedicar tiempo a lo que uno desea hacer, ya sea regar un cultivo o motivar a un seguidor. Al fin y al cabo no somos un corderito cualquiera ¡Somos el líder de una secta! Y nuestros lacayos, los que obedecen. Además, el evitar ser demasiado punitivo es lo que crea espacio para jugar con sus dinámicas.

Algo que me gusta mucho en la atmósfera general y el diseño visual de Cult of the Lamb, son las inteligentes y deliberadas contradicciones. Los personajes son juguetones, caricaturescos, con mucha personalidad y expresión. El cordero en sí mismo es una criatura de aspecto particularmente tierno que, incluso cuando se enoja, dan ganas de abrazar. Sin embargo, hay un contrapunto muy interesante. Por ejemplo, al momento de dar los sermones, se puede ver al tierno corderito llorando sangre. Pero a nadie parece importarle esta impactante vista, puesto que los fieles sonríen y se regocijan ante los “milagros” de los que fueron testigos. Del mismo modo, el protagonista tampoco titubea al momento de sacrificar a alguien. No habrá lágrimas o muecas de terror que salven a un seguidor de su trágico destino.

Todo lo mencionado es una yuxtaposición que le da a Cult of the Lamb un sentido único y lo dota de un sentido del humor maravillosamente oscuro. Es como el meme de Isabelle de Animal Crossing y el Doomguy. Fascina el ver a personajes tan adorables, orando febrilmente ante un altar que parece estar hecho para convocar al mismísimo Satán. Y eso por no mencionar los adorables aplausos que dejan escapar cada vez que se lleva a cabo un rito de sacrificio. En este aspecto, las opciones más siniestras con las que dirigir el culto adquieren un tono extrañamente tragicómico dentro de un contexto asquerosamente lindo.

Cult of the Lamb Aquel que Espera

Finalmente, me gustaría mencionar que a pesar de todo su encanto y humor morboso, Cult of the Lamb también es una invitación a la reflexión sobre la naturaleza de los cultos y -en cierto punto- las creencias políticas o la religión. Porque dejando de lado la extravagante puesta en escena del juego, esa búsqueda de muchas personas de pertenecer a ciertos círculos, de acceder a promesas de salvación, pero también de someterse a una inescrupulosa explotación en el proceso y sonreír mientras otros aplauden o vitorean, resulta familiar.

El poder derivado de las creencias muchas veces se mantiene a través de cuestiones cotidianas, como por ejemplo renunciar a los alimentos básicos o a los bienes materiales. No importa qué tan crueles o benévolas sean estas formas de adoración. Los seguidores son un medio para lograr un fin. Como las estafas piramidales o las academias de trading, que hoy parecen ser objetos de culto. Y sus doctrinas, una cuestión de practicidad y resultados. Por ejemplo ¿Te suena eso de “Mentalidad de tiburón” y que “no lográs el éxito porque no te esfuerzas lo suficiente? Al fin y al cabo, cuando la fe es un recurso tan valioso, fomentarla se convierte en una cuestión de pragmatismo. Quizá esté sobre-analizando un poco, lo sé. Es tan solo una reflexión que deseaba compartir.

Cult of the Lamb Ritual

En resumen, Cult of the Lamb resulta ser otra de las agradables sorpresas de este 2022. Que por cierto -cabe acotar- también llega de la mano de Devolver Digital. Este híbrido entre roguelite y gestión creado por Massive Monster hace que llevar adelante una secta se sienta increiblemente divertido. Por un lado, la administración del culto nunca llega a cansar o ser demandante y se las arregla para dar estímulos continuos. Por el otro, las secuencias de acción resultan divertidas y dinámicas. Y a todo esto se suma una exploración que siempre sabe cómo recompensar a los más curiosos. Solo decir que un juego que va de eliminar a falsos profetas y sacrificar a simpáticos animalitos no debería ser tan lindo, pero lo es ¡Vamos, no lo dudes, únete! ¡Difunde la Palabra del glorioso Cordero!


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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