CROW COUNTRY – Análisis

CROW COUNTRY – Análisis

Llamarlo 'carta de amor' es quedarse corto

Crow Country es un título que nos transporta sin escalas a la época del survival horror de PlayStation 1, gracias a un apartado técnico y jugable que captan a la perfección el estilo de los ’90


En la actualidad, resulta difícil determinar qué es lo que convirtió a la primera PlayStation en una de las moradas más acogedoras para el terror. Posiblemente se deba a que ofrecía la suficiente potencia como para permitir a los desarrolladores diferentes formas de experimentar y representar el horror. Lo curioso es que viendo en perspectiva lo que el género técnicamente tenía para ofrecer, es fácil darse cuenta de que éramos nosotros, los jugadores, los que llenábamos los espacios en blanco. Aquellos que, sin rechistar, dejábamos que la obra nos sumergiera en su mundo. Crow Country es un videojuego que parece extraído directamente de esa época. Un título que gracias a una paleta de colores reducida, figuras poligonales y un sonido de baja fidelidad consigue cautivar mucho más que cualquier survival horror actual.

En Crow Country tomamos el papel de Mara Forest, una agente especial que decide investigar el parque de diversiones homónimo que repentinamente cerró sus puertas al público, adquiriendo desde entonces un aura inquietante y llena de misterio. Sin embargo, no es que la joven busque adentrarse en este tétrico lugar en busca de diversión. Por el contrario, deberá recorrer las abandonadas instalaciones que antaño cautivaron a niños y adultos por igual, en busca de Edward Crow, fundador del recinto que lleva un buen tiempo desaparecido. Si bien la cosa comienza tranquila, se pondrá peor de forma progresiva, jugando con nuestra mente gracias a una escalofriante ambientación que nos pondrá los pelos de punta en más de una ocasión.

Argumentalmente, el desarrollo de SFB Games se sostiene sobre una historia que en ningún momento peca de ambiciosa, pretendiendo abarcar más tópicos de los que puede soportar. A diferencia de ello, se afianza sobre una trama enigmática que se desmenuza poco a poco, provocando que nos adentraremos en ella con un genuino interés por descubrir más. La desaparición de Edward Crow y el cierre del parque esconde secretos que nos permite ver que el mal está más allá de la codicia corporativa. Al fin y al cabo, los funestos sucesos que circundan a Crow Country no se deben a una casualidad, sino a las ambiciones de su fundador; a un mal que se arraigó al parque o, mejor dicho, a sus siniestras profundidades.

El parque está dividido en diferentes zonas. Tenemos la ciudad de cuento de hadas, la colina embrujada o el reino oceánico, entre otras tantas, que dotan de variedad a la aventura. Para poder ver nuestra posición dentro del parque primero debemos encontrar el mapa de cada sección que normalmente se encuentra colgado en alguna de las paredes de la zona que estemos explorando. Este no solo nos indicará el nombre y enseñará las puertas que estén o no habilitadas. Como ayuda adicional, también marcará con un círculo aquella habitación en que todavía nos quede algún ‘puzzle‘ por resolver.

Mecánicamente, es un juego que también abraza los fundamentos del género, aunque nos ofrece dos sistemas de control. Por un lado, el clásico esquema tipo ‘Tanque’ de movimientos lentos y precisos, y por el otro, un modo ‘Moderno’, mucho más ágil y veloz. También contamos con un puñado de armas que podemos desbloquear a base de resolver rompecabezas, y un inventario que, si bien es modesto, difícilmente lleguemos a ocupar todos los espacios disponibles. En el mismo podemos ver el estado de Mara, con el mismo aspecto similar al de Resident Evil o Dino Crisis. Es decir, la imagen en tiempo real de nuestra protagonista, un electrocardiograma y la descripción de su condición física.

Crow Country Review

Como buen survival horror que se precie, en Crow Country no abunda la munición, ni los botiquines o los antídotos para curarnos el envenenamiento. Es un juego que nos obliga a administrar muy bien nuestras provisiones, porque todo cuenta. De todos modos, si se nos terminan las balas, siempre podemos acercarnos a una de las máquinas expendedoras repartidas por todo el parque para obtener, a base de patadas, por lo menos un cargador que nos saque de un aprieto. Eso sí, también es probable que obtengamos objetos curativos o absolutamente nada.

El combate es algo torpe y en más de una ocasión costará un poco dar con el objetivo, incluso utilizando una mira laser. Esto se debe a que el pulso de Mara tiembla mucho, aunque no queda claro si se debe a un error o a un criterio de diseño intencional. Pero amén de ello, lo que más juega en contra es el ángulo de la cámara, especialmente si buscamos impactar en la cabeza del objetivo. De todos modos, no siempre es necesario, puesto que podemos deshacernos de las amenazas aprovechando elementos del entorno como, por ejemplo, barriles explosivos. También podemos usar granadas, aunque son muy escasas. Lo único que se echa en falta, es la posibilidad de realizar ataques cuerpo a cuerpo para deshacernos de enemigos pequeños, o romper cajas que contengan objetos.

Crow Country Análisis

En su composición Crow County recuerda a los primeros Resident Evil, aunque el diseño de los enemigos se vuelca al estilo de Silent Hill. Al tratarse de un parque de diversiones, cabría esperar que las amenazas fueran espeluznantes animatrónicos, similares a los de Five Nights at Freddy’s. Sin embargo, el bestiario se compone en su mayoría de aberrantes criaturas de carne y sangre. En un comienzo resulta algo chocante, pero es la propia historia la que dota de sentido a la aparición de este tipo de criaturas. Lo genial es el diseño, puesto que algunas son más retorcidas o deformes que otras, pero variadas y de diferentes tamaños. Incluso hasta tendremos que hacer frente a jefes secundarios y a un jefe final.

Ahora, donde el trabajo de SFB Games realmente se luce, es en el diseño de los rompecabezas. El planteo de cada uno de ellos es realmente inteligente. Vamos a pasar varios instantes rascándonos la cabeza, analizando el entorno hasta que se nos encienda la lámpara del ingenio. Esto hace que, al resolverlos, nos sintamos unos verdaderos genios. En ningún momento vamos a encontrar un acertijo obtuso o rebuscado. El título destaca por mantener la sencillez propia de una época en que no se trataba a los jugadores como niños. Tal es así que, con sutiles detalles, las pistas ponen a prueba nuestra percepción en todo momento. A veces explorando y en otras ocasiones leyendo, interpretando y tomando nota de la información que consideremos relevante.

Crow Country Reseña

Por dicho motivo es que los ‘puzzles‘ funcionan increíblemente bien en Crow Country. Tienen ese punto justo entre dificultad, ingenio, percepción y memoria, para que resolverlos se sienta como una actividad dinámica, divertida y muy satisfactoria. Como dato adicional, cabe destacar que el juego ofrece cierto tipo de ayuda mediante una especie de ‘máquina adivina’. Básicamente es una herramienta que nos brindará indicios o pistas, en caso de quedarnos atascados. Sin lugar a dudas, una alternativa ideal para los más despistados.

Dicha herramienta, pareciera estar pensada para mantener la experiencia de juego fluida, permitiéndonos disfrutar de la narrativa o de la acción sin interrupciones. De todos modos, queda a discreción de cada quién el usar este recurso o no porque -insisto- el diseño de los ‘puzzles‘ es excelente. El juego ronda las ocho horas, aunque dependerá de cuánto tiempo nos tome resolver los rompecabezas. De todos modos, existe un buen factor de rejugabilidad gracias a diferentes objetos coleccionables y otros desbloqueables que se habilitan al completar el juego. Al finalizar nuestra aventura aparecerá una pantalla de calificación. Ahí veremos cuantos botiquines consumimos, que tantos secretos descubrimos, las vidas perdidas y las pistas usadas, y en base a ello obtendremos una clasificación final.

Visualmente, Crow Country es exquisito, con una estética 32 bits recreada a la perfección. Ahora, viendo las imágenes estáticas del juego, podríamos pensar que los escenarios están pre-renderizados, con los personajes y objetos móviles superpuestos. No obstante, todo cambia con los controles en mano. El juego nos permite rotar la cámara, dejándonos ver hasta el último rincón de cada escenario para encontrar items ocultos a simple vista. Y al igual que su argumento, los entornos parecen pequeños en un principio, pero están colmados por doquier de objetos con los que interactuar y, especialmente, de un cuidado diseño.

De la mano va el apartado sonoro que suma mucho a la experiencia. Salvo en las habitaciones seguras donde normalmente podemos guardar la partida, el resto de lugares presenta un interesante nivel de tensión, potenciado por los sonidos que producen los enemigos y otros artilugios del escenario. Esto se hace patente, incluso si decidimos jugar el modo exploración, donde no tendremos que preocuparnos por las amenazas, pudiendo recorrer todo Crow Country a nuestras anchas. Pero así y todo, la inquietud en el denso aire del parque y sus entrañas, es completamente palpable.

Sinceramente SFB Games se merece una buena felicitación por la solidez en su labor con Crow Country. Un título que tiene todo para considerarlo como ‘la gran sorpresa indie’ en lo que va del año. La historia es simple, pero interesante, y todo está construido de manera inteligente, invitándonos a descubrir más acerca del misterio que esconde la desaparición de Edward Crow. Pero las joyas de la corona, además de las mecánicas y jugabilidad típica de los ’90, reside en los puzzles que justifican el ‘backtracking‘ y la minuciosa exploración de cada escenario. El resultado es una propuesta a la que llamar ‘carta de amor’ es quedarse corto. Un videojuego ideal para iniciarse en el survival horror y, paralelamente, llevar de regreso a los veteranos del género a una época en la que el terror estaba en boca de todos, pero que solo unos pocos se animaban a explorar.


FICHA TÉCNICA:

Compartir artículo:

Cebanos un Matecito

Sobre Darío Gadea

Sniper de pura cepa. Fanatico del horror, la fantasia y la ciencia ficción. Adicto a los Metroidvanias, los RPG, la musica pesada y el synthwave. Cuando no esta leyendo algo perturbador esta jugando a Age of Empires II


Artículos más recientes

Buscar