CHESSARAMA – Análisis

CHESSARAMA – Análisis

Mucho más que Jaque al Rey

Chessarama toma los conceptos del ajedrez para plasmarlos en una jugabilidad simple que nos desafía a resolver entretenidos y complejos puzles a través del pensamiento analítico y la didáctica


El ajedrez es uno de los juegos de estrategia más antiguos que existen y, pese a ello, es uno que sólo un reducido número de personas logran dominar. Aprender el movimiento de cada pieza, aperturas, estrategias y matices que comprende lo que el Comité Olímpico Internacional considera como un deporte, puede tomar muchos años. Es por dichos motivos que saber jugarlo se considera como un signo de inteligencia y sabiduría. Lo curioso es cómo Chessarama captura esa esencia y, a través de una propuesta sumamente divertida y didáctica, consigue acercarnos a este noble divertimento. De todos modos, ojo, que tampoco es que vamos a salir de aquí siendo un Kaspárov cualquiera, pero sí con ganas de volver en cuanto tengamos algo de tiempo libre.

Chessarama es el proyecto más grande y -posiblemente- el más ambicioso al que el estudio brasileño Minimol Games ha dado vida. Es la clara muestra de cómo se pueden adaptar las mecánicas de un juego que tiene siglos de existencia en diferentes escenarios dentro de un contexto moderno. Dicho de otro modo, se trata de un videojuego de resolución de puzles basados en el ajedrez. El título presenta un modo campaña simple y sin historias de por medio, que nos invita a resolver diferentes rompecabezas hechos a mano, cada uno centrado en un concepto diferente.

Cada nivel es como un diorama; un pequeño mundo sumamente colorido y detallado, lleno de detalles. Se nota que sus responsables pusieron mucho esfuerzo en que todo se vea muy limpio y pulido. También es indudable que se ha volcado muchísima creatividad en el diseño de los puzles, trasladando las tácticas del ajedrez a, por ejemplo, un campo de fútbol. Lo cual tiene bastante sentido, si pensamos que detrás de patear una pelota también hay mucha táctica y estrategia. Pero al margen de ello, no deja de ser un punto a destacar, en especial por lo cuidado de su ejecución.

La propuesta de Chessarama gira en torno al modo campaña. Si bien se pueden disfrutar de partidas clásicas contra otros jugadores, volvemos a lo explicado en el comienzo del análisis: hay que saber jugar para tener una mínima chance de ganar una partida. El primer escenario es una granja. En la mayoría de los niveles tendremos que mover la pieza de caballo y resolver puzles que implican ‘cultivar’ el tablero. Al comienzo todo es bastante fácil, pero conforme se van añadiendo variantes o nuevas reglas, como controlar dos caballos a la vez, las cosas se ponen más complicadas.

El segundo escenario -y definitivamente mi favorito- es el de fútbol. Aquí se añaden más piezas como alfil, la torre o la reina que, junto con el caballo (que aprendimos a mover en la granja) deberán colaborar para marcar un gol. En estos niveles, siempre tendremos una pieza que controla la pelota, siendo la gracia organizar al resto de ‘jugadores’ para encadenar pases que viajarán de acuerdo al movimiento de cada una de las piezas. Por ejemplo, el alfil sólo puede pasar en diagonal, mientras que la torre lo hace en línea recta. Es una premisa muy simple, pero que funciona fantásticamente bien.

Seguido de ello, Chessarama nos lleva al Japón Feudal para seguir las andanzas de Lady Ronin. En esta serie de puzles controlaremos a la reina que deberá eliminar, una por una, a todas las piezas enemigas. Una vez más, Minimol Games demuestra mucha creatividad haciendo de ‘lo mismo’ algo ‘diferente’ puesto que tendremos que maniobrar y encontrar las debilidades en el posicionamiento. Este conjunto de rompecabezas puede volverse realmente complicado, debiendo pensar y repensar cada movimiento. No obstante, lo satisfactorio que se siente resolver uno de estos niveles, es casi comparable a la de derrotar a cualquier jefe final en Dark Souls.

Por último está Dragon Slayers, donde los niveles consisten en escoltar a un peón hasta el final del tablero para que se conviertan en reina y destruyan el corazón de un dragón. Pese a que conceptualmente todo se ve bonito y algunos acertijos son interesantes, la campaña en sí es algo floja. Especialmente si la comparamos con las dos anteriores que es donde Chessarama toca el punto más álgido en lo que a creatividad respecta.

Chessarama Análisis

Cada uno de los mundos del modo campaña ofrece más de veinte rompecabezas. Pero, si eso acaso no fuera suficiente, hay muchísimos desafíos opcionales. Estos requerirán de poner a trabajar a nuestro cerebro a su máxima capacidad a fin de resolverlos. Dichos objetivos son tan concretos y específicos que demandarán de varios minutos mirando la pantalla, planificando y repensando enfoques, a fin de dar solución al problema. Además, la mayoría de ellos están diseñados con el objetivo de que volvamos a jugar un mismo nivel varias veces.

El gran logro de Chessarama es como introduce conceptos reales de ajedrez de forma tan amena y didáctica. La progresión es muy orgánica y resulta inevitable comenzar a ver los escenarios desde un punto de vista analítico, intentando anticipar movimientos a fin de conseguir el resultado deseado. De cualquier modo, lejos está todo esto de convertirnos en mejores ajedrecistas. Es decir, podremos aprender conceptos básicos como el movimiento de las piezas. Pero al final del día más que en ‘jaques mates’, pensaremos en cómo hacer ese gol imposible o en matar a un dragón.

Otro aspecto interesante es que el título establece un sistema de progresión a través de puntos de experiencia. Entonces, a medida que superemos desafíos, escenarios y campañas podremos desbloquear nuevos modos de juego y títulos, que se muestran en nuestro perfil. También obtendremos piezas de ajedrez con diferentes temáticas, aunque sólo para ver en detalle lo bonitas que son puesto que no podremos usarlas para jugar. 

A todo lo mencionado se suma un modo Batalla donde se nos plantean diversas situaciones con múltiples objetivos. Completarlos todos no sólo otorga experiencia sino también sets completos de piezas de ajedrez para usar en las partidas competitivas contra otros jugadores. Finalmente, tenemos desafíos diarios y semanales, que si bien es algo de agradecer, tampoco es que agregan mucha profundidad a la experiencia. Están ahí, como para extender la experiencia de aquellos a quienes no les quede nada por hacer.

Chessarama Review

Con Chessarama, Minimol dio vida a una propuesta que no tiene miedo a probar algo diferente. De tomar las reglas de un juego milenario para plasmarlas en una propuesta amena y didáctica. El resultado es el de un título sumamente entretenido, con puzles diseñados con sumo cuidado y un apartado estético agradable a la vista. Es una propuesta que se deja disfrutar sin tener conocimientos de ajedrez. Pero paralelamente nos recompensa enseñándonos varios conceptos con los que derrumbar esa barrera que quizá nos impide acceder al juego de tablero tradicional.


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Sobre Franco Borgogna

Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.


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