La historia detrás de Shadowrun es extensa y se remonta a finales de los ‘80. El nombre de la franquicia proviene del universo de los juegos de rol de dados, papel y lápiz, publicado por FASA Corporation. Si bien no es el exponente más popular en dicho rubro, nada impidió que Shadowrun fuera llevado al mundo del videojuego. Debido a esto, las consolas Súper Nintendo, Mega Drive y Mega CD recibieron sendos juegos de acción y rol que adaptaban este peculiar universo.
Lamentablemente, la bonanza terminó en el ocaso de los años ‘90. FASA dejó a un lado la licencia, debió cerrar su división dedicada a juegos de rol, y ya no hubo nuevos juegos con el nombre Shadowrun, que corría el riesgo de ser relegado a un mero recuerdo. Sin embargo, la fortuna a veces sonríe y en 2007, FASA consiguió el apoyo de Microsoft Games Studios dando como resultado un nuevo Shadowrun para, la entonces flamante, XBox 360 y PC. De todos modos, el juego no fue lo que se esperaba ya que carecía de esa esencia rolera del juego original.
Cuando todo parecía estar perdido para Shadowrun, un señor llamado Jordan Weisman (Jon para los amigos) co-fundador de Harebrained Shcemes, que ¡oh! casualidad era uno de los creadores del juego original de papel y lápiz, reclamó y peleó por obtener los derechos de la licencia ¡y lo consiguió! Se dispuso así a reivindicar su obra, a devolverle sus días de gloria. El gran problema que se presentó, no fue la falta de ideas o gente con la capacidad de desarrollarlas, sino la carencia de fondos. Y fue entonces que la fortuna nuevamente mostró sus blancos y perlados dientes en una mueca de sonrisa.
Por el 2012 o 2013 (No recuerdo exactamente cuando fue), el sistema de financiación Kickstarter se imponía como una nueva tendencia. Gracias a él, muchos desarrolladores llegan a finalizar sus proyectos, plasmarlos en un producto atractivo en el que miles de usuarios confían y apoyan desde el primer momento. Shadowrun: Returns no fue la excepción y gracias a una exitosa campaña consiguió los fondos necesarios para resurgir desde sus cenizas del mismo modo que lo hace el ave fénix.
De este modo es que Shadowrun: Returns se hizo realidad y con esto, la vuelta a los orígenes de la saga. Harebrained Shcemes nos ofrece un juego de rol, con amplias opciones de personalización de personajes, combates tácticos por turnos, en un mundo que combina un futuro cyberpunk con elementos de fantasía.
El mundo propuesto por Shadowrun: Returns es realmente interesante y complejo. Nos traslada a un futuro no tan lejano, donde la magia resurge en el planeta tierra, trayendo consigo a todo tipo de criaturas fantásticas. Debido a esto, gran parte de la población ha comenzado a cambiar: Por un lado comienzan a nacer niños con rasgos élficos o enanos, mientras otros comenzaron a mutar en forma de orcos y trolls. Aparecen así los Meta-Humanos, producto de un efecto llamado “Expresión Genética Inexplicada”. Por otra parte, un llamado Virus Humano Meta-Humano Vampírico produce otro tipo de variaciones como trasgos, vampiros y nosferatus, entre otros, las que pierden toda su humanidad y, en algunos casos, la capacidad de pensamiento racional.
Sin embargo, en este mundo, en el cual hasta los dragones han regresado a los cielos, hay algo que no ha detenido su marcha: El Progreso. Gracias a esto, las compañías multinacionales comienzan a ganar poder, a tal magnitud, que empiezan a contratar sus propios ejércitos privados, a establecer sus propias leyes dentro de su territorio, quedando por encima de los gobiernos de turnos,-siendo inmunes a estos-, y reguladas únicamente por una Corte Corporativa compuesta de por las Mega Corporaciones más grandes del momento.
Todo esto da inicio a una especie de Guerra Fría entre estas Mega Corporaciones, las que intentan tener más poder e influencia entre sus pares mediante el control de recursos, la información y la más avanzada tecnología. Estas aparentes “batallas diplomáticas” esconden oscuras operaciones: Sabotajes, asesinatos, secuestros y robos… pero ¿Cómo pueden hacer esto entidades reguladas y controladas que buscan el “bienestar” de la humanidad? ¡Fácil!, contratando a la escoria de los bajos fondos, gente fuera del sistema dispuesto a arriesgar su vida por un puñado de nuyens –la moneda en vigencia-, gente técnicamente invisible y de la cual no existe registro alguno. A este tipo de personas se las conoce como Shadowruners. Como ya intuirán, nuestro rol en Shadowrun: Returns es justamente el de uno de estos sujetos.
La historia en la que tomamos parte en Shadowrun: Returns está excelentemente narrada y posee grandes tintes de “Novela Noir” y suspenso. Comienza en un cuartucho venido a menos, donde recibimos el llamado de un viejo amigo –Sam Watts- quien quiere contratar nuestros servicios para dar caza a un asesino. ¿La peculiaridad? Nuestro amigo está ¡Muerto! Entonces ¿Cómo hizo para llamarnos? Sencillo, nuestro antiguo camarada lleva insertado un switch (Dead Man’s Switch) que se activa al morir y el asesino al que debemos encontrar es, nada más y nada menos, quien tomó su vida. Como incentivo nos ofrece una cuantiosa suma de dinero, suficiente como para adornar nuestra vida con lujos y excentricidades.
Decididos a vengar a Sam, nos pondremos en marcha hacia una oscura Seattle –lugar donde sucedió el crimen- para comenzar una minuciosa investigación intentando dar con este asesino, quien ya tiene más víctimas en su haber y se le conoce con el nombre de “El Destripador de Ciudad Esmeralda”. En nuestra búsqueda de la verdad, nos veremos inmersos en una serie de acontecimientos con giros de tuerca que nos mostrará lo oscuro y perverso que puede ser este futuro.
Antes de meternos de lleno en la acción, el juego nos permite crear y definir nuestro personaje con una amplia gama de opciones y parámetros. Podemos elegir el género y la raza: Humano, Elfo, Enano, Orco y Troll, cada una con sus características únicas y con sus ventajas y desventajas. También debemos seleccionar una profesión o clase: Samurái Callejero (ideal si nos gusta el combate directo o a distancia), Chamán (que puede invocar espíritus), Mago (puede manipular la magia y desatar la destrucción con poderosos hechizos), Tecnomante (un habilidoso hacker), Adepto (quien hace uso de la magia para potenciar sus habilidades físicas) y Mecánico (capaz de controlar pequeños robots que lo asisten en combate). De todos modos si no optamos por ninguna de estas clases, podemos desarrollar nuestro personaje con total libertad. Como toque final, podemos personalizar el aspecto físico de nuestro Shadowruner.
Una vez creado nuestro avatar, tendremos que asignar los “Puntos de Karma” (PK) o habilidad en diferentes ramas que, según la clase elegida, pueden resultar útiles según como avancemos en nuestra aventura. Podemos distribuir dichos puntos entre seis (6) atributos principales que afectan a su vez distintos parámetros y habilidades. Tenemos Constitución, que afecta los puntos de vida (PV), Rapidez (que influye en el combate a distancia otorgando bonificaciones a la puntería y a esquivar ataques), Fuerza (aumenta el daño cuerpo a cuerpo), Inteligencia (nos permite hacer un mejor uso de los drones, como también hackear computadoras y conectarnos a la Matriz). También tenemos Voluntad (que afecta la potencia y efectividad de los hechizos) y por último, Carisma (que nos permitirá conjurar espíritus y además nos proporcionará acceso a opciones de diálogo únicas).
Cada uno de los mencionados atributos desprende ramas que nos permiten especializarnos en el uso de cierto tipo de armas o poderes, las que nunca pueden tener un valor mayor al atributo del que dependen. Por ejemplo, Rapidez afecta al uso de armas (pistolas, escopetas, etc.) si tenemos un valor de seis (6) en dicho atributo, podemos mejorar la especialización de escopetas hasta seis (6) pero no podremos aumentar dicha especialización hasta que no incrementemos el atributo que la afecta.
Finalizado el proceso de creación nos metemos de lleno en la aventura, que como decía, está ambientada en un Seattle futurista, con muchas luces de neón, antros donde conocer interesantes personajes, drogas y fanáticos religiosos. Durante la exploración de los distintos escenarios controlamos a nuestro Shadowruner. Podemos hablar con determinados personajes no jugadores (PNJ), fácilmente identificables, por los iconos sobre sus cabezas. En ocasiones estos diálogos nos brindaran misiones secundarias y en otras, solo nos darán algún tipo de información referida a alguna de las quest que estemos llevando a cabo. Además, podemos interactuar con algunos objetos del entorno que están resaltados. En este aspecto, el juego es muy directo y específico acerca de las cosas con las que podemos realizar algún tipo de acción.
Una vez que establecemos conversación con alguien o interactuamos con alguno de los objetos, se despliega un menú con opciones. Si hablamos con una persona, las líneas de diálogo tendrán distintos “tonos”, y de acuerdo a que tan amistosos o pendencieros seamos, los resultados serán distintos. Con los objetos, en cambio, será necesario tener cierto nivel de habilidad para tener acceso a acciones especiales.
Otro de los ámbitos a explorar es la Matriz, a la que podemos acceder si nos conectamos a alguna terminal que lo permita. Sin embargo no es un lugar al que podamos acceder cuando queramos, sino cuando alguna misión lo establezca. En este lugar, nos manifestaremos como un ser virtual que deberá ir pirateando una serie de terminales a fin de obtener información o desactivar puertas, etc. La Matriz está defendida por programas anti invasores, que se alertarán ante nuestra presencia y no dudarán en atacarnos. En caso de que nos infrinjan daños, estos repercutirán en el mundo real pudiendo ocasionar nuestra muerte, algo similar a lo visto en la película Matrix.
Durante el transcurso de la partida, contaremos con la ayuda de otros Shadowrunners. Algunos de estos se unirán a nosotros por motivaciones personales, aunque únicamente lo harán en misiones específicas. Otros simplemente nos seguirán si pagamos por sus servicios la cantidad de nuyens requerida. Sea del modo que sea, nuestros acompañantes solo se limitarán a seguirnos y no tendrán participación alguna durante las conversaciones con los PNJ. Tampoco podemos seleccionarlos para hacer uso de sus habilidades con los objetos del entorno. Si bien a priori puede parecer que solo estén de adorno, cambiaremos drásticamente de opinión cuando entablamos combate.
Cuando nos enfrentamos a unidades enemigas, cambiamos el desplazamiento libre a un modo de combate por turnos. Cada personaje cuenta con una cantidad de puntos de acción (PA), los cuales usa para llevar a cabo las distintas acciones (disparar, moverse, recargar, etc.). Podemos hacer uso del entorno para ponernos a resguardo evitando así quedar como blancos de práctica. Además podemos usar ítems, objetos y, en caso de tenerlos, hechizos (de ataque o potenciadores). La fase de combate se dará por finalizada una vez que nos deshagamos de todos los enemigos. El sistema de combate propuesto funciona bien, y como se darán cuenta no es nada que no se haya visto antes en otros juegos.
Marcando una diferencia con los juegos de rol convencionales, en Shadowrun: Returns no ganamos experiencia al salir victoriosos de una contienda armada, sino que vamos obteniendo los mencionados PK de acuerdo a nuestras acciones. Cumplir una misión secundaria, influir sobre alguien en una conversación, interactuar con algún objeto que nos proporcione una ventaja táctica, son solo ejemplos de cómo obtendremos estos puntos. Haciendo uso de ellos es que podremos mejorar las habilidades y atributos de nuestro personaje. En caso de que no nos alcance para mejorar esa característica que necesitamos o deseamos, podremos guardar los puntos para gastarlos más tarde. En mi experiencia, siempre me dejé una pequeña reserva para, en caso de necesitarlo, mejorar alguna habilidad que necesitara usar en lo inmediato.
Un detalle que llama mucho la atención en Shadowrun: Returns es la linealidad. Es decir, para ser un juego de rol, resulta ser demasiado acotado el entorno a explorar. Y una vez que salimos del escenario ya no podremos volver en caso de que nos haya quedado alguna misión secundaria por resolver o algún PNJ con el que hablar. De hecho, el juego toma cada locación como un nivel que inclusive se puede reiniciar. Eso se siente raro y nos deja con la sensación de que no somos libres de explorar el mundo a nuestro antojo. Algo similar sucede con los objetos y PNJ con los que se puede interactuar, muy limitados. Se siente todo demasiado estructurado y eso no es algo que se aprecie a bien en este tipo de juegos.
Otra cosa que se siente poco inspirada, son las misiones secundarias. Resultan ser escasas, no recuerdo bien pero creo que no son más de tres o cuatro. ¡Me refiero a misiones posta eh! No simplemente a meros objetivos secundarios. Creo que el juego daba para ser explotado en este aspecto debido a su argumento. Es decir, somos Shadowrunners, hacemos trabajos por dinero. Y si la paga es buena, cualquier trabajo sirve. Lamentablemente no hay mucho por hacer, más allá de transcurrir la trama principal.
La inteligencia artificial (IA) de nuestros enemigos funciona relativamente bien pero no destaca por ser de lo más eficiente. En muchas ocasiones se comportan en forma correcta, intentando buscar los flancos o poniéndose a cubierto. Pero en otras tantas, simplemente se mueven erráticamente quedando al descubierto para que se les pueda dar muy fácilmente el golpe de gracia. También, teniendo la posibilidad de eliminar a algunos de nuestros personajes eligen disparar a otro objetivo o simplemente hacer uso de alguna habilidad intrascendente.
En definitiva, y pese a ser un juego que tiene ya algún tiempo en el mercado, no deja de ser una buena opción. La historia de Shadowrun: Returns nos mantendrá pegados a la pantalla durante las aproximadamente 20 horas que puede tomar superar la campaña debido a los giros en la historia, la narrativa y sus diálogos inteligentes. Claro que hay ciertas cosas que a mi entender podrían haber estado mejor, y me refiero específicamente a la libertad de exploración de los escenarios, la que se siente muy estructurada y acotada. De todos modos, el producto de Harebrained Shcemes es sólido, entretenido y definitivamente una excelente propuesta para los fanáticos de los RPGs.
Sobre Franco Borgogna
Periodista apasionado por los videojuegos que sueña en mundos pixel-art sin caídas de frames. Streamer a tiempo parcial, fundador de la comunidad “La Orden del Pixel”, amante de la series, las películas y los comics.
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