Los ’90 fueron una década gloriosa, en especial para el gaming. Los géneros todavía se estaban estableciendo y, en sólo un puñado de años, pasamos de los más exquisitos juegos en pixel art a los comienzos de la era poligonal. El avance tecnológico trajo consigo nuevas formas de jugar, sin embargo hubo varios géneros que quedaron, poco a poco, relegados al olvido. Abathor es un juego de acción y plataformas en 2D que viene a recordarnos por qué la esencia del gaming sigue presente en su fórmula. David Garay, fundador de Pow Pixel Games, se encargó de crear una aventura pixelada con una jugabilidad sólida que conserva la magia de antaño a la vez que actualiza ciertas mecánicas clave para enamorar a nostálgicos y curiosos por partes iguales.
Abathor es la excepción a la regla en este tipo de juegos. Es un raro ejemplo que bien podría tomarse como índice a la hora de crear una experiencia afín y tilda todos los puntos importantes que debería tener un juego de acción en 2D de corte retro. Tiene cuatro protagonistas bien diferenciados, no sólo por su apariencia sino por sus fortalezas y debilidades. También tenemos un sistema de progresión simple y efectivo, más de 50 niveles con distintas propuestas jugables, jefes memorables y hasta un apartado narrativo interesante. Pero lo más importante es que su curva de dificultad crece a medida que avanzamos, garantizando el desafío aún cuando tenemos un personaje completamente mejorado.
La historia nos cuenta que los Atlanteanos enfurecieron a los Dioses y cómo están sufriendo las consecuencias de sus acciones. Con Atlantis arrasada y demonios atacando todo el continente, cuatro héroes se disponen a derrotar las hordas del mal y cerrar finalmente las puertas de Abathor. Como si de un arcade se tratase, la introducción da paso a una pantalla de selección de personajes y en cuestión de segundos estamos repartiendo espadazos a diestra y siniestra. El corazón de la propuesta se encuentra en la jugabilidad pulida que propicia batallas encarnizadas y segmentos plataformeros no aptos para cardíacos. Con tan solo cuatro botones consigue transmitir una experiencia nostálgica pero actualizada. Una que nada tiene que envidiarle a los mejores exponentes del género, tanto clásicos como modernos.
Visualmente es hermoso, simple a la hora de los sprites de personajes pero fantástico en lo que respecta a entornos y diseños de los enemigos. Los niveles lucen sumamente coloridos y nunca se vuelven monótonos. Por su parte, los ataques especiales y las magias destacan aún en medio de la acción, mientras que el tamaño reducido de los protagonistas permite ver todo lo que sucede con claridad aún si jugamos de a 4 en cooperativo. Los poderes mágicos son sencillos pero efectivos. Tenemos proyectiles que persiguen y destruyen enemigos, pasando por explosiones y hasta increíbles invocaciones que ocupan toda la pantalla. Los jefes también son una fiesta de monstruos gigantes legendarios, con monstruos marinos, colosos y serpientes gigantes. A esto se suma un repertorio de enemigos con una personalidad marcada e interesante.
Abathor es uno de esos juegos fáciles de entender, pero que requieren de toda nuestra atención si queremos sobrevivir. Cuenta con tres niveles de dificultad, incluyendo uno apto para principiantes, pero un nivel de desafío alto en general. Al igual que en los clásicos de antaño, el juego de Pow Pixel Games basa su economía en oro, que sirve para comprar mejoras en la tienda, y créditos que representa las veces que podemos revivir en un punto de control. Comenzamos con 5, con la posibilidad de comprar uno extra o de encontrarlo explorando los escenarios. Si se terminan, siempre podemos continuar desde el comienzo del último mundo que desbloqueamos, pero perderemos todas las mejoras conseguidas en la primera partida. Lo bueno es que empezamos con algo de oro extra por cada mundo completado, y pronto vamos a estar de camino hacia la gloria.
La dificultad crece a medida que avanzamos y alcanza el primer pico al llegar a Atlantis. Con un poco de práctica y probando los demás personajes es fácil aprender a sortear sus dificultades. Cada mundo tiene uno o dos enemigos que nos pondrán a prueba, y en esos casos no bastará con machacar el botón de ataque. Por el contrario, debemos esquivar y encontrar una forma de sobrevivir sin dejar la barra de vida en el intento. Lo que siempre acelera el corazón son los saltos. Una caída significa perder un crédito, algo que genera momentos de tensión que nos mantienen sentados al borde del asiento. Hay un pantano y un par de lianas que quedaron marcados a fuego en mis dedos, pero a la vez este tipo de cambios de ritmo son los que hacen que la experiencia en general sea inolvidable.
Más allá del delicioso apartado técnico, que además cuenta con las composiciones de Gryzor87 y Soyo Oka (la compositora de Super Mario Kart de SNES), lo que realmente diferencia a Abathor del resto es su variedad de niveles. No sólo hablamos de cantidad, sino de la propuesta jugable que ofrece cada uno. Podemos pasar de la clásica acción de desplazamiento lateral a una pantalla estática donde debemos sobrevivir a oleadas de enemigos mientras destruimos un pilar de piedra. En otro tenemos que correr contra el tiempo, porque la pantalla avanzará sola y cada salto puede terminar costando un crédito. Pero como esto es un tributo a los grandes clásicos, no podía faltar el nivel del ascensor y otros en que exploramos un calabozo con pasadizos. Incluso uno en que montamos cierto animal (muy popular en los ’90) con una jugabilidad de shoot ‘em up absolutamente refrescante.
Una gran cantidad de niveles están coronados por un jefe final. Visualmente siempre espectacular y, si bien algunos pueden resultar monótonos o fáciles de romper, créanme que se sienten como un bálsamo fresco para cuando nos crucemos con alguno de los verdaderamente complicados. Al igual que los títulos en los que está inspirado, el verdadero final de Abathor sólo puede experimentarse jugando en la dificultad más alta. Una decisión algo arriesgada para los tiempos que corren. Sin embargo, como el estilo de juego se presta para la rejugabilidad, resulta un buen aliciente para seguir disfrutando de la propuesta con amigos, aún después de haberlo completado en la dificultad regular.
Para cuando veamos los créditos finales habremos sobrevivido a todo tipo de peligros, triunfado sobre jefes espectaculares y aprendido un sinfín de pequeñas estrategias para atravesar los niveles más complicados. Podemos sentarnos a discutir si algunos segmentos están puestos como un freno de dificultad artificial, pero cada vez que se me cruzó esta idea terminé aprendiendo a pasar por ese obstáculo casi sin morir. Y ese tipo de resultados requiere de un juego bien diseñado y balanceado. Abathor aprieta pero no ahorca. Es desafiante y puede llegar a frustrar, pero la sensación de gratificación que surge de superar un jefe o nivel complicado no tiene desperdicio. Es un juego ideal para compartir con amigos, pero también se disfruta (¡y mucho!) en solitario. Sin dudas, uno de las mejores propuestas de acción y plataformas moderno. No me tiembla el pulso al decir que, estamos ante un clásico instantáneo.
Sobre Sebastián Cigarreta
Periodista especializado en gaming, amante de los juegos incomprendidos y eterno enamorado de los clásicos noventosos. Tengo debilidad por todos los MegaMan, siempre Vega main y soy eterno caballero de Boletaria.
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